La suya es una historia de amor en la que no caben los lugares comunes. Él, Juan Manuel Salazar, es corredor de bolsa, polista, graduado del Colegio Nueva Granada, con estudios en la Bentley University de Boston, discreto y tímido. Ella, Johana Bahamón, defensora de los derechos de la población carcelaria; actriz, figura pública, desparpajada y deportista negada.

Su romance comenzó en una noche de fiesta a la que los dos llegaron con el corazón partido. Eran amigos de hacía tiempo, pero esa vez se vieron con otros ojos y desdibujaron los prejuicios de “niño bueno” y “niña mala” que tenían el uno del otro. Días más tarde, en un acto que hoy Juan Manuel reconoce como de “pura coquetería”, él entró a una cárcel por primera vez solo para apoyarla en el proyecto que ella apenas comenzaba.

“Nos casamos al mes, ¿para qué esperar más?”, dice Johana, y su marido suelta una carcajada: “Mis amigos me decían que estaba loco y tal vez tenían razón, pero estaba muy enamorado”. Johana ya era madre de Simón y a los dos años nació Mía. El amor de la particular pareja creció, al igual que la Fundación Acción Interna, con la que la caleña de 37 años ayuda a mejorar la calidad de vida de la población carcelaria en el país. Desde entonces, Juan Manuel ha visitado con ella siete penales. “Es increíble verla hacerlo todo con tanto amor. Aún me pregunto cómo puede ir todos los días y siempre con tan buena energía. Entrar allí por voluntad propia es una locura, pero una locura sana”.

“Mía es la más feliz con la llegada de Evelyn; dejó de ser la chiquita de la casa y le fascina”, cuenta Johana. En cuanto a Simón, dice que él ya tiene edad para cuidarla como su hermano mayor. La acolita en todo. Por eso no dudó en asumir, junto con ella, la custodia de Evelyn, la pequeña niña de un año a la que su madre prefirió dejarles cuando fue trasladada a una penitenciaría lejos de Bogotá. “Inicialmente yo era su acudiente, una figura que existe para las mujeres privadas de la libertad que tienen bebés. Ellos están hasta los tres años con sus madres, pero al mismo tiempo tienen personas a las que acuden para que los lleven al doctor o de paseo”, cuenta Johana.

“Esa fue otra sus ideas inusuales, pero resultó mucho mejor de lo pensado. Hoy Evelyn es para mí una hija más”, completa Juan. Con algo de picardía la actriz añade que el pelo de Evelyn se parece al de su exmarido, Andrés Cabas, otro miembro activo de ese hogar incluyente de cuya historia se podría escribir el guion de una serie: Juan Manuel es padrino de Simón Cabas y Andrés lo es de Mía Salazar. El cantante, famoso por su canción “Tu boca”, es un invitado frecuente en la casa y siempre comparte con ellos las fechas importantes. “Yo tuve una relación muy chévere con mi papá y quiero para Simón y Andrés esa misma cercanía”, dice Juan Manuel, al tiempo que recuerda a su padre Alfonso Salazar quien falleció hace más de veinte años. Se pone nostálgico y dice que no pasa un día sin que piense en él.

Andrés Cabas, exesposo de Johanna y padre de Simón, es otro miembro activo de ese hogar incluyente de cuya historia se podría escribir el guion de una serie de televisión.? Johana le quita solemnidad al momento y no se resiste a tomarle del pelo: “Él no quería esposa, ni mucho menos una familia grande, y terminó con mujer, tres hijos y un exmarido”. Fiel a su estilo más sobrio y sentimental, él le contesta: “Tal vez esto no era lo que yo quería, pero en el momento en que llegó lo quise y lo quiero mucho”.

Una vez terminada la entrevista, Salazar quiso asegurarse de que quedara registrado el profundo amor que siente por su mujer: “Creo que pocos entienden las locuras de Johana, pero es claro que a mí me encantan y por eso vivo enamorado de ella”. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.