Colombia está dando un fuerte giro ideológico a la izquierda, y la transformación va más rápido de lo que muchos están dispuestos a entender. La prioridad de este Gobierno es más afín a empoderarse que a empoderar a sus gobernados. Duro.

El fin de semana pasado fue uno de los más vertiginosos en términos de cambios y medidas en lo que va de esta administración. El viernes, el jefe de Estado anunció que asumirá el control de los servicios públicos del país y anticipó que espera que su proyecto progresista dure por lo menos ocho años, es decir, dos periodos de gobierno en dos presidentes diferentes. Todo esto el mismo día en que se conoció la renuncia de Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol. Van con todo.

Una lectura rápida de los sucesos diría que en Colombia la Presidencia asumió de un solo tacazo la cabeza de la empresa más grande del país. Nada más ni nada menos que la encargada del petróleo, y, al mismo tiempo, el control y la vigilancia de los servicios públicos. Es decir, en menos de 24 horas se hizo al presente y futuro energético de nuestra nación y, simultáneamente, de sus recursos. El viernes pasado será recordado como el día en que Gustavo Petro se tomó la economía colombiana. Más que preocupante.

Y digo que es grave porque hasta ahora el mandatario no se ha destacado por brillar en sus designaciones clave, siendo, por supuesto, la más notable excepción el ministro de Hacienda Ocampo. Da grima ver cómo el jefe de Estado ha elegido mantener a ignorantes en sus carteras, como Irene Vélez, y presiona para la salida de expertos en la materia, como Felipe Bayón de Ecopetrol. En esta administración prevalecen los activistas y no los especialistas. La prioridad es el dogma y no la ejecución.

Es determinante que en Ecopetrol se nombre a un experto que genere tranquilidad interna y externa y no a un áulico, un extremista, un vecino o un amigo de la primera dama. Lo digo con todo respeto y basado únicamente en lo que ha venido pasando en este Gobierno. Si así ocurre, estaremos a muy poco de terminar como PDVSA en Venezuela.

Sobre el tema de los servicios públicos, Gustavo Petro anunció: “Este presidente ha decidido no delegar las funciones en las comisiones de Regulación de Servicios Públicos, al menos por un tiempo, y entonces voy a asumir el control y las políticas generales de la administración de servicios públicos en Colombia directa y personalmente”. Otro manotazo.

El anuncio es preocupante por dos razones. La primera, porque no se conoce realmente cuál es el objetivo final de esta medida. ¿Es en busca de mejor servicio y precio o es una acción populista para ir dándoles golpes a las empresas que han invertido en el negocio? Tremenda duda. Y la segunda, porque el precedente del propio presidente en el manejo de los servicios públicos, es nefasto. Los bogotanos aún no olvidan el fiasco en el que terminó su intento de toma de las basuras. Su iniciativa concluyó en una ciudad inundada de desechos e inmensos camiones pudriéndose en los matorrales de los potreros capitalinos.

El gobierno Petro se está moviendo muy rápido y está dejando claro que sus prioridades pasan principalmente por lo político y muy poco por lo económico.

La intención clara de las primeras medidas de esta administración es centralizar poder, lograr acuerdos con grupos al margen de la ley y fortalecer su injerencia internacional. Lo que significa que poco o nada se ha hecho en términos de verdaderas iniciativas para impulsar la economía, mejorar las condiciones del empleo y el bienestar de la gente.

Como dicen, las acciones hablan más fuerte que las palabras, y las de esta administración evidencian que sus prioridades están más en cómo ellos se hacen más fuertes y hacen al pueblo más dependiente del Gobierno que en generar las condiciones para que los colombianos tengan mejores trabajos, salarios y garantías con el fin de que vivan libremente y en paz.

A Gustavo Petro le faltan acciones para convencernos de que este no es un Gobierno para los gobernantes si no para los gobernados. Y eso que nos habían dicho: que llegaban al poder para cambiar. Ojalá no sea un simple cambio solo de contratistas y nombrados. Mal.

P.D. Preocupa que el presidente les esté dando la razón a quienes, como su ministro de Educación, Alejandro Gaviria, vaticinaban que gobernaría por Twitter. Preocupa también sus constantes ataques a El Colombiano.