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'The Lightning Field', de Walter de Maria.

HOMENAJE

¿Y qué clase de lugar es ese? Walter De Maria y la intimidad de la experiencia

El 25 de julio se cumplieron cinco años de la muerte de Walter de Maria, uno de los referentes imprescindibles del arte minimalista, el arte conceptual y el ‘land art’ de los sesenta.

José Fernando Rengifo
27 de julio de 2018

En mayo de 1972, la revista Arts publicó una portada blanca con el nombre “Walter De Maria” impreso en pequeñas mayúsculas negras. Esta publicación presentaba al artista y a su obra sin mostrar a ninguno de los dos, señalando tanto la aguda comprensión que este tuvo sobre la relación e influencia de los medios en el arte, como la extravagante simplicidad de su obra.

Walter De Maria en 1969. Two Lines Three Circles On The Desert. Fotograma de la película © The Estate of Walter De Maria

Walter De Maria nació en Albany, California, en 1935. Estudió Arte e Historia en la Universidad de Berkeley y en 1960 se mudó a Nueva York, en donde vivió hasta su muerte a los 77 años, el 25 de julio de 2013. En sus inicios fue percusionista y tocó con distintas bandas de jazz; incluso hizo parte de una agrupación con John Cale llamada The Primitivies, que después se convertiría en The Velvet Underground con la llegada de Lou Reed.

A mediados de los años setenta fue uno de los primeros artistas patrocinados por la Dia Art Foundation, que se encargaba de financiar e incentivar a un puñado de artistas minimalistas como Dan Flavin o James Turrell a que realizaran proyectos que se extendieran a lo largo del tiempo.

En octubre de 1977 se inauguró la instalación The New York Earth Room, la cual había sido precedida por los Earth Rooms de Munich (1968) y Darmstadt (1974). La obra, que consiste en un loft de 335 metros cuadrados cubierto de 56 centímetros de tierra, fue instalada en la calle Wooster en el SoHo de Manhattan, donde permanece. Por solicitud del artista está prohibido tomar fotos adentro y solo está abierta durante algunos meses del año.

Si bien la idea de entrar a un apartamento lleno de tierra puede sonar banal, la experiencia que ofrece al espectador es abrumadora y contundente. Al entrar al edificio se siente la humedad propia de la tierra mojada y una vez se suben las escaleras para llegar al piso en el que está la obra, el espacio transmite la sensación de ser un refugio. En la instalación la tierra es fértil pero nada crece. Y es inevitable la sensación de sorpresa al ver ese material tan propio de la naturaleza y de lo externo dentro de un espacio que sentimos tan próximo a nosotros. Además, la rodea un aura silenciosa y apacible que se convierte en un misterio cuando el espectador se da cuenta de que no hay ninguna explicación a la vista que le dé sentido a lo que está viendo.

En 1977, De María también inauguró The Lightning Field, ubicado en una zona aislada del desierto de Nuevo México que se caracteriza por la energía que se concentra durante las tormentas eléctricas. La obra consiste en una cuadrícula de cuatrocientos postes de acero con puntas afiladas cuyo objetivo es atraer rayos, de manera que los espectadores puedan verlos caer al campo desde una cabaña contigua. El acceso a la obra es restringido debido a que no puede ser visitada por más de seis personas a la vez, las cuales deben ser llevadas allí por el personal de la Dia Art Foundation. La visita dura veinticuatro horas durante las que no es posible tomar fotos y solo está abierta durante periodos específicos del año.

Por la desigualdad del terreno, la altura de cada uno de los postes varía, lo que crea una rejilla de perspectiva que da la ilusión de organizar el plano del desierto. En ese sentido, la obra presenta un campo de experiencia que escapa su representación mediante fotografías o videos.

The Lightning Field (1977).

El año pasado, el escultor Antony Gormley dijo en una entrevista que la obra de De Maria “tomó al minimalismo y lo hizo existencial, lo despojó del lenguaje formal del arte y lo convirtió en una forma de reflexividad”. De este modo, la reticencia del artista a que su obra sea explicada o fotografiada invita a pensar que las palabras y las imágenes rodean a las experiencias sin darles significado.

Si bien vivimos y compartimos nuestras experiencias con otros, su significado siempre se desenvuelve en un plano íntimo. Por ejemplo, las fotografías de The Lightning Field son una representación del paisaje que compartimos pero no pueden ser una experiencia de él. Aunque es posible describir a través de relatos cómo fue la experiencia de llegar a ese campo, estos no podrían dar cuenta de la vivacidad sensorial que caracteriza a lo cercano. En el recuerdo de toda experiencia hay una pérdida.

La obra de De Maria nos ayuda a reconciliarnos con la experiencia constante de decir adiós, y nos invita a celebrar la infinitud íntima de nuestra percepción.

The Earth Room (1977).

En una de las pocas entrevistas que concedió, De Maria describe cómo llegar a una de sus instalaciones de la siguiente manera:

Este testimonio refleja que sus obras se extienden de manera espacial y temporal, lo que implica que cuando se intenta representar o describir la experiencia, hay algo que se pierde en ella. Al leer estas instrucciones, solo es posible preguntarse: ¿y qué clase de lugar es ese?