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Exposición "Repliegues de la memoria" de Rosario López.

La exposición Repliegues de la memoria

La nueva “ventana” al Archivo de Bogotá

La artista Rosario López presenta una muestra en el Archivo de Bogotá hasta el 31 de julio, una escultura a gran escala que juega con la arquitectura de la sala de exposiciones diseñada por Juan Pablo Ortiz.

María Alejandra Peñuela
9 de julio de 2015

La obra de la bogotana, ganadora de una beca de creación de la Universidad Nacional, parte de la premisa de mantener el Archivo de Bogotá vivo, convirtiéndolo en una ventana hacia el mundo de afuera.  La escultura principal cuelga de una de las claraboyas que inspiró la intervención; es una figura geométrica similar a la de una pirámide pero invertida, es en últimas un reflejo de la claraboya que la sostiene.

Este proyecto empezó hace dos años a raíz de la curiosidad y fascinación de López por las claraboyas (o lucarnas, como ellas las llama) del Archivo. La artista dice que se interesó por la idea de la ventana como posibilidad de ver lo que está adentro del archivo pero también de entrever lo que está afuera. En esa dualidad encontró “un intercambio de flujos que hace que aquello que se ve esté constantemente en transformación”. Andrés Gaitán, curador de la obra, compara la intervención de López con “La base del mundo” de Piero Manzoni. La escultura del italiano es una pirámide invertida en un jardín que juega con la idea de que el mundo es una escultura que descansa sobre su base.

Tanto en la obra de Manzoni como en la de López hay un cambio en el eje de gravedad y de ahí el cambio en la perspectiva del espectador: “Cuando inviertes los materiales, inviertes también la disposición de los ejes y el proceso de la forma se modifica. Es lo que pasa con esta pieza que está totalmente invertida. La gravedad, que es una fuerza que damos por hecho, hace que la obra se comporte de una manera radical, que se desprenda y se convierta en otra cosa”.

López trabajó primero la escultura a través de modelado, después en arcilla, luego en yeso y finalmente en bronce antes de hacer la escultura in situ. Los modelos a escala que acompañan la exposición revelan el proceso de creación y el cambio en la figura geométrica según el material que se usó. López recalcó que los modelos en bronce los hizo en el taller de fundición de la Universidad Nacional que llevaba 40 años cerrado: “Eso también ha sido muy significativo para el área de escultura de la facultad de artes porque es creer de nuevo en los procesos tradicionales y creer que  se pueden insertar en la lógica de la contemporaneidad”, dijo ella.

El montaje de la obra tardó dos semanas y la artista trabajó con una cuadrilla de seis personas. Llevaron la obra fragmentada hasta el archivo y se ensambló de nuevo allá aplicando una goma para pegar. López dice que había un grado de incertidumbre porque no sabía si la obra iba resistir el peso de la gravedad y si al voltearla se iba a romper.

 

La escultura está hecha de fique, colbón y yeso y se pega como una cascara. Se construyó sobre una estructura en madera forrada con cartón y plástico que después se rompió para levantar la cubierta.  En el proceso la artista se dio cuenta de que la estructura era muy pesada visualmente y decidió empezar a rasgarla para que dejara su carácter rígido y geométrico por uno más orgánico: “Lo que me gustó fue tratar  de entender cómo esa forma racional y totalmente geométrica se convierte en una pieza orgánica, maleable, muy cercana a la naturaleza a través de una depuración y un proceso de deconstrucción. Es una lectura de lo abstracto a lo natural”.

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La exposición estará abierta hasta el 31 de julio. El 15 de ese mes la artista participará en una charla en el Archivo de Bogotá a las 3:00 p.m. (Calle 6B No. 5-75).