Durante diciembre muchos hogares comienzan la búsqueda de nuevos electrodomésticos, entre los más apetecidos está el Smart TV, que se puede adquirir sin gastar de más escogiendo uno de segunda.

Sin embargo, este hábito puede traer un riesgo inesperado si no se tiene cuidado, ya que podría terminar dejando expuestos datos personales importantes.

Cuando la venta del televisor abre una ventana a la vida digital

Aunque la idea de obtener un ingreso extra antes de comprar un nuevo equipo resulta tentadora, expertos señalan que hay un detalle que suele pasar desapercibido: los televisores inteligentes guardan más datos de los que se cree.

El Smart TV puede tener desde perfiles personalizados hasta direcciones de correo, registros de reproducción y accesos a aplicaciones, el dispositivo puede conservar rastros de la actividad diaria del usuario.

Esto es lo que debe tener en cuenta antes de comprar un Smart TV de segunda. | Foto: Getty Images

Algunas personas no se detienen a pensar que al entregar su Smart TV sin formatearlo, están facilitando el acceso a otra persona a sus cuentas o incluso a métodos de pago vinculados si en algún momento se realizaron compras desde el equipo.

Lo que parecía un simple trámite puede transformarse en una vulnerabilidad importante.

El paso que muchos olvidan y que marca la diferencia

La solución existe, pero con frecuencia se omite por desconocimiento o afán, los expertos recomiendan realizar un restablecimiento total del dispositivo antes de venderlo, un proceso que borra configuraciones, sesiones abiertas y todo rastro de uso personal.

Este reinicio devuelve el Smart TV a su estado original, impidiendo que su siguiente dueño pueda ver, usar o recuperar información previamente almacenada.

Un descuido puede exponer correos, historiales y accesos. | Foto: Highwaystarz-Photography

Además de esta restauración, es conveniente cerrar manualmente todas las cuentas ligadas al televisor y desconectarlo de las redes Wi-Fi guardadas. Aunque parezca un procedimiento menor, representa la barrera definitiva para evitar que un desconocido acceda a datos sensibles que podrían comprometer mucho más que un simple ahorro.