La profunda vulnerabilidad

Me pareció completo el cubrimiento que hizo SEMANA con motivo del aniversario del 11 de septiembre, titulado 'Un año después'. Mucho ha cambiado el mundo desde aquel 11 de septiembre en el que los pilares de la cultura posmoderna occidental fueron arrastrados por el terrorismo. Todavía hoy no se revelan del todo las consecuencias más profundas que el 11 de septiembre ha ocasionado, y tampoco se vislumbran respuestas coherentes que puedan hacer frente a la nueva ola de terror e inseguridad globalizada. Tal vez sea hora de recordar la antigua Babel destruida, y de plantearse a fondo la profunda vulnerabilidad a la que nos han arrastrado la autosuficiencia y el pragmatismo que Occidente ha puesto como horizonte único de su historia. Juzgar el fundamentalismo islámico es cosa sencilla, nadie puede dudar de la maldad que subyace a la instrumentalización de Dios como arma de batalla; más difícil y también más necesario es revisar los presupuestos y las mentalidades desde las cuales Occidente ha pretendido elaborar una cosmovisión del hombre y el mundo, una visión que reduciéndolo todo a criterios de efectividad ha sido igualmente fundamentalista y ha sembrado con sangre y destrucción los frutos amargos que un año después de la terrible masacre aún degusta.