Cientos de personas salieron a las calles durante el domingo de resurrección para hacer un llamado por la paz. Hoy, ese sentir colectivo se mantiene y fortalece la lucha contra la violencia en el municipio | Foto: Archivo

Argelia, Cauca

En Argelia la comunidad caucana se unió para hacer un llamado colectivo por la paz

Los ciudadanos de este municipio se unen contra la violencia, que el año pasado les robó a casi 100 personas y que hace una semanas causó el desplazamiento de 2.000 más

12 de abril de 2021

Los habitantes de Argelia (Cauca) recuerdan con nostalgia que, hace cuatro años, tras la firma del Acuerdo de Paz, se levantaron por primera vez con esperanza. “Cuando salió el frente que operaba acá en la región, las personas empezaron a apropiarse del territorio. Creían en el acuerdo”, dice con resignación Edwin Quisoboni, concejal del municipio.

 

Miles de familias esperaban un futuro prometedor: reforma agraria, proyectos sociales, sustitución de cultivos, oportunidades y, lo más importante, el silencio de los fusiles, el fin de un conflicto que dejó 452.966 víctimas en el departamento, según la Unidad de Víctimas.

 

Pero luego de tres años, la aparente paz se desvaneció. “La tranquilidad no se comparaba con nada. Pero nunca llegó el Estado y después entraron los actores armados a disputarse el territorio. La consecuencia de lo que estamos viviendo es que nunca se implementó el Acuerdo de Paz, eso nos robó la esperanza”, explica Edwin.

 

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Cientos de colectivos, entre el Comité Universitario, la iglesia católica desde el Obispo de Popayán, la alcadía municipal, entre otros, convocaron a la marcha y se prepararon en un llamado colectivo por la paz.

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Hoy, Argelia vuelve a vivir en medio de las balas. Hace unas semanas, 2.000 personas fueron desplazadas del corregimiento El Diamante, en la zona rural, hacia el casco urbano por una disputa entre el ELN y las disidencias de las Farc. 

 

Desde el 26 de marzo, la Defensoría del Pueblo levantó una alerta temprana por las graves violaciones a los derechos humanos en este corregimiento. Según la entidad, 6.000 personas corren riesgo en la zona. “Esta región está en medio de la violencia desde hace dos años y a nadie le importa. Acá en Cauca las balas son el testimonio de nuestra historia, de mi vida”, cuenta Ómar Muñoz, un músico cristiano, víctima y líder de la región.

 

Como cientos de argelianos, su vida cambió por el conflicto armado. Perdió a su hija de 16 años, a su hermano y a su primo. Pero a pesar de los golpes, siempre le canta a la vida, a la paz y guarda la esperanza de que Argelia renazca en medio de las cenizas. 

 

 

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"Militante tu familia te espera en casa". fue uno de los llamados que hicieron cientos de personas durante las marchas del 4 de abril. Hoy, el llamado por la paz en Argelia es colectivo, el pueblo está cansado de la violencia

©Archivo personal

 

“No nos podemos quedar sin hablar, sin decir las cosas. Dios algún día moverá el corazón de las personas violentas. Uno no necesita un arma para cambiar a los demás; se pueden cambiar por medio de la fe, de la comunidad. Una persona que marcha con una bandera en la mano tiene la misma fuerza que alguien que marcha con un fusil”, dice Muñoz.

 

Él fue uno de los centenares de habitantes del municipio que en pleno Domingo de Resurrección, el 4 de abril, salieron a las calles vestidos de blanco, ondeando banderas en un llamado por la paz. Una paz ausente, pero en la que todavía creen.“Tenemos que concientizarnos de lo que está pasando y como comunidad hacer un llamado colectivo. —dice Omar—Hoy la esperanza está a medias, pero no se ha perdido”. 

 

Con la marcha, el municipio y sus habitantes hicieron un llamado colectivo por el fin de la violencia que, según el alcalde, Jhonatan Patiño, el año pasado dejó más de 100 asesinatos en medio de confrontaciones por el control territorial de la zona. El alcalde, miembro de la Alianza Verde, y crítico del Gobierno, reconoce que en Argelia prima el abandono del Estado.

 

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Con camisetas blancas, banderas, y carteles, cientos de argeliano hicieron un llamado por la paz en el municipio. A pesar de los golpes dados por la violencia, no pierden la esperanza de que la paz llegue a su municipio.

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Los líderes del municipio concuerdan con el alcalde. La violencia, dicen, es fruto de la falta de oportunidades de un territorio cuya suerte la dictan las economías ilegales, en las que cientos de familias han encontrado un sustento para sobrevivir. 

 

“No hay más opciones, acá hay cientos de personas que cultivan a pérdidas, no tienen ganancias porque en el país la política agraria no piensa en el campesinado”, cuenta Sol Ortega, promotora municipal de las juntas de acción comunal y cabeza del Comité Universitario de Argelia. 

