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Retrato de Edmond Belamy, 2018, creado por GAN (Generative Adversarial Network),subastado en Christie’s. Imagen © Obvious.

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Arte e inteligencia artificial: la primera obra que se subasta

Esta subasta de Christie’s será recordada no por marcar récords en los precios de venta, sino por ser la primera vez que una casa de subastas oferta una obra de arte hecha por un mecanismo de inteligencia artificial.

Andrés Rubiano
22 de octubre de 2018

La casa de subastas Christie’s ofertará del 23 al 25 de octubre en su sede de Nueva York grabados, dibujos e impresiones en su mayoría de diferentes artistas del siglo XIX y XX. Dentro de las 363 obras de la subasta sobresalen por su valor el portafolio de impresiones Myths de Andy Warhol, cuyo precio oscila entre 450,000 y 650,000 dólares, o los conocidos diseños del libro Jazz de 1947 de Henri Matisse, avaluados en un rango de 300,000 y 500,000 dólares. Comparada con otras subastas, como, por ejemplo, la de noviembre de 2017 en la que se vendió el Salvator Mundi de Leonardo da Vinci por $450,000,000 –la obra de arte más costosa de la historia–, el evento de octubre en Christie’s no representa ninguna excepcionalidad en relación a las operaciones que allí se llevan a cabo. Un detalle, sin embargo, hará de esta una subasta sin precedentes en el mercado del arte: la venta del lote 363. Se trata de una impresión sobre lienzo del retrato de Edmond de Belamy que se espera vender por un precio estimado de entre 7,000 y 10,000 dólares.

De los casi 400 artículos ofertados, este es el único en cuya entrada del catálogo de la subasta no se identifica el nombre del artista. Esta identidad parecería poder encontrarse en la esquina inferior derecha del cuadro, en lo que aparenta ser la firma del creador de la imagen: ?????? ?? ?????? ?? ???? [?????? (?? (??))] + ???? [?????? (????(??(??)))]. ¿A qué corresponden estos símbolos? No se trata del nombre de un artista contemporáneo o un colectivo de artistas. Es la fórmula de un algoritmo con el que fue creada la imagen del retrato. La subasta 16388 de Christie’s será recordada no por marcar récords en cuanto a los precios de las obras de arte, sino por ser la primera vez que una casa de subastas oferta una obra hecha por un mecanismo de inteligencia artificial.

Aunque será la primera obra de este tipo vendida en una casa de subastas, Edmond de Belamy no es el primer objeto artístico producido por una máquina inteligente, ni mucho menos el primero creado por un computador. Desde la década de 1950 se tienen registros de artistas experimentando con computadores para sus creaciones. Pero, a diferencia de las obras computarizadas de otros tiempos, los artistas que trabajan hoy con inteligencia artificial se enfocan en el arte generativo, un tipo de arte hecho mediante algoritmos de manera autónoma. ¿Significa esto que estamos ante los inicios de una nueva era en la historia del arte con máquinas como nuevos agentes de creación artística? Esta es una de las preguntas que pueden surgir en el público cuando se habla de arte generativo por las fantasiosas y excesivas expectativas que con frecuencia acompañan un tema como la inteligencia artificial. Pero una mirada al estado actual de esta forma de arte muestra que en este campo queda aún mucho por explorar en esa dirección y que son otras preguntas las que por el momento se deben plantear.

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El retrato de Edmond de Belamy es una obra creada por el colectivo francés Obvious. La imagen es parte de la serie La Famille de Belamy, un conjunto de retratos hechos mediante un programa de inteligencia artificial que sigue la tecnología de redes generativas antagónicas, GAN (por sus siglas en inglés). El algoritmo creador de estos retratos está compuesto por un generador, encargado de crear imágenes a partir de una base de datos de 15,000 retratos pintados entre el siglo XIV y el siglo XX, y un discriminador, que tiene la función de diferenciar entre las imágenes que han sido creadas por un humano y las que han sido creadas por el generador. Los retratos de La Famille de Belamy son las imágenes hechas por el generador que el discriminador erróneamente identifica como creadas por un humano.

Retrato de Edmond Belamy, 2018, creado por GAN (Generative Adversarial Network) y subastado en Christie’s. Imagen © Obvious.

Al igual que Obvious, Mario Klingemann trabaja con modelos algorítmicos diseñados con la tecnología GAN. Klingemann es un artista con una de las trayectorias más notables en el campo del arte generativo: su interés en usar codificación y algoritmos para generar obras artísticas tiene décadas. Aunque trabaja con el mismo modelo que Obvious, Klingemann es criticó la escogencia de Christie’s de la obra de ese colectivo al considerar que su atractivo se basa tan solo en la novedad y no se trata de una propuesta artística bien desarrollada.

