“Es triste saber que tuve razón. Ojalá no vuelva a pasar lo mismo”, así lo manifiesta el reconocido meteorólogo colombiano Max Henríquez, un hombre que entiende, lee e informa sobre el clima en el país, los fenómenos naturales y la geofísica; quien en 1985 estudió muy bien lo que podía suceder con el volcán Nevado del Ruiz, pero nadie atendió su advertencia y ocurrió lo peor: la avalancha de Armero.

Meses antes de que se presentara la tragedia que sepultó al municipio tolimense, el también periodista científico escribió un artículo que fue publicado en El Espectador titulado ‘Despierta, volcán-nevado‘, en el que describía y advertía con precisión lo que se podía cernir sobre el Tolima si el Nevado del Ruiz erupcionada.

“Yo escribí que una erupción podía provocar avalanchas por los ríos Lagunilla y Chinchiná. Que las poblaciones debían estar preparadas. Nadie hizo nada”, contó a SEMANA. Lo que no se imaginó fue que, por los avisos en esa nota, se le fueron en contra desde las autoridades locales, calificándolo de loco.

Henríquez era una figura conocida en los medios nacionales, tanto en televisión como en radio. En ese entonces, era presentador en el Noticiero Nacional y se convirtió en uno de los pioneros en Colombia al traducir el clima y la ciencia a un lenguaje que la gente pudiera entender.

Hoy, 40 años después de lo que pasó en Armero, habla sobre cómo desoyeron lo que estaba por suceder, las lecciones que dejó y si el país puede responder a una situación así en tiempos cuando el clima y su comportamiento piden que generemos un cambio.

Una de las vistas de Armero completamente desaparecido que capturó el fotógrafo y periodista Rafael González. | Foto: Rafael González

SEMANA: Han pasado 40 años de la avalancha de Armero, para un meteorólogo experimentado como usted, quien alertó de lo que iba a pasar, ¿qué significa el 13 de noviembre de 1985, una fecha que marcó a los colombianos?

Max Henríquez: Para mí todavía sigue siendo un motivo de tristeza, de dolor, de rabia, de un sentimiento fuerte que tengo, que hace trasladarme a aquellas épocas en que hicimos todo lo que estaba en nuestras manos para evitar que sucediera una desgracia como esa, pero sucedió, y sucedió por diferentes motivos que a veces se escapan del ser humano, de la capacidad de reacción.

En aquella época no había nada, ni una oficina de prevención de desastres, no había un sistema de prevención y atención de desastres, no había nada. Las cosas que se hicieron en aquel momento fueron todas improvisadas, y esa improvisación causó la tragedia. Hubo otras razones físicas, humanas también, que conllevaron a lo que pasó, que fue todo el andamiaje que se debía haber montado rápidamente para prever cualquier situación, o monitorear el comportamiento del volcán y poder anticiparse al desastre.

Aparte de eso, hubo negligencia de las autoridades para comprar los equipos que hacía falta instalar en la falda de la montaña, o en la montaña misma, para poder saber qué estaba pasando.

SEMANA: ¿Cómo fue que un meteorólogo que estudió en Europa, regresó al país y se comenzó a interesar por lo que estaba pasando con el volcán Nevado del Ruiz antes de que ocurriera la tragedia?

M.H.: Mucha gente me decía: ‘Si usted es un meteorólogo, usted qué va a saber de volcanes’, y resulta que estudié en la Universidad de Ciencias Naturales de Budapest, Hungría. Cuatro o cinco premios nobel de física y de química han salido de ahí y el último premio nobel de Literatura también es un húngaro de la Facultad de Letras.

Una universidad donde nos enseñaron a los meteorólogos todas las ciencias naturales, vulcanología, geología, geomorfología, astronomía, astrofísica, solarología, planetología, hidrología y todas las otras ciencias naturales, todas, sin excepción. Entonces llegué a Colombia con un conocimiento amplio sobre el comportamiento de la naturaleza y del medio ambiente.

