religion

Verdad revelada

Un investigador de la Universidad de Cambridge encontró la explicación científica de algunos milagros de la Biblia.

28 de abril de 2003

"Y extendio Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche, y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda". La partición del mar Rojo, que le permitió al pueblo de Israel huir de los egipcios y seguir su travesía hacia la tierra prometida, y demás milagros narrados en el Antiguo Testamento, como la zarza ardiente y las plagas de Egipto, tienen una explicación lógica. Esa es la conclusión a la que llegó Colin Humphreys, un investigador de física y ciencias de la materia de la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, que en junio publicará Los milagros del Exodo, una obra que intenta dar claves científicas a los fenómenos que la religión explica por medio de la fe.

En el caso del Exodo el profesor Humphreys sostiene que el episodio ocurrió en el golfo de Aqaba -en el extremo norte del mar Rojo- en una zona donde el agua es poco profunda y los fuertes vientos son capaces de dispersar la corriente de la costa.

En declaraciones a la BBC de Londres el científico aseguró que un fenómeno de semejante naturaleza es posible: "He hecho los cálculos de lo que pudo haber pasado si un huracán con vientos de 80 millas por hora hubiera pasado por el golfo de Aqaba. El agua podría haber sido empujada de la costa hacia los lados, formando una pared de más de un metro de alto y 600 metros de largo".

El investigador, que no es un creyente fervoroso ni estudioso de las escrituras sagradas, sostiene además que el Monte Sinaí, donde Moisés recibió los mandamientos de la ley de Dios, no se encuentra ubicado en la península egipcia del mismo nombre sino que en realidad debió estar localizado en Arabia Saudita en una zona volcánica cercana al monte Bedr. La actividad de la zona explicaría el milagro de la zarza ardiente, que según Humphreys, no fue otra cosa que un escape de gas natural que entró en combustión.

Estos argumentos han sorprendido a varios hombres de la Iglesia pues no es frecuente que la ciencia ofrezca explicaciones que en cierta medida ratifiquen los dictámenes religiosos. Más aún, en el caso del libro del Exodo que ha sido calificado por los observadores más escépticos como una narración ficticia debido a que los lugares en los que se desarrolla la historia no tienen las características geográficas para llevar a cabo semejantes hazañas. En otras palabras, una zona tan árida como esa no habría podido proveer de agua y comida a cientos de personas que se encontraban de paso.

Según Humphreys, los israelitas, que a lo sumo serían 20.000 personas, salieron de Egipto siguiendo una antigua ruta de comerciantes que atravesaba la península del Sinaí hasta el extremo norte del golfo de Aqaba cerca de Eliat -donde ocurrió el fenómeno atmosférico arriba señalado-, que supuso un descenso en el nivel de las aguas y que permitió el paso de los judíos.

Las plagas que azotaron a Egipto también tuvieron su razón de ser. El agua del Nilo no se volvió roja por la sangre sino a causa de la presencia de una especie de algas rojas tóxicas que causaron la muerte de los peces. Este hedor atrajo a las ranas, moscas y demás insectos que ayudaron a propagar infecciones en los humanos y el ganado, lo que produjo la muerte de los menores de edad, que solían ser los más propensos a las enfermedades.

El profesor Humphreys no pretende faltarle al respeto a nadie con su obra sino demostrar que los hechos del Exodo, más allá de ser milagros de la fe, son fenómenos de la naturaleza.