Más de 8.000 mujeres rurales de 18 departamentos del país hacen parte de la red empresarial Elepha. | Foto: Elepha

La red que vuelve comerciantes a las mujeres de la ruralidad

Desde hace año y medio, más de 8.000 mujeres rurales de 467 municipios de Colombia reciben créditos para vender por catálogo diversos productos del diario vivir. SEMANA RURAL habló con Sebastián Zapata, creador de la iniciativa empresarial Elepha, que pretende empoderar al género femenino en el campo

19 de septiembre de 2019

Dos veces al mes, cientos de camiones llegan a dos bodegas del Parque Industrial del Quindío, ubicado en el municipio de Calarcá, para cargar cajas repletas de jabones, desodorantes, champús, cremas, cosméticos, cepillos de dientes, maicenas, tés, salsas, sopas instantáneas, caldos de gallina, geles, tintes para el cabello y otros productos del diario vivir.


Con la carga llena, estos vehículos encienden motores para coger rumbo hacia 467 municipios de 18 departamentos del país, donde los esperan más de 8.000 mujeres habitantes de las zonas rurales, quienes previamente hacen pedidos por medio de dos catálogos, uno llamado Shakti. Unas venden los productos puerta a puerta con los conocidos de sus pueblos y otras atienden a sus clientes en sus casas, pero la mayoría decidió montar pequeñas tiendas dentro de sus hogares para exhibir la mercancía. 

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Cada mes, dos camiones repletos de mercancía recorren varios sitios de Colombia para llevarles productos a más de 8.000 mujeres rurales, quienes los venden con sus conocidos. ©Elepha

«Les damos una nueva oportunidad a las mujeres rurales para que mejoren su calidad de vida y las dejen de encasillar como personas que solo pueden hacer labores agrícolas. Ellas están en capacidad de hacer muchas cosas más»

Sebastián Zapata, dueño y creador de Elepha
 

Estas mujeres rurales hacen parte de Elepha, una red empresarial creada hace año y medio con el fin de volverlas comerciantes y darles nuevas opciones de empleo. Todos los meses realizan encargos de productos por medio de una aplicación instalada en sus celulares, para luego venderlos a precios más bajos entre sus familiares, amigos y personas cercanas a sus viviendas. Cada una cuenta con un crédito mínimo de 150.000 pesos, el cual pueden pagar 30 días después.

La mayoría de estas mujeres del campo son madres cabeza de familia y mayores de 50 años. Sin embargo, hay muchas jóvenes que decidieron participar con el fin de pagarse sus estudios, alimentar a sus hijos y ayudar en sus casas. Cerca de 150 venezolanas hacen parte de la iniciativa empresarial.

“Muchas de estas mujeres no son empleables, ya que no tienen la educación requerida, edad, tiempo o movilidad física. Unas deben cuidar a sus hijos o nietos, por lo cual no pueden desplazarse lejos de sus casas. Encontrar un trabajo normal es muy difícil para ellas. Con esta red de comerciantes les damos una nueva oportunidad para que mejoren su calidad de vida y las dejen de encasillar como personas que solo pueden hacer labores agrícolas o cuidando niños. Ellas están en capacidad de hacer muchas cosas más”, dice Sebastián Zapata, dueño y creador de Elepha.
 

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Elepha ha beneficiado a mujeres rurales de 18 departamentos de Colombia. Tiene presencia en toda la región Caribe y el año entrante quiere involucrar a las habitantes de la Amazonia. ©Elepha

Cada vez que hacen un pedido por la aplicación, personal de la empresa ingresa a las bodegas para seleccionar los productos. Dependiendo de las ventas, las comerciantes obtienen ganancias cercanas al 40 por ciento de lo que invierten para sacar los créditos.