Comencé a trabajar en el Noticiero Nacional haciendo los pronósticos del tiempo, pero también hacía informes científicos sobre el calentamiento global, sobre la destrucción de la capa de ozono, que en esa época todavía la gente no hablaba de eso, era un tema tabú. Así que cuando llegó el momento de hablar del volcán, pues tenía no solamente el conocimiento y las habilidades, sino también los medios para hacerlo y fui al Nevado del Ruiz, subí con un grupo de gente que nos hacíamos llamar los amigos del volcán, que éramos periodistas, científicos, políticos, y estábamos en un grupo que hacíamos lo que las autoridades todavía no podían hacer, porque en esa época no había ni siquiera vulcanólogos en Colombia.

Max Henríquez fue uno de los primeros meteorólogos en presentar el tiempo y el clima en el Noticiero Nacional,. | Foto: Archivo Personal API

SEMANA: Sobre el artículo que escribió en 1985 para El Espectador avisando de lo que podía ocurrir si el Nevado del Ruiz erupcionaba, pues registraba comportamientos que alertaban y preocupaban, ¿por qué incomodó tanto?, ¿qué fue lo que les molestó a las autoridades en ese momento?

M.H: Cuando comencé a trabajar en el Noticiero Nacional en el año 84, don José Salgar, el subdirector de El Espectador, y don Guillermo Cano, su director, me invitaron a que escribiera en el periódico, artículos científicos... Escribía de todo: sobre terremotos, tsunamis, tornados, huracanes, todos los fenómenos de la naturaleza los manejaba como del cometa Halley.

Entonces escribí un artículo que se llamaba ‘Despierta, volcán-nevado’, y hablaba de cómo es la dinámica de los volcanes y cómo es que un volcán nevado es muy peligroso. Y en concreto hablaba del Nevado del Ruiz, que por tener nieve ahí arriba, en el momento en que hiciera erupción esos casquetes de hielo glacial, se podían desprender y avanzar hacia abajo por las cuencas de los ríos y generar una avalancha que causaría graves daños en las poblaciones que quedaban en las partes bajas.

Eso despertó una furia incontenible de los gobernadores de Caldas y de Tolima, que me declararon persona no grata. Y al periódico El Espectador, a don Guillermo Cano, lo llamaron para decirle que cómo se le ocurría publicar esos artículos de ese tipo, que ni siquiera acertaban los pronósticos del clima y ahora iba a acertar la erupción de un volcán. Fueron muy despectivos conmigo, pero eso no lo sabía yo, porque eso se lo dijeron a don Guillermo Cano.

Entonces, el día de la erupción, cuando ya se supo todo, don Guillermo me dijo: ‘Max, mire, de usted dijeron esto, esto y esto, así que hágame el favor y escriba un artículo y váyase con todo’. Él mismo escribió un editorial en el periódico, y el editorial me menciona y justamente habla de esos políticos que son irresponsables y que no entienden de lo que se llama la prevención de desastres.

Este fue el artículo que escribió Max Henríquez para el Espectador, 'Despierta volcán-nevado', sobre la alerta del volcán Nevado del Ruiz que generó duras reacciones. | Foto: El Espectador

SEMANA: Cuando ocurre la avalancha, ¿en dónde estaba y cómo se enteró de lo que se convirtió en realidad a pesar de lo que usted había mencionado en su artículo?

M.H.: Estaba en el Noticiero Nacional, en Inravisión, y listos para salir al aire a las nueve y media de la noche, cuando llegó una llamada del Cerro Gualí, el que queda al lado del cráter Arenas del Nevado del Ruiz. Allí había una antena repetidora de Inravisión y gente que trabajaba ahí. Uno de ellos, que estaba en turno, llamó a decir: ‘Mire, aquí se sintió una explosión y están cayendo piedras’. Él no se atrevía a asomarse, porque era de noche, estaba cayendo además un aguacero, y las piedras que caían eran los pedroclastos que emite el volcán cuando hace erupción.

Eso mismo fue lo que sintieron los habitantes de Armero antes de irse a la cama esa noche, porque estaba lloviendo con arena... La avalancha la causó fue la erupción de las 9: 35 p. m. del 13 de noviembre de 1985.

