En medio de una serie de operativos y redadas que adelantan actualmente las autoridades de Tailandia, en procura de fortalecer sus estrategias para el control de la circulación y consumo de estupefacientes y otras sustancias prohibidas, un grupo de monjes que habitaban la localidad de Bueng Sam Phan, en la provincia central de Petchabun, se han convertido en foco de las miradas de los medios internacionales debido a una inesperada situación.

Según recogen medios internacionales, estos monjes fueron abordados por las autoridades en desarrollo de sus operativos, y tras practicarles los correspondientes estudios sobre consumo de drogas, los resultados mostraron que todos; incluido su líder, eran consumidores, por lo que la policía tuvo que detenerlos y conducirlos a centros de desintoxicación.

Los monjes capturados corresponden a un grupo de 4 personas, incluido su líder, responsables de un templo conocido como Sap Kaset Nok, que ahora, tras la aprehensión del grupo de religiosos, quedó vacío, y a la espera de que los superiores de los detenidos tomen las correspondientes medidas para evitar que este quede desprotegido.

De acuerdo con los medios internacionales, que recogen el comunicado de las autoridades tailandesas, los hechos tuvieron lugar el pasado viernes, 25 de noviembre, en el marco de una ‘operación rutinaria’, generando sorpresa en la comunidad.

Tras lo acaecido, el correspondiente gobernador de la provincia de Petchabun, dispuso que el grupo de religiosos; incluido su líder, fueren conducidos a un centro especial para el tratamiento de adictos, precisando que en contra de ellos no se radicarán cargos, en tanto lo que se busca es apoyarlos en su ‘rehabilitación’.

Sobre las redadas como la practicadas a este grupo de monjes, autoridades locales han explicado que ese trata de una estrategia orientada a combatir un aumento significativo en el consumo de sustancias ilegales, el cual se ha convertido en un evidente problema para el país.

En ese mismo sentido, las autoridades apuntan a que el incremento en el consumo de estas sustancias, se ha derivado de de una difícil situación transnacional que a su vez se originó tras un golpe de estado en un país vecino; Birmania, que permitió el aumento significativo del tráfico ilegal de estupefacientes.

Debido a su cercanía, Tailandia se ha convertido en uno de los principales destinos de esas sustancias ilegales comercializadas en medio de la ilegalidad de grupos de su vecino país, en una situación impulsada a su vez por el atractivo turístico que reviste este territorio, encontrando en los visitantes otro nicho de comercio.

Sobre las redadas adelantadas por las autoridades para frenar el auge del consumo y frenar eventuales complicaciones frente al tema de los adictos, ha trascendido que estas tienen como foco especial los templos, escuelas y comunidades, con el único objetivo de identificar a las personas vulnerables, o que ya se encuentran en avanzados niveles de adicción, con el fin de ‘rescatarlos’, redireccionándolos a entidades que les ayuden en su correspondiente rehabilitación.

El budismo, que es la religión mayoritaria de ese país, agrupando a cerca del 90% de su población, recientemente se ha visto manchado por escándalos protagonizados por algunos de sus miembros y monjes, quienes contrario a sus lineamientos de austeridad, han optado por hacer caso omiso de ellos buscando vidas de lujo, y siendo centro de casos de tráfico de droga e incluso de polémicas de índole sexual como abusos.

Medios internacionales también han exaltado que se calcula que actualmente existen en Tailandia cerca de 300.000 monjes o personas que han optado por la vida religiosa, en un contexto que, a diferencia del catolicismo, no representa, en muchos casos, una entrega de por vida a las labores de la religión, sino que puede ser por un tiempo determinado.