Hace poco más de 90 años don Luis Felipe Ortega, junto a su esposa María Ignacia Ortega crearon lo que hoy se conoce como Hato Barley, un territorio de 9.000 hectáreas que se sitúa en el municipio de Tauramena (Casanare), localidad famosa porque allí surgió el “boom petrolero” de los años 90. Hoy esta tierra que guarda grandes tesoros naturales en sus sabanas, que don Luis Felipe defendió durante la época de la violencia, está en manos de sus nietos: Eliana y José Luis Felipe Carreño - tercera generación - quienes han mantenido el legado de conservación natural de sus antepasados y las tradiciones más ‘criollitas’ del hombre llanero.

En un territorio de 9.000 hectáreas está situado el Hato Barley en el municipio de Tauramena (Casanare). Foto: Yamid Calderón. “Hato Barley es una institución que se dedica al cuidado de la naturaleza, de la fauna, a la conservación de las costumbres del llano y a la generación de empleo”, destaca José Luis Felipe. El caballo y el llanero En Hato Barley no se permite el maltrato a los animales en ninguna de sus formas, es por eso que la fauna que en sus 9.000 hectáreas habita, se siente segura y permanecen allí. Una especie que destaca sobre las demás por su gran población, es la de los caballos salvajes, también conocidos como ‘caballos cerreros o criollos’. Le sugerimos: EN VIDEO: Rescatan dos enormes anacondas en los Llanos Orientales Los ‘caballos cerreros’ llegaron a las sabanas del Casanare por los españoles. Tienen una particularidad y es que son caballos “de aguante”. “Es una caballo adaptado a las condiciones del llano. Son especiales porque son de un aguante impresionante, son mansos, fuertes, resistentes y se convierten en el fiel amigo del llanero”, asegura.

 Los ‘caballos cerreros’ llegaron a las sabanas del Casanare por cuenta de los españoles. Foto: Yamid Calderón. La resistencia de estos caballos se logra con la formación que reciben desde que son potros. “Como son sabanas abiertas en las que habitan, la yegua pare el potro y él se para rápidamente. De ahí en adelante, el transcurrir de su vida es perseguir a la mamá para donde vaya, y como son cerreras, las yeguas van corriendo en sus atados y son quienes dirigen el movimiento. Los potros desde pequeños deben seguir a su madre para poder sobrevivir”, relata Luis Felipe. Le puede interesar: Delitos ambientales, la otra guerra en los Llanos Orientales El Hato Barley abrió sus puertas para que el mundo conozca los tesoros naturales que guarda. Es por eso que allí se oferta el Safari Llanero, producto que hoy día, gracias a la unión de los empresarios vinculados al Clúster de Turismo de Naturaleza de Casanare y al apoyo que han tenido de entidades como la Embajada Suiza, la Cámara de Comercio de Casanare e Innpusa Colombia, se promociona a nivel internacional.

Algunos equinos salvajes logran ser domados por los llaneros para adelantr sus trabajos de campo. Foto: Yamid Calderón. El turista podrá conocer todo el trabajo del llanero en este hato y disfrutar del Safari Llanero a caballo, en una experiencia en la que se maravillará con el avistamiento de fauna, flora, de esteros, morichales y los únicos amaneceres y atardeceres que el llano entrega.  Una de las experiencias que más destacan quienes ya han estado en este hato, es ver la forma en que los criollos tratan y doman a los caballos. “El turista ve la forma en que se traen al corral y cómo se trabaja en él, el aparte, el baño y el descosquille de los potros cuando son pequeñitos”, afirma.

Los caballos cerreros viven libres en las sabanas de los Llanos Orientales. Foto:  Yamid Calderón. El ‘descosquille’ es el nombre que se le da a la doma racional que practican los llaneros en Barley, la cual, los turistas experimentan durante su visita. Es una forma de adiestrar a los potros sin necesidad de usar golpes, como si se hacía antes con la doma tradicional. En cambio, el animal aprende por las buenas con el acercamiento del hombre a través de “caricias”, abrazos y un trato cordial”.   Le recomendamos: Impresionantes imágenes de langostas en Vichada Barley es un hato en el que se muestra que sí es posible tener prácticas ganaderas de manera responsable sin que generen un impacto ambiental alto. Es un lugar en el que la protección de los animales que allí habitan está por encima de todo y el respeto hacia ellos es una premisa.

Los caballos son los mejores aliados de los campesinos llaneros. Foto: Yamid Calderón.