También Robbie Barrat, un artista que también trabaja con GAN, considera que la serie de La Famille de Belamy no es nada interesante ni original, entre otras cosas porque desde hace algunos años varios artistas han estado trabajando con ese modelo de inteligencia artificial y de manera más desarrolladas. ¿Cuál es entonces la razón por la cual Christie’s escogió el retrato de Obvious para ofertarlo en una subasta?

En un artículo publicado por Artnet news, Richard Lloyd, jefe del departamento de Prints and Multiples encargado de ofertar el retrato de Edmond de Belamy, señala que la obra del colectivo fue escogida porque en el proceso creativo del retrato el colectivo intentó limitar al máximo la intervención humana, haciendo del retrato la forma más “purista” de la creatividad de la máquina. Este criterio de Christie’s merece una aclaración: ¿qué se entiende por creatividad de la máquina y la no intervención humana en este tipo de procesos artísticos?

El programa usado por Obvious sigue el método Deep Learning, uno de los modos de inteligencia artificial más efectivos en la actualidad. Se trata de una técnica modelada de acuerdo a la forma como están estructurados nuestros cerebros. Funciona, a grandes rasgos, como una computadora compuesta por varias capas en donde se ubican otros pequeños computadores, cada uno con una función específica, conectados entre sí como en una red neuronal. Siguiendo este prototipo, una máquina es entrenada bajo el esquema de ensayo y error para distinguir y reconocer diferentes elementos de enormes bases de datos, adquiriendo así un conocimiento a partir del cual, de manera autónoma y aleatoria, crea el contenido para el que fue entrenada. La creación autónoma y aleatoria de imágenes por medio de algoritmos es el quid de esta forma de arte basada en inteligencia artificial y es a esto a lo que se hace referencia con la creatividad de una máquina.

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Sin embargo, la aleatoriedad y la autonomía de estos mecanismos no pueden estar despojadas por completo de la intervención humana. Así como ningún artista puede crear una obra de arte sin ninguna experiencia previa, los programas de inteligencia artificial diseñados para producir imágenes se basan, para empezar, en enormes bases de datos y colecciones de otras imágenes. La escogencia de estas bases de datos y la función que tendrá la máquina frente a esa información estará siempre mediada, al menos con la tecnología disponible en el momento, por quien diseña y pone en marcha el programa. Desde esta perspectiva, aunque los algoritmos que siguen estructuras como GAN consiguen crear imágenes originales, esta creación está inevitablemente mediada en un alto grado por la intervención humana. El artista es quien determina el entrenamiento de las máquinas y es quien selecciona el contenido que produce la máquina. En este sentido, cuando se comprende el papel que juega el artista o quien dirige la máquina en este tipo de procesos, el criterio de Christie’s para escoger la obra de Obvious no parece tener un buen fundamento y, de paso, la pregunta acerca de la autoría de una obra hecha por un algoritmo parece desvanecerse.

Si se examinan los proyectos de otros artistas que trabajan en este campo, no parece haber mayor cambio en este tema. Siguiendo el camino del procesamiento de información en línea y en tiempo real a partir de inteligencia artificial, Anna Ridler propone, por ejemplo, Mosaic Virus, desarrollado con base en un programa de Deep Learning. La artista realizó un ingenioso proyecto que explora el tema de la especulación. En él, Riddler establece un paralelo histórico entre la especulación que hubo en los Países Bajos y Europa en 1630 respecto a los precios del bulbo del tulipán, que causó una fuerte crisis financiera, y la especulación actual respecto al valor de las criptomonedas. La obra es un video hecho a partir de un programa de inteligencia artificial que muestra un tulipán cuya apariencia se modifica de acuerdo al precio de las unidades de bitcoin.

Al considerar el planteamiento conceptual de Mosaic Virus, no es razonable poner en duda la autoría de Ridley en esta obra, más allá del rol imprescindible que juega el uso de un algoritmo en ella. Esto mismo puede afirmarse de proyectos de arte generativo de otros artistas como Fabrizio Poltronieri, Memo Atken, Gene Koga, Sara Meyohas, Sascha Pohflepp, Myke Tyka, Samim, Alex Champanard, Libby Heany, entre otros. Lo que se evidencia en cada uno de estos proyectos es que los algoritmos no son sino una herramienta con la que es posible explorar determinados temas y otras formas de producción.

Los avances en inteligencia artificial durante la última década son innegables. Pero lo cierto es que, a pesar de estos impresionantes adelantos científicos, la tecnología actual no está lo suficientemente desarrollada para siquiera considerar la posibilidad de atribuirle la condición de artista a una máquina. En lugar de enfocarse en el pseudoproblema de la autoría, es más enriquecedor acercarse al arte generativo como un nuevo campo con un infinito potencial para generar propuestas artísticas reveladoras sobre nuestras capacidades perceptivas y cognitivas en relación con el mundo. Y aunque algunos consideren que el retrato de Edmond de Belamy no es una obra tan significativa en términos artísticos, su inclusión en la subasta de Christie’s es algo sin precedentes, y tal vez pueda llegar a ser una señal incipiente de algo más.

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