“Es como un supermercado. Toda la mercancía está dispuesta en varios estantes. Las personas de la bodega mercan lo que las mujeres piden y lo empacan en cajas. Luego llegan los camiones para transportar los pedidos, que al llegar a los municipios son recibidos por empleados de la empresa. Estos últimos contratan el transporte requerido (chalupas si es por río, motocarros, camiones o demás) para llegar hasta las zonas rurales, apunta Zapata.

La empresa beneficia a mujeres de los siete departamentos de costa Caribe: La Guajira, Cesar, Magdalena, Atlántico, Córdoba, Sucre y Bolívar, al igual que a madres cabeza de familia de varias zonas rurales en Norte de Santander, Santander, Cundinamarca, Boyacá, Antioquia, Tolima, Quindío, Caldas, Risaralda, Valle del Cauca y Nariño.

 

8.000 mujeres rurales de 467 municipios del país ahora comercializan varios productos gracias a una red empresarial que les da crédito.

 

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Las mujeres de la ruralidad colombiana tienen una nueva opción para mejorar su calidad de vida y volverse comerciantes. ©Elepha

Reducir la pobreza

Zapata, un cuyabro (nacido en Armenia) de 42 años, quien antes de fundar la empresa ocupó importantes cargos empresariales a nivel nacional e internacional, afirma que este proyecto empezó a gestarse hace tres años y medio, cuando fue contratado por la Fundación Clinton para beneficiar a las mujeres rurales colombianas.

“La fundación norteamericana emprendió un proyecto de reducción de pobreza a gran escala en ocho países, incluido Colombia, con el fin de brindar nuevas oportunidades de empleo a las madres cabeza de hogar. Lo llamó Chakipi, que en lengua quechua significa en su casa, y el cual consistía en montar microfranquicias”. 

El nicho del proyecto en Colombia fue la región Caribe y el Eje Cafetero. “Empezamos de cero. Visitamos los municipios más afectados por la pobreza y el conflicto armado. La idea era darles productos de la canasta familiar a las mujeres (que obtenían por medio de créditos flexibles), como arroz, aceite, frijol y jabones, para que se los vendieran a sus familiares, amigos y vecinos o que montaran pequeñas tiendas. Logramos convencer a más de 1.000 mujeres”, anota Zapata.
 

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A cada mujer le llegan dos catálogos físicos con una amplia variedad de productos. Hacen sus pedidos por medio de una aplicación, los cuales les llegan cada mes en varias cajas. ©Elepha

Este ingeniero industrial, con estudios en varias universidades internacionales, asegura que los primeros encuentros con estas mujeres fueron difíciles, ya que no creían en ninguna iniciativa.

"Descubrimos que en las zonas rurales la malla social estaba destruída y solo había desconfianza. Eran sitios con víctimas, victimarios, población militar y civil gobernados por el miedo. Muchas mujeres ni siquiera contestaban los teléfonos, porque temían que les ordenaran abandonar su pueblo, como ya lo habían padecido. Luego de varias reuniones, casi todas con sancocho a bordo, empezamos a romper el hielo de las mujeres”.
 

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Sebastián Zapata se enamoró de las mujeres rurales colombianas cuando trabajaba para la Fundación Clinton. Hoy es dueño y creador de una red que las convierte en comerciantes. ©Elepha

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Con las más de 1.000 mujeres ya empoderadas como comerciantes, Zapata intentó hacer un cambio en el negocio rural. “Teníamos conflictos por productos como el arroz: nuestras mujeres lo vendían a precios más bajos que los del comercio local. Entonces apareció Unilever, que estaba implementando un modelo para comercializar productos en zonas rurales similar al nuestro. Les propuse unirse a la iniciativa, aprovechando sus productos y nuestro conocimiento sobre las zonas y la población”.

Todo marchaba viento en popa, hasta que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Según Zapata, en 2018 Trump le hizo oposición a la Fundación Clinton y sus donantes empezaron a salirse. "Me dijeron que iban a eliminar el proyecto con las mujeres rurales en los ocho países donde tenía presencia, y así pasó. Pero yo no quería abandonar el proceso, ya que sabía que tenía un potencial comercial enorme”.

