El año que viene, 2024, es especial por la particularidad de ser bisiesto. Este fenómeno, que ocurre cada cuatro años, tiene sus raíces en la complejidad del calendario y el intento de poder sincronizar el seguimiento del tiempo con eventos astronómicos.

¿Por qué 2024 será un año bisiesto y qué implicaciones tiene dicho evento para nuestro día a día?

La base de la necesidad de años bisiestos se encuentra en el tiempo que la Tierra tarda en completar una órbita alrededor del Sol. Este periodo, conocido como año trópico, equivale a aproximadamente 365.2422 días.

Pero para poder simplificar la contabilidad del tiempo, los antepasados de la civilización decidieron adoptar un año correspondiente a un total de 365 días. No obstante, este enfoque llevó a un desajuste notable entre el calendario y las estaciones del año por los 0.2422 días restantes.

Para corregir la mencionada discrepancia, se llegó a la idea de añadir un día extra al calendario cada cuatro años. Esto dio origen al término y uso del año bisiesto, que consta de 366 días en lugar de los habituales 365. Este día adicional se inserta en el calendario como el 29 de febrero, un fenómeno que solo ocurre en los años bisiestos para tener sincronía en los calendarios humanos.

Febrero de 2024 tendrá 29 días, a comparación de los demás años cuando tiene 28. | Foto: 2021 Getty Images

El motivo detrás de dicho ajuste es mantener alineadas las estaciones del año con las fechas del calendario. Sin embargo, esta corrección es una aproximación, ya que el año trópico no es exactamente de 365.25 días. Por esta razón, con el tiempo, se han establecido reglas adicionales para refinar aún más el sistema de años bisiestos.

En términos prácticos, 2024 será un año bisiesto porque cumple estas reglas.

En primer lugar, debe ser divisible por cuatro. Aunque esta regla garantizaría un año bisiesto cada cuatro años, se introdujo una excepción adicional para los años que son divisibles por 100. Estos años no serán bisiestos, a menos que también sean divisibles por 400.

En el caso de 2024, cumple la primera condición al ser divisible por cuatro y al no ser divisible por 100, pero sí serlo por 400, por lo tanto, se ajusta a las reglas establecidas. Así, febrero de 2024 tendrá un día extra, permitiendo que el calendario mantenga su sincronización con las estaciones y los eventos astronómicos.

Que 2024 sea bisiesto también tiene ciertas implicaciones para el mundo del día a día. | Foto: Semana

Aunque el concepto de años bisiestos puede parecer puramente técnico, tiene impactos significativos en diversas áreas de la sociedad. Por ejemplo, afecta la planificación a largo plazo en términos de agricultura, astronomía y actividades al aire libre. Además, en la esfera económica, la duración del año puede influir en los calendarios fiscales y presupuestos.

Históricamente, los años bisiestos han tenido su lugar en la cultura popular. Tradicionalmente, se consideran años propicios para eventos especiales, como bodas y nacimientos. Esta creencia se ha arraigado en diferentes culturas a lo largo del tiempo, aunque no hay evidencia científica que respalde la idea de que los años bisiestos sean inherentemente más afortunados. Por ejemplo, 2020, año de la pandemia del covid-19, fue un año bisiesto.

El desbalance astronómico quedará saldado después del 29 de febrero. | Foto: Utamaru Kido

A medida que se acerca el mundo al 2024, la sociedad se prepara para vivir un fenómeno que ocurre con regularidad, pero que nunca deja de ser excepcional. El año bisiesto es un recordatorio tangible de la complejidad del tiempo, la astronomía y cómo la humanidad ha buscado, a lo largo de los siglos, armonizar su medición con el espacio exterior que rodea a la Tierra.

Finalmente, 2024 será un año bisiesto gracias a las reglas establecidas para ajustar el calendario al tiempo astronómico y las estaciones de clima. Este día adicional en febrero no solo tiene implicaciones técnicas, sino que resuena en aspectos culturales y sociales, recordando la relevancia de la ciencia y la tradición en la medición del tiempo.