Mientras otras colectividades titubean, se arrodillan ante las cuotas del poder o prefieren el silencio cómplice, el Centro Democrático se mantiene en pie como la única fuerza política que ha sostenido una oposición firme, con propuestas concretas y la autoridad de haber gobernado con resultados que cambiaron la historia reciente del país.

En medio de la debacle que hoy padece Colombia en seguridad, economía e institucionalidad, el Centro Democrático se levanta como el verdadero muro de contención frente al proyecto neocomunista de Gustavo Petro, que pretende arrasar con las instituciones, someter a la ciudadanía y perpetuar el caos como estrategia de poder.

El uribismo no se limita a la oposición, habla con la autoridad de haber transformado a Colombia cuando le correspondió gobernar. Álvaro Uribe ha conducido su partido bajo cinco pilares fundamentales —los mismos que aplicó en la Presidencia— y que marcaron un antes y un después en la historia reciente del país.

  1. Seguridad democrática: significó la reducción de homicidios y secuestros, la recuperación de carreteras y municipios dominados por la guerrilla y la devolución de confianza a la fuerza pública.
  2. Confianza inversionista: trajo estabilidad jurídica, duplicó la inversión extranjera y convirtió a Colombia en destino seguro para los empresarios.
  3. Cohesión social: se tradujo en programas como Familias en Acción y en el fortalecimiento del SENA, que abrieron oportunidades a millones y redujeron la pobreza.
  4. Estado austero, descentralizado y transparente: implicó recortar privilegios, fortalecer gobiernos locales y administrar los recursos públicos con disciplina.
  5. Diálogo popular: llevó al presidente a las regiones a escuchar a los ciudadanos frente a frente y a resolver problemas con hechos en lugar de discursos.

Estos pilares no fueron consignas. Fueron hechos que transformaron la vida de millones de colombianos y que hoy, frente al desastre que deja Petro, vuelven a ser la hoja de ruta para la recuperación.

El Centro Democrático ha demostrado que la oposición no es un eslogan vacío, sino acción concreta. En el Senado, Paloma Valencia, Paola Holguín, María Fernanda Cabal, entre otros, han liderado debates de control político que siguen destapando la corrupción en el sistema de salud y continúan enfrentando el desbordado crecimiento de los cultivos ilícitos, así como los proyectos improvisados que buscan desbaratar la economía, debilitar la seguridad y abrirle paso a medidas nefastas con las que Petro pretende imponer un modelo ya fracasado. También han impulsado proyectos en defensa de la propiedad privada, la seguridad ciudadana y los derechos de agricultores y empresarios que hoy sobreviven a la incertidumbre jurídica.

En la Cámara, Hernán Cadavid ha puesto el dedo en la llaga frente a los intentos del Gobierno de someter la justicia y tomarse los organismos de control. Juan Espinal ha sido una de las voces más sólidas en la crisis minero-energética, advirtiendo cómo la improvisación ideológica ha puesto en riesgo la autosuficiencia y ha espantado la inversión. Andrés Forero ha librado una batalla frontal en defensa del sistema de salud, denunciando cómo la asfixia económica del Gobierno, al dejar de pagarles a las EPS más importantes y empujándolas a su intervención, destruyó un modelo que era reconocido como uno de los mejores del mundo y dejó a millones de colombianos sin acceso garantizado a atención médica, regresándonos a las peores épocas del seguro social.

Los debates y las propuestas de estas figuras evidencian que el Centro Democrático no es oposición de papel, es oposición real. No se limita a denunciar, también construye, advierte y propone salidas concretas para un país que ya no resiste más improvisaciones ideológicas. Este partido se ha negado a ser cómplice y lo ha demostrado con resultados que lo ratifican como la verdadera oposición. Ha preferido asumir el costo político de ir contra la corriente antes que prestarse de comparsa a un modelo de gobierno que empobrece y fractura a la nación. Esa coherencia lo convierte en el auténtico muro de contención frente a un proyecto que busca perpetuarse debilitando las instituciones y sometiendo a los colombianos al caos.

El 2026 será decisivo con Uribe portando la camiseta número 26. El Centro Democrático se juega su papel histórico de seguir siendo la verdadera oposición, rescatar la democracia y devolverle a Colombia el rumbo que Petro le arrebató. En el 26 vamos por 26.