La extensa costa de China es uno de sus recursos naturales más importantes. Gran parte del desarrollo económico del gigante asiático se define por las rutas que atraviesan el mar de la China Meridional.  Pero más allá de eso, el gobierno de Beijing quiere consolidar su hegemonía exclusiva en un sector por el que atraviesan algunas de las rutas comerciales más importantes del mundo. Al efecto, desde hace varios años viene desarrollando actividades tendientes a convertir algunos islotes e incluso arrecifes del archipiélago de las Spratly en verdaderas islas de concreto. Lo hace con dos propósitos claros: uno, dejar por encima de toda duda que les generan derechos soberanos sobre las aguas que las rodean; y dos, instalar allí bases militares que les permitan ejercer esa soberanía y controlar el paso por las rutas que pasan por allí.  Por supuesto, esa política ha provocado disputas territoriales con vecinos como Filipinas, Taiwán y Vietnam.Le puede interesar: Kim Yong-chol, el polémico militar que será el primer alto funcionario de Corea del Norte en visitar Estados UnidosEl domingo, los chinos reportaron que dos barcos estadounidenses navegaron cerca de varias islas en disputa, lo cual catalogaron como una “provocación”. Los destructores Higgins y Antietam, equipados con misiles guiados, llegaron a 12 millas náuticas y maniobraron cerca de los islotes Lincoln, Woody y Triton.

Al menos desde 2003 el gobierno chino incorporó en su estrategia geopolítica las conclusiones de un estudio que comprobó, con base en los casos de nueve grandes potencias a lo largo de la historia, que el poder hegemónico deriva del desarrollo económico generado por el comercio exterior y que es imperativo proteger ese comercio con una armada poderosa.A raíz de esas estimaciones, China se propuso mejorar su influencia marítima en la región, con el objetivo de asegurarse el control de las aguas territoriales más amplias posibles. Y se puso a la tarea, y en muy poco tiempo construyó bases de monitoreo estratégicas, desde la ampliación de puertos de comercio en Camboya hasta instalaciones navales de Gwadar, en Pakistán.Puede leer: Corea del Norte y del Sur se comprometen a firmar la paz y trabajar por la desnuclearización de la penínsulaDos años tardó Estados Unidos en enterarse del expansionismo chino. Un informe con los detalles de esas bases llegó al escritorio de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa estadounidense de 2001 a 2006. Desde ese momento se comenzó a hablar de la teoría del collar de perlas o ‘string of pearls strategy’ la cual alertaba sobre el control chino del tráfico marítimo en el Océano Índico.Las islas SpratlyEl crecimiento trepidante de la economía china durante muchos años produjo en el aparato industrial de ese país un insaciable apetito por los recursos del Océano Índico. Por eso la política exterior del régimen chino se basa en fortalecer las líneas de abastecimiento de los insumos, particularmente la del estrecho de Malaca, ubicado entre Malasia e Indonesia por donde pasa el 70 por ciento del comercio mundial. Esa proyección necesitaba bases para poder extenderse al sur y controlar la mayor cantidad de mar posible. La solución: construir islas artificiales.Lea también: ¿Para qué sirven los 6.000 millones de cucarachas que China cría cada año en gigantescas granjas?Desde 2014, China convirtió varios arrecifes sumergidos en islas para reforzar sus reivindicaciones territoriales. Imágenes de satélite han detallado el trabajo en las islas emergentes el Mar del Sur de China. Aunque el plan de las islas artificiales viene desde el inicio del milenio, toma ahora relevancia porque Estados Unidos, en su afán de impedir la expansión china, rechaza las aspiraciones china en nombre de la libertad de navegación, aunque por detrás está, por supuesto, el interés en dificultar los planes de Beijing.Evolución de las islas artificiales chinas Crédito: DigitalGlobe, via CSIS Asia Maritime Transparency Initiative

Por eso, desde hace algún tiempo sus buques de guerra vienen realizando ese tipo de maniobras, como una forma de “medirle el aceite” a la determinación de los chinos al respecto.  Teniendo en cuenta además que Estados Unidos en los últimos años ha firmado acuerdos que le dan derecho a utilizar instalaciones militares en Singapur, Filipinas y Australia, y ha llevado a cabo pruebas militares en países fronterizos a China como Camboya, Kazajistán y Mongolia, la situación es cada vez más preocupante. De ahí que cada vez que se presentan incidentes como estos, muchos observadores internacionales contienen la respiración, temerosos de que esta vez sí se conviertan en un conflicto de consecuencias imprevisibles. Por eso muchos ojos están hoy puestos en esa región del mundo, donde las tensiones pueden salirse de control.