Crédito: ESA/Webb, NASA, CSA, M. Zamani (ESA/Webb) y el equipo de Primeras Observaciones Científicas PDRs4All
Estas imágenes de Webb muestran una parte de la nebulosa de Orión conocida como la Barra de Orión. La imagen más grande, a la izquierda, proviene del instrumento cámara de infrarrojo cercano (NIRCam) de Webb. Arriba a la derecha, el telescopio se enfoca en un área más pequeña utilizando el instrumento de infrarrojo medio (MIRI) de Webb. En el centro mismo del área observada con MIRI se encuentra un sistema estelar joven con un disco protoplanetario llamado d203-506. La ampliación de abajo a la derecha muestra una imagen combinada de NIRCam y MIRI de este joven sistema. | Foto: Crédito: ESA/Webb, NASA, CSA, M. Zamani (ESA/Webb) y el equipo de Primeras Observaciones Científicas PDRs4All

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Científicos encuentran una molécula de carbono “especialmente importante” con el telescopio James Webb

La molécula se localizó en el disco planetario d203-506, situado a unos 1.350 años luz, en la nebulosa de Orión.

27 de junio de 2023

Un equipo internacional de científicos utilizó los datos recogidos por el telescopio espacial James Webb de la NASA para detectar por primera vez una molécula de carbono conocida como catión metileno (CH3+), que es considerado “especialmente importante” al tener la propiedad de reaccionar con una amplia gama de moléculas e iniciar así el crecimiento de otras más complejas y esta es la primera vez que se detecta desde que se teorizó sobre su “papel vital” en la química interestelar del carbono en los años 70.

En concreto, la molécula se localizó en el disco planetario d203-506, situado a unos 1.350 años luz, en la nebulosa de Orión. Se trata de una pequeña estrella enana roja, con una masa de solo una décima parte de la del Sol, que es bombardeada por una fuerte radiación ultravioleta, según se ha detallado en un comunicado en la página web de Webb.

En este sentido, se subrayó que la mayoría de los discos protoplanetarios que forman planetas pasan por un periodo de radiación ultravioleta intensa, como habría ocurrido en el disco protoplanetario que dio lugar al Sistema Solar, que también estuvo sometido a una gran cantidad de radiación ultravioleta emitida por una estrella compañera del Sol que murió hace mucho tiempo.

De este modo, el estudio predice que la presencia de CH3+ está relacionada con la radiación ultravioleta, que proporciona la fuente de energía necesaria para que se forme dicha molécula. El periodo de radiación ultravioleta experimentado por ciertos discos parece tener un profundo impacto en su química pues, por ejemplo, las observaciones Webb de discos protoplanetarios que no están sometidos a una intensa radiación ultravioleta procedente de una fuente cercana muestran una gran abundancia de agua, en contraste con d203-506, donde el equipo no pudo detectar agua en absoluto.

Crédito: ESA/Webb, NASA, CSA, M. Zamani (ESA/Webb) y el equipo de Primeras Observaciones Científicas PDRs4All
Esta imagen tomada por la cámara de infrarrojo cercano (NIRCam) de Webb muestra una parte de la nebulosa de Orión conocida como la Barra de Orión. Esta es una región donde la luz ultravioleta energética del cúmulo Trapecio —ubicado fuera de la esquina superior izquierda— interactúa con densas nubes moleculares. La energía de la radiación estelar erosiona lentamente la Barra de Orión, y esto tiene un profundo efecto sobre las moléculas y la química de los discos protoplanetarios que se han formado alrededor de las estrellas recién nacidas en este lugar. | Foto: Crédito: ESA/Webb, NASA, CSA, M. Zamani (ESA/Webb) y el equipo de Primeras Observaciones Científicas PDRs4All

El autor principal, Olivier Berné, de la Universidad de Toulouse (Francia), explicó en este sentido que “esto demuestra claramente que la radiación ultravioleta puede cambiar por completo la química de un disco protoplanetario”. “De hecho, podría desempeñar un papel fundamental en las primeras etapas químicas de los orígenes de la vida al ayudar a producir CH3+, algo que quizá se haya subestimado anteriormente”, sentenció.

Crédito: ESA/Webb, NASA, CSA, M. Zamani (ESA/Webb) y el equipo de Primeras Observaciones Científicas PDRs4All
Esta imagen del instrumento de infrarrojo medio (MIRI) de Webb muestra una pequeña región de la nebulosa de Orión. En el centro de esta vista se encuentra un sistema estelar joven con un disco protoplanetario llamado d203-506. Un equipo internacional de astrónomos detectó por primera vez una nueva molécula de carbono conocida como catión metilo en d203-506. | Foto: Crédito: ESA/Webb, NASA, CSA, M. Zamani (ESA/Webb) y el equipo de Primeras Observaciones Científicas PDRs4All

Por su parte, la espectroscopista y miembro del equipo científico del estudio, Marie-Aline Martin, de la Universidad de París-Saclay (Francia), destacó que “esta detección de CH3+ no solo valida la increíble sensibilidad de James Webb, sino que también confirma la postulada importancia central del CH3+ en la química interestelar”.

“Nuestro descubrimiento solo fue posible porque astrónomos, modelizadores y espectroscopistas de laboratorio unieron sus fuerzas para comprender las características únicas observadas por James Webb”, agregó sobre el estudio, en el que han participado investigadores del Instituto de Física Fundamental y del Observatorio Astronómico Nacional.

IA para revelar mensajes ocultos de un idioma perdido

La ciencia logró una contundente acción con esta tecnología, la cual ha dado de qué hablar. Un grupo de investigadores logró traducir uno de los primeros idiomas de la historia, permitiendo revelar sus secretos nunca antes conocidos.

Las preguntas que los científicos de la Universidad de Tel Aviv de Israel se hicieron fueron: ¿De qué escribían los primeros humanos de la historia? ¿Cómo se comunicaban las primeras civilizaciones? Si bien con el paso del tiempo se han venido logrando avances en estas cuestiones, el que hicieron los investigadores tiene un gran mérito.

Tableta con signos arcadios.
Tableta con signos arcadios. | Foto: Getty Images

Con respecto a los resultados y método de trabajo, los científicos publicaron toda la información en el artículo Translating Akkadian to English with neural machine translation, disponible en Oxford Academic. El cuerpo investigador manipuló fragmentos de escritos de las antiguas civilizaciones asirias y babilónicas plasmados en tabletas de arcilla, las cuales vivieron en Mesopotamia entre 2.700 a.C y 76 d.C. El idioma en cuestión fue acadio.

El acadio antiguo se usó hasta el final del tercer milenio antes de Cristo, cuando fue reemplazado por el asirio y el babilonio mayoritariamente.

“El objetivo de un sistema NMT para acadio es ser parte de una colaboración hombre-máquina, mediante la creación de la tubería que ayude al erudito o estudiante del idioma antiguo”, describe la investigación con respecto al método empleado. Esta herramienta corresponde a una relacionada con la Inteligencia Artificial.

*Con información de Europa Press.