Así nos enteramos. No nos atrevimos a emitir la noticia, porque nos habían declarado personas no gratas, y estábamos, pues, como prohibidos, porque no había una información oficial del Gobierno que dijera: ‘Mire, sí, acaba de hacer erupción el volcán y hay que evacuar’.

Termino el noticiero y me fui para mi casa. Presentí que iba a tener una ingrata noticia al día siguiente y, efectivamente, así fue cuando escuchamos a Yamid Amatt y al piloto de la avioneta que sobrevoló Armero a las 6:30 de la mañana, y vio que había desaparecido.

Esta es la editorial que Guillermo Cano, director de El Espectador, escribió tras la avalancha de Armero que fue advertida por Max Henríquez. | Foto: El Espectador

SEMANA: Tras esta tragedia que hoy se recuerda, ¿qué lecciones le deja Armero al país?, ¿cómo ve el monitoreo de los volcanes actualmente?

M.H.: A partir de ese momento todo cambió. Se creó la Oficina Nacional de Prevención y Atención de Desastres. En el año 88 se constituyó el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres, que ya es una cosa de palabras mayores.

Ya se hizo la institucionalidad necesaria para el manejo de los desastres que son un problema para las sociedades, para la economía y para el desarrollo. Entonces uno tiene que prepararse para afrontarlos o para evitarlos, si fuese posible.

La Oficina de Prevención y Atención de Desastres se cambió por la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), que es una oficina donde se robaron la plata. Comenzando por ahí, en este Gobierno se robaron la plata con la cual se atiende a las comunidades por una emergencia, especialmente las invernales.

Yo veo con malos ojos lo que está pasando, porque en cualquier momento va a suceder otro evento grave para el país y no vamos a tener la respuesta adecuada. Hay fenómenos naturales que nos han afectado, como el huracán Iota, que a pesar de las advertencias pasó por Providencia y causó el desastre más grande que ha tenido la isla colombiana del Caribe en toda su historia: un huracán categoría 5 que destruyó el 90-95 % de la infraestructura de la isla... Así que yo creo que hoy en día estamos como en pañales.

SEMANA: En medio del monitoreo constante que se le hace a los volcanes para usted, además del Nevado del Ruiz, que cada nada muestra actividad, cuál es el más peligroso.

M.H: Hay un monitoreo de los volcanes, por ejemplo, del volcán de Galeras, el Puracé, el Tolima, pero el Machín es el más peligroso que tiene Colombia.

El día que haga erupción se afectan Ibagué, Armenia, Calarcá y todo lo que está por ahí cerca, entre ellos, el túnel de La Línea. Siempre he criticado ese túnel porque lo hicieron ahí muy cerca de donde está el Machín.

El día que ese volcán haga erupción va a haber un desastre muy grande. Esas cosas no se deben hacer. Cuando hacen una obra de infraestructura tiene que tener en cuenta los riesgos que hay... Algún día, no sé si de pronto esté vivo todavía para verlo, pero se puede presentar eso.

SEMANA: Como un gran conocedor de los fenómenos climáticos, del tema natural, hoy, después de toda esta trayectoria y de todas estas coberturas, contándole a los colombianos el comportamiento del clima, ¿cómo describiría a la naturaleza en pleno siglo XXI?

M.H.: Estamos en un proceso de cambio de clima que nos está llevando hacia un futuro incierto. Se han hecho muchos modelos de escenario futuro, pero todos han sido superados por la realidad. Estamos en un mundo que está cambiando por varias razones y una de ellas es la emisión de los gases de efecto invernadero por parte de los seres humanos y el desarrollo.

También hay un cambio climático que es de corte natural, que está en proceso y que mucha gente ignora porque no conoce sobre estos temas. Pero ese cambio climático natural nos está indicando que sí o sí el clima va a seguir cambiando.

Lo que nosotros debemos hacer es reducir el impacto que causamos en la naturaleza para que las consecuencias no sean tan graves para la humanidad... Tenemos que hacer algo para evitar que el impacto del cambio climático sea peor.