Aparece Daniel Coronell para condenar el sensacionalismo en la prensa, pero calla lo más importante, que él es el decano del sensacionalismo. Según afirma: “La meta de un trabajo periodístico serio no puede consistir en exacerbar sensaciones en lugar de comunicar con seriedad lo que está pasando”. Exactamente eso, exacerbar sensaciones, fue lo que hizo el decano en SEMANA cuando escribió en 2011 refiriéndose a Villa Valeria, el hotel y campo de golf construido como proyectoprivado de Carlos Palacino y otros: “La identidad de los promotores del lujoso complejo y la inversión, que supera los diez millones de dólares, ya resultan suficientemente llamativos. ¿De dónde sacaron fondos los dirigentes de un grupo cooperativo para hacer tamañas inversiones?”.

El decano no informó con seriedad lo que estaba pasando, a saber que Palacino y sus socios, de manera legal, se embarcaron en un proyecto inmobiliario financiado por el Banco de Bogotá. El decano, al preguntar de dónde salieron los fondos para tamaña inversión, dejó flotando en el ambiente la sensación de que salieron de Saludcoop. La contrapartida de la libertad de prensa es la obligación de divulgar información veraz. La buena fe prohíbe que las acusaciones se formulen por medio de indirectas.

En 2022, el decano también se dedicó a exacerbar sensaciones cuando escribió sobre el BMW de Palacino: “Adoraba manejarlo él mismo, oler el fino cuero de las sillas, el exclusivo palo de rosa del tablero, programar el computador y sentir el pique de la máquina empujándolo contra la silla”. No hay pruebas sobre la descripción. ¿Es cierta o es imaginación sensacionalista? Olisquear el cuero de las sillas no es periodismo, sino chismografía.

El decano del sensacionalismo escribió que el BMW era “tan distinto a los buses malolientes de los que (Palacino) tenía que colgarse tratando de que no le raparan el maletín en el que cargaba las facturas cuando empezó su carrera como cobrador”. Eso es sensacionalismo bajo, mofarse de una persona por el trabajo que hacía para ganarse la vida. Además, es una forma de discriminación, pues ser cobrador no es una actividad indigna o ilícita. Alfonso Reyes Echandía también fue cobrador y uno de los condiscípulos que cité en un libro que escribí sobre el expresidente de la Corte Suprema de Justicia recordaba que Reyes viajaba en los buses de Bogotá colgado de un brazo mientras con el otro tenía abierto un libro sobre derecho penal. Dice el decano que “en ese remedo de periodismo” que es el sensacionalismo “la fuerza está en los adjetivos.” Ese es el periodismo que él practica, pues utilizando el clasismo se burla del trabajo de los demás.

Divulgar escándalos omitiendo las pruebas también es sensacionalismo. Lo hizo el decano en Los Danieles, en enero de 2023. Afirmó que con dineros destinados a los tratamientos médicos de los afiliados a Saludcoop, Carlos Palacino “compró propiedades en Colombia y en el exterior”. No especificó cuántas ni cuáles propiedades, en qué ciudad o departamento, en qué estado o condado, en qué dirección, en qué país, en qué continente. Tampoco mencionó las escrituras o matrículas inmobiliarias. No lo hizo porque las pruebas no existen y porque sus seguidores son como los de Trump, creen a ciegas las mentiras del líder del culto.

El decano fue el primero en lanzar ataques falsos contra una de las principales empresas fundadas por el movimiento cooperativo colombiano. Saludcoop pasó de ser una pequeña cooperativa a convertirse, en 15 años, en la principal entidad de salud en Colombia, con 34.000 empleados, más que cualquier otra empresa pública o privada del país, más que Ecopetrol o que Almacenes Éxito en su momento.

Las alusiones sensacionalistas y las acusaciones no probadas no tienen cabida en el periodismo. Valiéndose de ellas, el decano se ensañó contra los trabajadores de la Universidad Nacional, Avianca y Fabricato, los cuales, por medio de sus cooperativas, crearon Saludcoop, junto con otras cooperativas más grandes como Seguros La Equidad. La ruina de Saludcoop tiene su origen en la conducta del decano del sensacionalismo. Es el primer responsable de los falsos positivos contra Saludcoop.