 

Para ella, los cultivos de coca son fruto de un territorio donde las oportunidades no permiten pensar en otro tipo de productos. La infraestructura del pueblo es tan precaria que son las juntas de acción comunal las que en muchas ocasiones se han encargado de este tipo de proyectos de construcción.

 

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“A nosotros no nos quedó más opción que organizarnos y empezar a suplir necesidades básicas que el Estado no ha cumplido acá. Muchas de las escuelas, de las casetas comunitarias, las vías, los caminos, las han hecho las juntas porque el Estado no ha llegado, y cuando llega,solo vienen con fuerzas militares”, explica Sol.

 

De acuerdo con la Consejería para la Consejería Presidencial para la Estabilización y Consolidación, en Argelia se han aprobado 9 proyectos de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet)  que abarcan las áreas de transporte, minas y energía, vivienda, ciudad y territorio, ambiente y desarrollo sostenible y educación. 

 

Según algunas entidades del Gobierno, se calcula que en la región existen 2.600 hectáreas de cultivos ilícitos. “Ha sido precisamente el abandono del Estado y las pocas políticas agrarias efectivas las que han hecho que el narcotráfico absorba a los campesinos y se vuelvan cultivadores de coca, eso hay que tenerlo claro. No se puede partir de que la coca trae conflicto, como dice el Gobierno, hay que partir del hecho de que el problema son las políticas y la falta de oportunidades, eso lo que ha hecho que el campesino entre a estas economías”, agrega Sol.

 

Frente a esta problemática, esta líder comunitaria recalca la importancia de implementar políticas cómo el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS). En Argelia, más de 3.000 familias se vincularon con la fe puesta en el Estado para cambiar sus cultivos de coca por otros en el marco de la legalidad, pero hoy no tienen dónde pararse pues no les han cumplido.

 

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De acuerdo con los reportes que hace la Consejería Presidencial para la Estabilización y Consolidación y como denunció Semana Rural, de las 99.097 familias vinculadas al programa, 74.366 han recibido pagos de seguridad alimentaria, 61.769 han recibido servicios de asistencia técnica y solo 1.792 cuentan con proyectos productivos en implementación: menos del 2 por ciento. En el Cauca, según la entidad, hay 5.646  familias vinculadas al PNIS y tan solo se ha hecho la inversión para 351 proyectos productivos.

 


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“En Argelia no ha pasado nada, la verdad es esa. Nos tienen abandonados a nuestra propia suerte. Miles de familias firmaron con  una esperanza que hoy ya no tienen. Nos han condenado a vivir de lo ilegalexplica José Ferney Erazo, líder social de la región y miembro del Concejo Municipal de Paz de Argelia—. El Gobierno, por décadas, ha permitido que los cultivos ilícitos se expandan porque no ha querido llegar con alternativas para que el campesino pueda vivir de cultivos lícitos, porque eso necesita todo un sistema de garantía de mercado que no existe”.

 

La marcha del 4 de abril, en pleno Domingo de Resurección, representa el fervor comunal que se está cultivando en Argelia y que exige con claridad algo que les ha sido esquivo por varias décadas: paz con paz con justicia social, con proyectos productivos y con inversión pública en bienes esenciales para la comunidad. “Acá no viene el Ministerio de Industria y Comercio, no viene el Ministerio de Agricultura, no vienen otras entidades gubernamentales que podrían generar desarrollo en el municipio y de esa manera luchar contra la violencia”, cuenta el concejal Edwin Quisoboni.

 

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La marcha del 4 de abril, en pleno Domingo de Resurrección, representa el fervor comunal que se está cultivando en Argelia y que exige con claridad algo que les ha sido esquivo por varias décadas: paz con justicia social.

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El llamado de Argelia hoy es comunitario: la voz del municipio, unida frente a esas violencias, por sus familias, por los líderes y por los ciudadanos asesinados. “Muchas veces pasa que en situaciones de conflicto y de peligro, aunque las comunidades están organizadas, terminan alejándose un poco de estas manifestaciones contra la violencia y el líder queda solo. Pero cuando se trabaja y las cosas se hacen en comunidad, nadie se siente solo. Es el pueblo exigiendo, el pueblo representando la paz”, agrega Edwin.

 

“Nosotros como comité municipal de paz y como líderes no queremos desafiar a nadie, queremos tender caminos de diálogo para que entendamos que somos el mismo pueblo el que se está enfrentando en una guerra absurda. Que la paz con justicia social es el camino”, dice José Ferney Erazo. 

 

Hoy, con el municipio militarizado, la violencia sigue presente, pero para los habitantes de Argelia la paz es posible. Aún en medio de la zozobra y el miedo, seguirán alzando su voz y exigiendo al Estado la transformación social que por años ha clamado el Cauca.

 

 

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"¡Queremos paz!" fue la proclama del municipio durante las marchas.

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