Muchos niños han crecido con la idea de que, si se portan mal, “el loquito del barrio se lo va a llevar”, es una amenaza que hacían los padres tratando de intimidar con los habitantes de calle que han existido toda la vida. Han cambiado de nombre con el paso de los años. En algún momento los llamaban pordioseros, luego gamines, desechables, en fin, en cada región han tenido un calificativo diferente. Con la cultura del narcotráfico que se desató en los años ochenta el fenómeno empezó a empeorar y a mostrar la degradación del ser humano, explicó Fabian Rico, líder de abordaje territorial de la subdirección para la adultez de la secretaría de integración social de Bogotá.

Cuando los productores de cocaína empezaron a buscar el consumo interno y no solo la exportación, fue más común que cientos de personas llegaran a vivir a las calles sin importar los estratos sociales, o preparación académica. Las calles están llenas de personas letradas, con familias de la alta alcurnia, seres humanos excepcionales que alguna vez dieron la vida al servicio de los demás pero que por circunstancias de sus realidades tomaron decisiones que los llevaron a estar en un estado en que la sociedad los rechaza.

A unas cuadras de la Policía Metropolitana, del Ejército, de la Alcaldía y hasta de la Presidencia está el barrio San Bernardo, asediado por el crimen.

Si bien es cierto que cuando crearon el bazuco, que quiere decir la basura de la cocaína, se asociaba que los consumidores de este llegaban a la indigencia, también es una realidad que poco se conoce que un porcentaje alto de los que habitan en los andenes no consumen ningún tipo de sustancia psicoactiva, ni siquiera licor. Se salieron de sus casas por cuenta de depresiones y maltratos intrafamiliar, siendo ellos las víctimas o los victimarios. Se calcula que durante y después de la pandemia decenas de hogares entraron en una crisis que llevó a que algunas personas decidieran no volver a su hogar.

Los habitantes de calle muchas veces trabajan, no solo en reciclaje, sino también en restaurantes, parqueaderos, entre otros oficios informales y luego se van a dormir en los andenes. La cifra oficial de habitantes de calle es proporcionada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane) tras sus censos. El último realizado en 2021 habla que 6.248 personas viven en condición de calle; el 87,6 % son hombres y el 12,4 % son mujeres.

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Pero lo que se manifiesta desde diferentes entidades que hacen caracterización y trabajo social es que la cifra de habitantes de calle ha superado los 12.000 sin ser estas cifras oficiales. Se estima que en 86 municipios hay habitantes de la Calle, sin duda una de las ciudades con mayor presencia de esta población es Bogotá. Son varios los factores que hacen que la capital del país se vuelva atractiva para ellos. Una es la infraestructura, con grandes puentes vehiculares y peatonales que facilitan que las personas pernoten en estos espacios. Al igual que en los canales de riachuelos.

Otro de los factores atractivos es que la oferta social que tiene la Alcaldía de Bogotá, cuenta con comedores y lugares en los que se pueden asear y dormir en algún momento. “Esos espacios son precisamente los que nos permite acercarnos a estas personas que no deben ser tratadas como si no fueran seres humanos”, resaltó Carlos Cardozo subdirector de Integración Social, en temas de adultez.

¿En qué localidades de Bogotá se concentran los habitantes de calle?

En Bogotá la dinámica de los habitantes de calle cambió, mientras unos años atrás existían lugares monopolizados por bandas criminales como lo fue El Bronx y la calle del Cartucho, hoy en día se estima que el fenómeno se disipó a las 19 localidades urbanas de Bogotá.

Pero las bandas que instrumentalizan a los habitantes de calle cambiaron de estrategia, ya evitan lugares grandes de aglomeración, prefiere que el habitante viaje por toda la ciudad, y conquiste pequeños terrenos, que no superan grupos de diez personas. El trasporte público ha facilitado que habitantes de calle estén en la mañana en el norte y en la noche en el Sur.

Las entregas serán en el Centro Integral para Habitantes en calle. | Foto: Alcaldía de Bucaramanga

Sin embargo, hay unos puntos de la ciudad donde predomina la presencia de habitantes de calle, como en el sector de San Bernardo, en los alrededores del parque Tercer Milenio, en Kennedy (cerca de los Barrios de Corabastos). Bajo el puente elevado de la calle Sexta con carrera 30. Junto al río Fucha en la localidad de Antonio Nariño. En la localidad de Engativá en el barrio Las Ferias. En el canal de los Ángeles en la Avenida Cali, son algunos de los puntos en los que más se destaca el fenómeno. Usaquén que es una localidad caracterizada por barrios estrato alto también presenta población que vive en la calle.

Según los expertos en población vulnerable, el fenómeno de habitabilidad en calle más que reflejar un problema de inseguridad evidencia un problema de salud mental y de violencia intrafamiliar. “Los habitantes de calle no nacen como maticas, son historias de vida”, puntualiza Ríos.