Aldea Púrpura nació de la búsqueda de nuevas formas de acercar a las personas al bienestar emocional a través de acciones cotidianas. “Queríamos una apuesta diferente, innovadora, que permitiera a todas las personas acercarse un poco al bienestar emocional”, explica Ana María Beltrán González, directora ejecutiva de la Corporación Lenguaje Ciudadano. La iniciativa parte de una idea sencilla: transformar la hora de la comida en un espacio para la reflexión y el crecimiento personal.
La propuesta combina un restaurante con dos opciones de carta. Una es tradicional y la otra está basada en un programa de entrenamiento de nueve pasos, diseñado para guiar a los participantes en un proceso que incluye reconocer la propia esencia, conectar con la historia personal y realizar un proceso de perdón. “La experiencia tiene que ver mucho con reconocer nuestra esencia, conectar con nuestra historia, hacer un proceso de perdón, de vibrar alto y allí son acompañadas por un facilitador”, señala Beltrán.
La idea nació de la necesidad de encontrar una alternativa que permitiera que el bienestar fuera parte de la vida cotidiana. “Qué más cotidiano que la hora de la comida”, afirma. La respuesta de quienes han participado ha sido mayoritariamente positiva. Aunque algunas personas han dudado o han interpretado la experiencia como un tema religioso, la mayoría se acerca por curiosidad o interés genuino.
En los tres años desde su apertura, Aldea Púrpura ha atendido a más de 5.000 personas, especialmente mujeres que buscan superar experiencias de dolor, fracaso o violencia. “Esperamos que haya Aldeas Púrpuras por todo el mundo, ser pioneros de un nuevo concepto de terapia, holístico, de bienestar, esa es la apuesta, llevar el mensaje de bienestar a la mayor cantidad de gente posible”, comenta la directora.
El proyecto se apoya en los 20 años de experiencia de Lenguaje Ciudadano y ha requerido adaptarse a una cultura diferente dentro del sector de bienestar emocional. “Ha sido difícil entrar en una nueva cultura pero también ha sido lo más satisfactorio. Creo que han sido resultados muy valiosos”, añade Beltrán.
Aldea Púrpura busca consolidarse como un modelo replicable que combine la rutina diaria con la búsqueda de bienestar emocional, ofreciendo un espacio en el que comer se transforma en una oportunidad de introspección y crecimiento personal. “La idea es que cada persona pueda acercarse a su bienestar en un contexto cotidiano y accesible para todos”, concluye la directora.