Gustavo Páez, apóstol que dirige la iglesia cristiana Centro de Alabanza Oasis en Bogotá, habló con Semana.com sobre la polémica con el padre Linero, el supuesto poder político de su comunidad y la reforma tributaria. Semana.com: En estos días, el padre Alberto Linero desató una discusión por el pago del diezmo en las iglesias cristianas, ¿Qué piensa de esas declaraciones? Gustavo Páez: Lo primero que quisiera hacer es un llamado a que no usemos ese tipo de controversias para dividir más el país. El padre Linero en ninguna parte dijo que no hay que diezmar, lo que dice es que él da todo, y estoy de acuerdo con él. El diezmo en el Antiguo Testamento se daba por temor, mientras que en el Nuevo Testamento se da por amor. Es un sometimiento de voluntad más que una camisa de fuerza. Semana.com: ¿Hay alguna sanción si no se paga el diezmo? G.P.: El diezmo es un acto de amor y de entrega. La Biblia dice que todas las personas, incluidos los pastores, debemos aportar. Cuando doy algo por amor, no solo doy el diezmo, sino el 20% o el 30% o todo lo que necesita alguien. Nadie podría decir que ama sin dar y todo lo que damos es por amor. Semana.com: ¿Qué hacen las iglesias con ese diezmo? G.P.: Sobre eso hay que decir que en las iglesias cristianas hay una pobreza oculta. Son contadas las Iglesias que tienen estabilidad económica. Más del 80% de los pastores viven con menos de un salario mínimo. Por el contrario la carga de impuestos que nos cobra el Presidente es muy alta, más del 35% en impuestos. Semana.com: ¿En qué se fundamenta el cobro del diezmo? G.P.: Para nuestra congregación el diezmo se basa en la Biblia que nos dice que Cristo nos da el poder para hacer las riquezas. Si Dios hubiese querido que Adán fuera pobre lo hubiera puesto en un peladero o un basurero, no en el Edén. Lo mejor que le podemos hacer a la pobreza es no ser pobres. Muchas personas han hecho de la pobreza un altar, no enseñan a pescar sino que dan el pescado. Me gustaría que la gente se diera cuenta que los que hablan de pobreza nunca viven pobres, son dueños de universidades, bancos, emisoras, partidos políticos, solo que usan un vestido de pobreza. Semana.com: ¿Esto es diferente en la Iglesia Católica? G.P.: Si fuera cierto todo lo que la iglesia tradicional dice, entonces ¿por qué no toman todo el oro del Vaticano y todo el dinero que sacan de Colombia y se lo dan a los pobres?. Esa sería una buena reflexión. Semana.com: ¿Cuál es la relación entre el diezmo y la pobreza? G.P.: Partamos de que Jesús nunca fue pobre, se hizo pobre. ¿Una persona pobre tiene tesorero?, no creo y él lo tenía. Sostuvo a 12 familias, de los 12 apóstoles, les dio de comer, les dio para el diario, predicaba desde los chárter de la época, los barcos. Jesús tenía tanto dinero que Judas le robaba. No nos vengan a decir que Jesús era pobre, es la peor mentira del mundo. Jesús se hizo pobre para que con la pobreza de él nosotros fuéramos enriquecidos. En otras palabras, Cristo viene a nosotros a que seamos productivos y a que desarrollemos negocios. Y ahí damos con amor, como dije no solo el 10% sino todo. Semana.com: ¿En Colombia es usual que los feligreses ofrenden o diezmen? G.P.: Ahí, precisamente debe haber una Unidad entre el Estado y la Iglesia. El Estado debe incentivar a la gente a diezmar y ofrendar en la Iglesia para que podamos desarrollar nuestra función social de crear y construir hombres de principios y valores. Esta unidad entre Estado e Iglesia también le serviría a la iglesia tradicional para que no cobre responsos, padres nuestros, misas de muertos, bautismos que no hacen parte de los principios bíblicos. El diezmo es una respuesta para que la Nación pueda salir adelante. Semana.com: ¿Está de acuerdo con el cobro de impuestos a las iglesias cristianas que en algún momento se mencionó como posibilidad dentro de la reforma tributaria? G.P.: Siempre se ha intentado hacer eso, pero se desconoce la ley y lo dicho por la Corte Constitucional. Eso es paradójico. Nosotros para la Nación tenemos personería jurídica especial, somos iglesia, pero en la parte contable somos entidades sin animo de lucro. Me parece extraordinario que se haga la fiscalización a estas entidades, pero nosotros no somos entidades sin ánimo de lucro productivas. Nuestro fundamento es la fe y como vas a ponerle impuestos