El virus del VIH tiene una facilidad para mutar bajo la presión de los medicamentos.

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Rápido y furioso

En el día mundial del sida surge una nueva preocupación: la resistencia del virus a los medicamentos.

24 de noviembre de 2007

Desde hace màs de una década, cuando se empezó a tratar a los enfermos de sida con los antirretrovirales, la cara de la enfermedad cambió por completo. De ser una sentencia de muerte, tener VIH pasó a ser una enfermedad crónica que permite a los pacientes llevar una vida normal. Pero 10 años después de este gran avance, una nueva preocupación ensombrece ese panorama: la resistencia del virus a los medicamentos.

Esto sucede porque el virus muta con gran facilidad cuando está bajo la presión de los fármacos. "Son cambios sutiles pero suficientes para que cuando la droga vaya a actuar, no pueda hacerlo", explica el médico Ernesto Martínez, presidente de la Asociación Colombiana de Infectología. Según el investigador Luis Soto, del departamento de infectología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición de México, se ha encontrado incluso resistencia del virus en drogas que aún no han salido al mercado.

Lo anterior supone un problema grave porque implica que el arsenal farmacológico con que cuenta la sociedad para controlar el problema se estaría agotando. Las personas que se infectan hoy con virus multirresistentes estarían regresando al punto de partida. "Es como si volviéramos a la situación de hace 15 años, cuando no había tratamiento", dice Rafael Sandoval, de la ONG Indetectable. Según Martínez, un estudio reciente encontró que tres de 32 pacientes sin tratamiento previo tienen una mutación que causa resistencia al Efavirenz, un fármaco recomendado como primera opción en el tratamiento de este tipo de pacientes.

Una de las principales causas de la resistencia radica en la dificultad de los pacientes para cumplir al pie de la letra con el tratamiento. El paciente debe tomar varios medicamentos en diferentes dosis, a ciertas horas del día, algunos con agua, otros con el almuerzo y otros antes de las comidas. Ninguna de las pastillas se puede olvidar. Pero ellos encuentran barreras para cumplir con ese estricto esquema. Una de ellas es la falta de apoyo para enseñarles cómo hacerlo. El estigma también contribuye. La gran mayoría de pacientes que viven con VIH no quiere que se sepa, y si no encuentran un momento de privacidad para tomar los medicamentos, prefieren no hacerlo.

A esto se suma en Colombia que si bien los medicamentos para el VIH se encuentran en el Plan Obligatorio de Salud (POS), algunas veces hay demoras para suministrarlo, lo cual significa que el paciente deja de tomar por unos días algunos de ellos. "Se toman una pastilla cada dos días para que les dure, en lugar de hacerlo a diario, sin saber que con ello están fomentando la resistencia del virus", afirma Sandoval.

El tema es tan complejo, que quienes trabajan en VIH se preguntan si se debe dar la droga a un paciente que no muestre de antemano compromiso para asumir la terapia tal como está indicada. Para Martínez, una solución podría ser que antes de suministrar el tratamiento, el médico se asegure de que el paciente ha asimilado el proceso y que se apoye en otros profesionales como sicólogos y trabajadores sociales, para lograr educarlo.

Para Martínez, cuando un paciente toma bien el tratamiento, el éxito de éste se ubica por encima del 95 por ciento. Pero hay otro obstáculo y es la calidad del medicamento. "Algunos genéricos son buenos, pero hay el peligro de que no se estén dando algunos de óptima calidad", afirma.

Para establecer el éxito de la terapia es necesario hacer un examen de carga viral. Cuando hay rastros del virus en la sangre es porque aquella no está surtiendo efecto. Y cuando esto sucede, se debe hacer un análisis del genoma del virus, que se conoce como examen genotípico, para determinar a qué medicamento es resistente y a cuál podría ser sensible. Sólo en enero de 2007 se incluyó en el POS pero está limitado sólo a aquellos pacientes cuya resistencia es secundaria, es decir, causada por el uso inadecuado de los fármacos. Esto crea una limitación para los médicos, pues no saben si los nuevos casos son de virus que han mutado o no, o a qué medicamento concreto ya no responden. En Europa y Norteamérica, donde la cifra de resistencia primaria es del 20 por ciento o más, ya se incorporó el examen genotípico como esencial para los pacientes que inician terapia por primera vez.

El problema deja a los gobiernos, a la sociedad y a los pacientes con muchos retos. Uno es trabajar para acabar con el estigma que le permita a este grupo de enfermos vivir con el VIH sin necesidad de esconderlo. Para Sandoval, aunque en el tema médico se ha avanzado mucho, la discriminación no se ha logrado superar. "Se les vulneran los derechos y permanentemente deben esconder su condición, lo cual lleva a que mucha gente que ha tenido sexo sin condón no quiera hacerse la prueba y prefiera seguir viviendo sin saber", sostiene. Es importante que el gobierno garantice hacerle un seguimiento cuidadoso a cada enfermo, no sólo brindando los medicamentos y las pruebas a tiempo, sino ofreciendo apoyo a los pacientes para que se adhieran al tratamiento con mayor facilidad.

Y tal vez lo más importante es establecer nuevas campañas preventivas que estimulen el uso del condón y que promuevan la importancia de hacerse la prueba para que los infectados no infecten a otros. Como dice Martínez, "esa es la gran amenaza. Una población de enfermos que no sabemos cuántos son, que no siempre tienen prácticas seguras y que podrían estar infectando nuevas personas con virus resistentes".