Ómicron es el nombre de la nueva variante de la covid-19 hallada en Sudáfrica y cuyo primer caso se detectó el pasado 9 de noviembre. De acuerdo con las autoridades sanitarias de ese país y con la Organización Mundial de la Salud, ómicron se puede considerar como una variación “preocupante” además de “muy contagiosa”.

En cuanto a este último punto, los científicos han determinado que esta variante cuenta con al menos cincuenta mutaciones en relación con el virus original del SARS-CoV-2. De estas, 32 se encuentran en la proteína Spike, la cual utiliza el virus para tener acceso a las células del cuerpo humano. Es precisamente por esta razón que ómicron se ha considerado como una de las variantes con mayor facilidad de contagio entre las personas.

Ahora bien, en medio del miedo generalizado que ha causado ómicron, hay una parte de la comunidad científica que se ha desligado un poco de los estudios con los cuales se comprueba el nivel de contagio y la eficacia que tendrían las vacunas contra esta variación del nuevo coronavirus. Este grupo de investigadores se ha centrado en el estudio genético de ómicron para así saber a ciencia cierta los orígenes de esta variante.

Para saber el origen de un virus, no hay mejor estrategia que revisar su código genético. Así, al analizar cuál es su pasado y a qué otras variaciones o virus ha estado ligado, los científicos pueden desentrañar las condiciones en las que nació y, sobre todo, cómo y cuándo lo hizo.

“Ha sido muy común usar un árbol evolutivo, o un árbol genealógico, de estos virus SARS-CoV-2 para detectar introducciones en lugares como Australia y Taiwán que no han tenido mucha propagación local (…) Puede averiguar de dónde provienen las importaciones observando el genoma viral y comprobando: ‘¿Se acerca en sus características de secuencia a (cepas) que están circulando en otros lugares que han sido secuenciadas y compartidas con la base de datos?’”, explicó Trevor Bedford, virólogo computacional y profesor en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, Estados Unidos, a la National Public Radio (NPR) de ese país.

Ahora bien, aunque con ómicron se han realizado los estudios que se han hecho a las otras variantes de la covid-19 descubiertas hasta la fecha, los científicos no han dudado en sorprenderse al darse cuenta que la variación nació mucho antes de lo esperado: “Las secuencias más cercanas son de mediados de 2020, es decir, hace más de un año. Eso es muy raro de ver”, indicó Bedford.

Sin embargo, durante el casi año y medio que ómicron estuvo “quieta”, no se tienen registros de variantes intermedias que permitan registrar el avance de la covid-19 hasta la variación que aqueja hoy el mundo. Viendo esto, los científicos tienen tres hipótesis de lo que pudo haber sucedido durante este tiempo “en blanco” y del lugar en el que ómicron se pudo haber gestado.

Primera hipótesis: contagio en animales

Aunque no es la más aceptada, es una de las más recurrentes en las conversaciones científicas: ómicron es una evolución de la covid-19 que se gestó en medio de una población de animales al sur de África, que primero contagió a la fauna en cuestión para después volverse nuevamente contagiable entre los seres humanos. Ahora bien, no es la más aceptada, precisamente por la falta de “material genético del animal en el genoma” en ómicron, según Bedford.

Segunda hipótesis: “propagación críptica”

La “propagación críptica” de un virus es lo que ocurre cuando una de sus cepas es prácticamente indetectable ya que se gesta en medio de una población en la que no se realiza mucho monitoreo. Así, sin el seguimiento científico necesario, la cepa va evolucionando en un territorio apartado del resto del mundo, hasta que llega a un sitio con un sistema de vigilancia sanitario mucho más serio en el que finalmente se puede detectar.

“Y, finalmente, para cuando llegas a 2021, ha detectado suficientes mutaciones que se han vuelto (mucho más) transmisibles y luego explotan en la escena en ese momento”, es la tesis de Bedford.

Tercera hipótesis: persona inmunodeprimida como anfitrión del virus

Aunque parezca asombroso, muchas veces los virus se aprovechan de personas con enfermedades inmunodeficientes como el sida, que no han sido tratadas correctamente, para pasar desapercibidas entre un grupo poblacional. Toman el cuerpo de la persona para incubarse hasta que llegan a un punto en el que su transmisibilidad madura para así poder contagiar a otros seres humanos.

De acuerdo con los expertos, en este tipo de situaciones el sistema inmunológico de la persona contagiada entra en un limbo, en el que funciona de forma correcta para evitar que el virus pueda acabar con su vida, pero que no tiene la suficiente fuerza como para poder acabar con este. Así, el virus entra en un círculo vicioso en el que se va reproduciendo y evolucionando hasta que, en el caso hipotético de que así haya sucedido con ómicron, logra ser lo suficientemente contagioso para cambiar de anfitrión y empezar a propagarse.

“El punto no es culpar o estigmatizar a las personas en esta situación, sino reconocer que ayudarlos es clave para poner fin a la pandemia de coronavirus (…). La intervención aquí es clara. Solo tenemos que fortalecer nuestra respuesta al VIH y lograr que la mayor cantidad posible de personas se sometan a regímenes de tratamiento eficaces”, concluyó Richard Lessells, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de KwaZulu-Natal en Durban, Sudáfrica.