La mejor forma de leer la nueva novela del ganador del Premio Booker es acompañándola de música. En este caso, la del compositor ruso Dimitri Shostakóvich, el sujeto de El ruido del tiempo de Julian Barnes, una corta y hermosa biografía novelada.
A partir de tres episodios puntuales, Barnes reconstruye la vida de quien fue, con la salvedad de Serguéi Prokófiev, el músico más célebre de la Unión Soviética, un hombre introvertido, frágil y nervioso que sostuvo en el transcurso de su vida una compleja relación con el régimen comunista.
La historia inicia el 26 de enero de 1936, cuando Stalin asiste a su nueva ópera en el Bolshói y dos días después escribe un editorial acusándolo de decadente. Así empieza el periplo del compositor con el Estado, uno que lo llevará a ceder paulatinamente ante las incomprensibles exigencias del totalitarismo, y que Barnes se apropia para presentar una conmovedora meditación sobre la relación entre el arte y el poder, y sobre la capacidad liberadora de la música, ese “susurro de la historia que se oye por encima del ruido del tiempo”.
