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El cabaret presenta audiovisuales, acciones y performances que muestran la experiencia de las mujeres trans trabajadoras sexuales de la zona. Foto: Raúl Vidales.

Arte Queer

Festival Kuir: arte, cine y sexualidades disidentes

Una mirada a la actual edición del Festival Kuir, un proyecto colaborativo para la circulación del arte que explora las relaciones entre cultura, género, sexualidad e identidad.

Ana López Ortiga
16 de noviembre de 2018

¿Qué nos define? Hay personas que se definen por el rol que la sociedad les otorga (“hombre”, “mujer”), por su edad (“joven”, “viejo”) o por sus gustos sexuales (“heterosexual”, “homosexual” o “bisexual”) quienes lo hacen desde sus condiciones económicas (“pobre”, “rico”) o por la profesión que ejercen (“abogado”, “ingeniero”, “médico”). Hay, incluso, una definición por género (L, G, B, T, o I). Pero hay personas que no se clasifican. Personas queer.

Queer es aquella persona a la no le sirve ningún rótulo: “Lo importante no es ser queer (esto sería una contradicción puesto que queer no es una identidad), sino mantener una actitud crítica con respecto a los efectos normalizadores y excluyentes de toda identidad sexual”, dice Paul Beatriz Preciado, activista español destacado por sus aportes a la teoría queer y la filosofía de género. Ser queer es aceptar que no se tiene un lugar establecido en el mundo y que se vive en una condición móvil de constante exploración; una situación paradójica, extraña a las versiones del amor tan propias de los mitos y la publicidad. Como dice Rita Mae Brown, escritora estadounidense y activista feminista: “Los únicos raros (queer) son aquellos que no aman a nadie”.

Ese afán por clasificar, por agrupar, es un ejercicio identitario que termina por dejar a muchos por fuera: precisamente a los que habitan una pregunta cuya pulsión vital no se sacia con el placebo natural de traer hijos a este mundo o con ser alguien a partir de un artificio cultural. Ser queer es un ejercicio de libertad que se hace extensivo a todas las otras causas liberales, es una vivencia radical que pone en cuestión la idea misma de identidad y la fragilidad de nuestras construcciones políticas, económicas y culturales (de ahí el temor que en despierta).

El cabaret presenta audiovisuales, acciones y performances que muestran la experiencia de las mujeres trans trabajadoras sexuales de la zona. Foto: Raúl Vidales.

“El queer es una apuesta por explorar las fronteras y destrozar las dicotomías del pensamiento binario y jerárquico de nuestras sociedades occidentales” dice Coral Herrera Gómez, escritora española conocida por sus aportes a los estudios queer. “Es también una herramienta de análisis multidisciplinar en el área de las ciencias sociales y las filosofías, y una prolongación de las luchas feministas que pretende acabar con la rígida división de roles y con los estereotipos que determinan la construcción de las identidades de género”.

De esos cuestionamientos nació el Festival Kuir, un proyecto colaborativo para la circulación del arte que explora las relaciones entre cultura, género, sexualidad e identidad. Cada año, el Festival abre un espacio de encuentro que promueve la investigación y la construcción de proyectos a partir de muestras de arte, cine, danza, teatro, conciertos, intervenciones en la ciudad, talleres y espacios de discusión. Este año, uno de sus eventos principales es el cabaret político multimedia “El culo queda lejos del corazón”, resultado de un proceso de creación colectiva entre la artista Nadia Granados y mujeres activistas vinculadas a la Red Comunitaria Trans de Bogotá. 

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Nadia Granados, La Fulminante, una artista colombiana que ha explorado en extenso el estereotipo de la “mujer latina caliente”, un rol que usa para hacer crítica política y social, trabajó con la comunidad trans a lo largo de este semestre en un Laboratorio de performance en la residencia artística El Parche, gracias a una beca de IDARTES. El cabaret presenta audiovisuales, acciones y performances que muestran la experiencia de las mujeres trans trabajadoras sexuales de la zona, para armar y desarmar los imaginarios y las formas de estigmatización que recaen sobre ellas.

El Festival Kuir hace visibles unas fuerzas que, por invisibles, no dejan de estar presentes. Como dice Eve Sedgwick, pensadora feminista, especializada en los campos de los estudios de género, teoría queer y teoría crítica: “Esa es una de las cosas a las que lo queer se refiere: a una malla abierta de posibilidades, grietas, traslapes, disonancias y resonancias, lapsos y excesos de sentido cuando los elementos que constituyen el género en una persona, en la sexualidad, no se construyen —o se revela que no están construidos— bajo un significado único y monolítico”.

Este es un festival valiente, un espacio para los que se atreven a hacerse preguntas, para los que, sin importar qué sean, por fortuna, siempre son algo más.

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