a la fe. Semana.com: ¿Cómo está compuesta su iglesia? G.P.: Comenzamos con un grupo de 40 personas. Antes se llamaban ‘iglesias de garaje’ porque teníamos que reunirnos en la sala de la casa ya que el Estado nunca se preocupó por fortalecer la iglesia. Nosotros trabajamos y nuestros sueldos los dábamos a la iglesia. Después con las contribuciones de la gente la comunidad creció y hoy en día somos una iglesia con cerca de 3.000 personas. Tenemos sedes en diferentes lugares de Colombia, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos y hacemos parte de una red llamada Pacto en Bogotá con 150 iglesias aproximadamente. Semana.com: ¿Cree que hoy hay estigmatización o discriminación hacia el cristianismo? G.P.: Yo creo que ya no existe ese señalamiento a las personas por ser cristianos. Ya no se ven homicidios como los 300 pastores asesinados en la década de los ochenta o que nos declaren objetivo militar. Al contrario, la iglesia creció pero lo que pasó es que los políticos nos veían más para votar que para participar. Con uno ojo oran y con otro ojo nos cuentan. Semana.com: ¿Explíquenos mejor cómo es eso que los políticos los contaban? G.P.: Los políticos iban a las iglesias, cerraban un ojo para orar y el otro lo tenían abierto para contar los votos que les daríamos. Nos llaman más par votar que para participar. Por eso pensamos tener representantes nosotros mismos. La reforma política acabó con las minorías y los partidos Unión Cristiana y Partido Nacional Cristiano se terminaron. Estábamos dispersos en los partidos existentes, pero quedamos con ese sabor de querer transformar a Colombia desde lo político. Semana.com: ¿Usted cree que la iglesia Cristiana en Colombia ha sido perseguida? G.P.: La iglesia cristiana lleva en Colombia 178 años. De allí en adelante toda la historia fue de persecuciones. La iglesia cristiana para vivir fue fundada a los alrededores de las ciudades por misioneros americanos que reunían a la gente humilde, les traían mercado y ropita y de paso les hablaban de la Biblia y de la palabra. En la década de los 60 empezó la persecución más fuerte por la guerra en Colombia , fue impresionante, porque a nosotros nos persiguieron. A los evangélicos se les odiaba. Muchas veces se jugó futbol con la cabeza de los pastores en los pueblos. Por eso las reuniones de nosotros eran clandestinas, en lugares donde había poco acceso y se usaban señas como el símbolo del pez, la cabeza del pez era la flecha que mostraba el lugar donde sería la reunión. Después se llegó a una persecución política. Semana.com: ¿Se logró superar esa persecución? G.P.: A partir del proceso constituyente de 1991 empezamos a ser vistos, no porque no existiéramos, sino porque nos vieron con otra cara. Vimos la posibilidad y la oportunidad de participar para cambiar lo que nos estaba afectando, que era el poder, el zapato, la bota de la iglesia católica sobre nosotros y logramos meter dos constituyentes. La Constitución cambió porque antes decía: “En el nombre de Dios y la santa madre iglesia católica…” y ahora dice: “En el nombre de Dios..”. Luego creamos unos partidos políticos. Nosotros éramos gente muy sencilla que no había accedido a la universidad y sin recursos, pero no nos cohibía para construir un tejido social que ahora es demasiado fuerte después de los años. Hemos hechos colegios sin ayuda del gobierno, creado universidades, fundaciones, centros de rehabilitación, entre otras ayudas. Semana.com: ¿Se puede decir que este año la iglesia cristiana despertó? G.P.: La iglesia cristiana siempre ha tenido una participación en política. Lo que pasa es que teníamos representantes que nos dieron la espalda y por eso nos obligaron a los pastores a salir de los pulpitos para participar en política. Algunos usaron nuestras iglesias para subir a la Presidencia o al Senado, y una vez estuvieron allá nos abandonaron. Entonces nos tocó buscar líderes que reconocieran el sentimiento de lo que es la iglesia, la comunidad y a que a la vez conocieran el sistema político. Lo que se produjo es un hecho político, una causa. A nosotros los cristianos nos unen más las causas que las organizaciones. Creemos más en los organismos que en las organizaciones. Por eso creemos que la comunidad cristiana tendrá un papel fundamental y decisivo en Colombia y en América Latina.