 

 

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Las mujeres wayú de La Guajira han sido unas de las más beneficiadas con la red empresarial. El catálogo Shakti hace parte de su diario vivir. ©Elepha

Nace una empresa

Con el cierre del proyecto en la ruralidad colombiana, Zapata le propuso a la Fundación Clinton seguir con la iniciativa sin el apoyo económico de los norteamericanos. “Accedieron. Solo me dijeron que no utilizara la marca Chakipi. Eso fue hace como 20 meses. Para el nombre de la nueva empresa me inspiré en el elefante, un animal que vive en manadas de matriarcados. Es una especie liderada por hembras que se cuidan y apoyan. Por eso decidí llamar a la red de mujeres Elepha, el nombre científico del elefante asiático”. 

Con el visto bueno de la fundación, este visionario retomó sus negociaciones con Unilever para seguir el proceso con las más de 1.000 mujeres que ya hacían parte del proyecto de los norteamericanos, pero con nuevos productos como jabones, desodorantes, cremas y otros.

“Fue empezar de ceros. Como yo no tenía el capital para llevarle productos a toda la población, pasé de 1.000 mujeres a un poco menos de 300. Todo inicio es duro, pero Unilever me dio crédito y oportunidades para arrancar, al igual que otros proveedores. Volvimos a hacer socializaciones en las zonas rurales y buscamos a las líderes sociales para que nos ayudaran con más mujeres”.
 

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Los productos que más piden las mujeres rurales son los de aseo. Sin embargo, para fechas especiales como el Día de la Madre, hacen muchos encargos de cremas y productos de belleza. ©Elepha

Elepha pasó de contar con menos de 300 mujeres solo en la Costa Caribe y el Eje Cafetero, a más de 8.000 en 18 departamentos. «Las ventas pasaron de 50 millones de pesos al mes hace año y medio, a más de 2.200 millones de pesos el mes pasado»

Sebastián Zapata
 

Según Zapata, además de la costa Caribe y el Eje Cafetero, donde ya tenía presencia el proyecto de la Fundación Clinton, Elepha amplió su espectro. Nos focalizamos en sitios con una población menor a las 50.000 personas, y no en grandes ciudades o capitales. Ya estamos en 467 municipios, en zonas bastante rezagadas como María La Baja, Montes de María, La Guajira y El Catatumbo. La cantidad de mujeres aumenta cada mes: ya van más de 8.000”. 

Todas han sido capacitadas en el manejo de nuevas herramientas tecnológicas para hacer los pedidos. “Aunque a cada una le enviamos los catálogos físicos para que ofrezcan los productos con sus clientes, los pedidos los tienen que hacer por una aplicación. Para sorpresa de muchos no fue un proceso difícil. Hasta las más mayores manejan perfectamente el celular y la tecnología. Algunas hacen sus pedidos por WhatsApp”.

Elepha también ha crecido como empresa. Hace año y medio solo contaba con tres personas (incluido Zapata). Hoy hay más de 80 trabajadores, entre el personal administrativo en Armenia (donde están las oficinas), las bodegas en Calarcá y los coordinadores locales en los 18 departamentos donde hacen presencia. "Las ventas pasaron de 50 millones de pesos al mes a más de 2.200 millones de pesos el mes pasado”, apunta el dueño de Elepha.
 

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Elepha no sólo le de empleo a las mujeres rurales. La empresa cuenta con más de 80 personas, quienes se encargan de llevar los pedidos hasta las zonas más alejadas. ©Elepha

Puertas abiertas

Además de Unilever, esta red empresarial ahora tiene como proveedores a Kimberly Clark y Bayer, y cuenta con alianzas con el Banco Agrario y Bancolombia. “Las grandes compañías se han enfocado en montar negocios en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, ignorando que la mayoría del país es rural. En estas zonas hay mercado, consumidores y gente con capacidad y ganas de hacer emprendimientos, argumenta Zapata.

