La palmicultura es la actividad agrícola mediante la que se cultivan palmas con diferentes finalidades. Una de ellas es la de la extracción del aceite de estas plantas para utilizarlo en diferentes productos, ya sea en productos de aseo como jabones, cremas dentales o productos de cuidado personal; en alimentos, ya sea para mascotas o de consumo humano como cereales, avena y helados, o para biocombustibles.

Desde la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), agremiación que reúne a este sector, se trazaron como objetivo hacer que el cultivo de esta planta en el país sea sostenible en términos ambientales, sociales y económicos.

Es por esto, que en diálogo con SEMANA, el presidente de la agremiación, Nicolás Pérez Marulanda, explicó que se creó el Programa de aceite de palma sostenible de Colombia, una estrategia de sostenibilidad del sector palmicultor colombiano, “y la forma cómo fomentamos la sostenibilidad, no sólo ambiental sino que también social y económica es por la vía de la verificación caso a caso, productor a productor del cumplimiento de cada uno de los principios de la producción de aceite de palma sostenible de Colombia”.

Lo anterior incluye prácticas ambientales, cero deforestación, manejo eficiente del recurso hídrico, disminuir la contaminación, prácticas laborales, formalidad en la contratación de mano de obra, seguridad en el trabajo y prácticas relacionadas con la relación armónica con el entorno.

“Entonces, por la vía de la medición y el acompañamiento técnico, estamos cerrando la brecha de cada uno de los productores para lograr que sean verificados como cultivadores de aceite de palma sostenible de Colombia”, aseguró Pérez Marulanda.

Respecto a si es el sector de la agricultura más sostenible del país, el funcionario aseguró: “Estoy convencido de que este es el sector que tiene la estrategia más clara de sostenibilidad del campo colombiano, que tiene, no solo armados los principios y el propósito, sino también el sistema de verificación y certificación, para poderle demostrar, sobre todo en los mercados internacionales, donde no basta con decir que uno hace las cosas distintas, sino que debe demostrarlo y trazar el producto e identificar caso a caso de dónde viene esa materia prima”.

Vale la pena recordar que el gremio anunció este miércoles que estima que la producción de aceite se mantenga en 2022, respecto a las cifras obtenidas en 2021.

Esto lo dijo el director de Planeación Sectorial de la entidad, Andrés Felipe García, quien explicó que el año pasado la producción fue cercana a las 3,4 toneladas por hectárea cultivada.

Para el mediano y el largo plazo, el objetivo de la federación es que la producción nacional ascienda hasta las cinco toneladas, en promedio, y enfatizó en que esta cifra es posible, puesto que “hay productores que han llegado hasta las diez toneladas de aceite por hectárea hoy”.

De igual manera, García explicó que el consumo de aceites vegetales crece en el mundo por dos factores. “Principalmente porque la población aumenta, y porque el ingreso medio global ha subido, particularmente en países en desarrollo, lo que les permite equilibrar su ingesta calórica, donde el aceite es parte fundamental”, manifestó.

Y resaltó que el aceite de palma se caracteriza porque es más económico que los demás, más productivo y tiene un mercado global en crecimiento.