Gripe española Considerada como la mayor pandemia del mundo, la llamada ‘gripe española’ contagió a 500 millones de personas y mató entre 50 y 100 millones. Como explica Fabio Zambrano, economista, magíster en Historia de América Latina de la Universidad de la Sorbona y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, “la gripa desnudó las condiciones de miseria urbana en la que vivía buena parte de la población colombiana y la ausencia de un sistema de salud público que permitiera atender semejante catástrofe. Entonces de allí nació una política de construcción de hospitales públicos muy importantes como el de La Hortúa, el San Carlos y La Samaritana”. Así mismo, según Zambrano, se desarrolló una política de viviendas obreras y se erradicó el Paseo Bolívar –un cinturón de miseria alrededor del centro de Bogotá–. Además, se aceleró la canalización de los ríos San Francisco y San Agustín y luego arrancó la construcción del primer acueducto moderno de la ciudad. Crac del 29 “Después de la opulencia de los años veinte, de la época del Gran Gatsby, los estadounidenses hacían filas para pedir un plato de sopa”. Así describe Juan Nicolás Garzón, internacionalista con maestría en economía aplicada, el choque que representó para la sociedad norteamericana el Jueves Negro de la Bolsa de Nueva York, en 1929. La primera crisis del capitalismo. El país reactivó su economía gracias al New Deal, la famosa política intervencionista implementada por el presidente Franklin D. Roosevelt, en la que se incluyó, por ejemplo, la autorización de pagos a los estados que distribuyeran ayudas a los desempleados, la construcción de megaobras como el túnel Lincoln, en Nueva York, y el Golden Gate, en San Francisco, para generar empleo. Así como la aprobación de la Ley del Seguro Social, que estableció un sistema de pensiones, de seguridad y un seguro de desempleo. Además, se prohibió emplear a menores de 16 años y las jornadas laborales superiores a 44 horas, entre muchas otras medidas. En síntesis, señala Garzón, “se fomentó la idea de que el Estado necesitaba ser el impulsor del sistema económico. Entonces Roosevelt se dedicó a poner dinero en los bolsillos de las personas para que empezaran a consumir más y así generaba un círculo virtuoso para la economía”. El milagro japonés Después de ser atacada con dos bombas atómicas al finalizar la Segunda Guerra Mundial, hoy Japón es la tercera potencia económica del mundo. ¿Cómo lo logró? Para Garzón, la extraordinaria recuperación japonesa se debe a que su población comprendió la importancia de una premisa: “La empatía y la confianza son fundamentales para construir colectivamente una sociedad que se reinvente”. Y como explica Manuel Guerrero Amaya, magíster en Economía de la Universidad de Tsukuba, en Japón, aunque la isla no contaba con yacimientos mineros, petróleo, ni gran cantidad de tierras cultivables, empezó a aprovechar su capital humano, que se dedicó a desarrollar nuevas tecnologías y a innovar en sectores como la robótica y la informática. Además, Japón le apostó a un concepto de producción nacional: la calidad. Por eso después soportó grandes cambios macroeconómicos como la devaluación de su moneda frente al dólar en la década del noventa. Nace un gigante Hay ciertas discrepancias políticas alrededor de su modelo, pero para Aurelio Suárez, analista económico, político e internacional, el milagro chino fue aún más impresionante y significativo que el japonés. “Al final de la Segunda Guerra Mundial, China era un país casi feudal, donde el 60 por ciento de la población era adicta al opio. Hoy es la segunda potencia industrial y económica del mundo”, sentencia. ¿A qué de debió su ascenso? Suárez lo resume de este modo: “Esta nación numerosísima y pobre, basándose en sus propios esfuerzos y respetando a los demás países, logró construir unas bases sólidas de tipo social y estructural que constituyeron un modelo fundamental para el país”. Se enfocó en el desarrollo de una industria propia, en su unión como país, en la estabilidad gubernamental, en el desarrollo de la industria ligera y proyectos de infraestructura. Eso sin dejar de lado soluciones colectivas de salud, educación, vivienda y otras necesidades básicas de la población. *Periodista. Lea también: ¨Nos creíamos invencibles”: Francisco de Roux