Cualquier mujer de la ruralidad colombiana puede ser parte de Elepha. No necesitan experiencia, presentar su pasado judicial o una edad específica. “Deben suministrar sus datos generales, como dirección, referencias y número de cédula. Si son veraces, la persona ingresa a la red. Hacemos un estudio para estimar el crédito al que puede acceder y una visita a su hogar. Siempre aclaramos que la empresa no es un multinivel, es decir que no le pagamos a nadie por reclutar más mujeres. No somos una pirámide”.

La Amazonia es un mercado que le atrae bastante a este empresario. Por eso, ya tiene pensado investigar sobre las poblaciones rurales de la selva para beneficiar a sus mujeres. “El abandono en esa zona del país es enorme. Son territorios donde ni el Ejército hace presencia. Los departamentos amazónicos pueden representar un gran potencial de negocio”.
 

«Las grandes compañías se han enfocado en montar negocios en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, ignorando que la mayoría del país es rural. En estas zonas hay mercado, consumidores y gente con capacidad y ganas de hacer emprendimientos»

Dueño de Elepha
 

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La red de mujeres comerciantes pretende llegar pronto a la Amazonia colombiana, una de las zonas más abandonas por el Estado. ©Elepha

Experiencias de vida

Zapata conoce gran parte de las mujeres que hacen parte de su proyecto. Con unas ha charlado personalmente y con otras por medios virtuales. Muchas historias han logrado aferrarse en su memoria, en especial las de La Guajira.

“Escucharlas decir que se sienten útiles al aportar recursos económicos en sus casas y que ya no dependen tanto de los esposos, es emocionante. En La Guajira el machismo es grande, y ellas están haciendo cambios”.

Otro caso que lo marcó fue con una mujer costurera en el Eje Cafetero a la que le dio cáncer, la cual se vio obligada a vender su máquina de coser para pagar sus tratamientos. “La señora estaba aburrida en la casa sin hacer nada. Entonces se metió en nuestra red y empezó a vender productos desde su hogar. Con la plata pudo volver a comprar la máquina de coser. Hoy ya tiene una tienda”.
 

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Las mujeres rurales de esta red empresarial ya no dependen de sus esposos y quieren seguir creciendo como empresarias y comerciantes. ©Elepha

«Damos la oportunidad para que el campo crezca, que sus mujeres sean parte de la economía y se sientan útiles. Seguiremos creciendo de la mano de estas emprendedoras»

Sebastián Zapata, dueño de Elepha

A sus emprendedoras, Zapata las agrupa en varias categorías: las batalladoras, que rebuscan nuevos clientes por todo el pueblo; las profesionales, las que más venden; y las que lo hacen por hobbie. “Estas últimas son señoras que les gusta reunirse con las amigas y vendenles productos. No es tanto por necesidad, sino para sentirse como empresarias”.

Los productos más pedidos por estas comerciantes son los de aseo, como jabones, detergentes y límpidos, ya que casi siempre vienen con premios incluidos. "Eso depende de la época. Para el día de la madre encargan más cremas o productos de belleza. Todos los artículos son muy fáciles de vender, ya que son del diario vivir. Muchas mujeres incluyen en sus pedidos productos para el autoconsumo”.

El inventor de esta red afirma que Elepha no es una organización de caridad, sino un negocio para que todos crezcan de una forma mancomunada. “No hacemos caridad ni regalamos nada. Es un negocio para las señoras, Unilever y para mi. Damos la oportunidad para que el campo crezca, que sus mujeres sean parte de la economía y se sientan útiles. Le apostamos a que se fijen metas, mejoren su calidad de vida y se proyecten a futuro. Seguiremos creciendo de la mano de estas emprendedoras”.
 

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Cerca de 150 venezolanas hacen parte de esta red de emprendimiento para mujeres rurales. ©Elepha