Martin Luther King fue el gestor de un proceso de reconocimiento de los derechos civiles de la población negra en EE.UU. Foto: AFP

COMUNICACIÓN

¿Qué tienen en común los grandes oradores de la historia?

Nelson Mandela, Winston Churchill, Jorge Eliecer Gaitán y Gustavo Petro tienen algo que los emparenta: su capacidad discursiva y de persuasión.

25 de julio de 2022

A nivel internacional hubo personajes políticos como Mahatma Gandhi, John F. Kennedy, Nelson Mandela, Winston Churchill o Martin Luther King que siempre serán recordados por su liderazgo, carisma y por su gran oratoria.

En Colombia, por supuesto, también han existido figuras con un alto poder discursivo como Jorge Eliecer Gaitán y el presidente electo Gustavo Petro. Todos ellos comparten características que les permiten, a través del dominio de la palabra y la articulación del mensaje, convencer a las masas.

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Según Andrea de la Calle Larraechea, experta en gerencias de negocios del mundo corporativo, la autenticidad es uno de los principales factores que definen a un líder cuando transmite su mensaje. “Lo hacen desde lo que ellos son, sin imitar a otros, mostrando sus vulnerabilidades” y, a partir de ahí, cautivan a la audiencia. Persuaden. En este sentido, Winston Churchill es una figura preponderante.

El buen orador es aquel que, además de sus recursos verbales, sabe ganarse a la gente por medio del lenguaje corporal. “Nuestra mente está programada para ‘leer’ el lenguaje corporal y captar los matices de la voz. Los grandes oradores son coherentes entre su cuerpo, su voz y su mensaje”, destacó De la Calle.

En ese sentido, tipos como Gaitán son recordados por su constante movimiento de brazos cuando ofrecían discursos políticos, mientras que, por otro lado, personajes como Luther King adoptaban una postura más reposada -pero no menos contundente- y en ello encontraban la potencia de su mensaje.

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Sin duda, un mensaje breve es mucho más digerible para el público. Aquí, la máxima de “menos es más” aplica en casi todas las ocasiones. De nuevo, y regresando a Luther King, el discurso de “Tengo un sueño”, que pronunció el 28 de agosto de 1963 en Washington, es un buen ejemplo de una comunicación efectiva y simple.

Algunas figuras políticas son recordadas por, en medio de sus discursos, compartir anécdotas que disminuyen la carga del mensaje sin llegar a frivolizarse. De hecho, la narración de historias ha sido desde tiempos ancestrales una de las mejores prácticas para captar la atención de los demás.

Finalmente, buena parte de los grandes oradores se han construido a sí mismos a través de la repetición de sus discursos. La tarima como escuela. “No importa cuántas veces han presentado con anterioridad, cuánto han pensado qué decir y cuánto han trabajado en esa presentación: la práctica es la mejor manera de asegurar que los puntos anteriores sean puestos en práctica”, concluyó De la Calle.