Este libro de la investigadora Marina Lamus Obregón abre una ventana interesantísima para mirar el siglo XIX colombiano. Esta ventana y su paisaje son el teatro o los hechos teatrales, como la autora los llama, presentados dentro del contexto político e ideológico de la época. El lapso estudiado comienza en 1831, año en que se promulga la Constitución de Cundinamarca, la cual busca incentivar las funciones de teatro, y llega hasta 1886. Paso a paso Lamus demuestra cómo esta actividad se fue desarrollando al vaivén de las formas políticas del momento: si reinaba el espíritu conservador mandaba la censura oficial y la consigna era "enmienda las costumbres riendo"; si soplaban vientos progresistas, como los auspiciados por Lorenzo María Lleras y su sociedad de artesanos, se reclamaba la libertad teatral y salían a relucir incluso ideas socialistas adaptadas al ambiente político. Enmarcados en los supuestos anteriores, que no excluyen las intenciones de crear una dramaturgia nacional, la investigación presenta los escenarios teatrales, el público, los actores cómicos, las compañías y los poetas dramáticos. Y aquí es donde hay que destacar el profesionalismo y el valioso trabajo investigativo de Marina Lamus. Recorre el país de función en función, presentando obras, actos, actores y escenarios. Sin embargo, lo que podría ser un ladrillo o una insoportable enumeración, la autora lo convierte en una lectura grata, gracias a su buena prosa, a la agilidad casi periodística que imprime a los textos y a las anécdotas. La relación del público con el decorado y con los artistas, las tendencias y géneros que predominaron, el papel que jugó la política, la formación del actor, las técnicas de actuación, los mensajes implícitos en las obras, los temas tratados y recreados, las críticas de la prensa, las censuras y, en fin, todos los fenómenos que desencadenaba una puesta en escena revelan mucho del medio social, los conflictos, los intereses, el desarrollo cultural, los cánones morales, las costumbres y los gustos de una época importante de nuestra historia. De ahí que este libro interese no solo a personas vinculadas con el teatro, sino a políticos y politólogos, a historiadores y sociólogos. Y creo que no me equivoco al recomendarlo a los lectores.