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La casa donde se filmó la primera temporada. Archivo particular.

Entrevista

'Encrudo': otra manera de mirar a Santa Marta

Una cadena de personajes, historias y canciones compone la nueva serie documental de Mona Herbe y Paul Fasel. Los creativos del proyecto tienen hasta ahora una primera temporada, filmada en Santa Marta, pero pretenden documentar más ciudades.

Matilde Acevedo
6 de julio de 2016

Miguel Almendrales es un violinista samario formado en el conservatorio de la Universidad Nacional. Pese a que se fue de Santa Marta, no encontró otra alternativa que volver. Así, ha intentado enriquecer la escena cultural en su tierra e incentivar el contacto de la gente con la música. Encrudo, el nuevo documental transmedia de Mona Herbe y Paul Fasel, cuenta con personalidades como Almendrales, quienes, en un amor por su ciudad, crean e interpretan la expresión artística que sienten deberle a Santa Marta.


Archivo particular

"Nosotros queremos romper con la mirada típica que tienen las personas hacia las ciudades: la gente conoce a Santa Marta por Carlos Vives, o a Boyacá por Los Carrangueros de Ráquira. Pero la verdad es que son los personajes particulares –como los que retratan Paul y Mona– los que hacen la ciudad” dice Mona con respecto a una de las –muchas– cosas que quiere captar el documental. Son estas personas -los cantantes de vallenato, los bailarines, los futbolistas, las poetas- quienes llenan a la ciudad de vida. “La resistencia con su obra y su trabajo transforman los lugares”, dice Paul.

La casa, el lugar en el que Paul y Mona decidieron grabar a los protagonistas, es más que solo un conjunto de casas antiguas. En sus paredes hoy en parte derrumbadas guarda una monumental cantidad de historia. Sin embargo, la casa -“venida a menos pero hermosa”, según Mona- se convirtió en un parqueadero. Para Paul, lugares como ese son “espacios que hablan del paso del tiempo y de las transformaciones”. La casa, entonces, sirve como metáfora para hacer una “reflexión poética y metafórica de donde la vida transcurre” añade Mona. Además, sin importar el núcleo familiar o la forma de la familia, “si son dos mamás o dos papás”, las casas son un lugar importante porque es donde nos formamos.

Los directores escogieron el nombre ‘Encrudo’ porque representa lo que es el documental: una serie de interpretaciones en-crudo. Como manifiesta Paul, parten “de una realización documental clásica. Al no estar maquillado, el documental es en-crudo. Las personas que llegaron a la casa llegaron con un gran desconocimiento sobre lo que iba a ocurrir y a los músicos les pedimos interpretaciones improvisadas”. Además de eso, dice Mona, lo que quieren lograr con ello es “encontrar un pedazo de la casa con el personaje, preguntarle qué sabe hacer y pedirle que lo haga. No hay guion, maquillaje ni vestuario: es un documental. Queríamos rescatar la inspiración, el flow, como le dicen en Santa Marta”.


Jacqueline Coquies Maestre, poetiza. Archivo particular.

La falta de guion y maquillaje no la tiene solamente lo que ve el espectador. El documental en sí, el proceso para reunir los materiales y las personas, también es en-crudo. Por ejemplo, la forma en que Paul y Mona entran en contacto con sus personajes es el simple gesto de voz a voz que caracteriza a la costa: todos se conocen entre todos. Esto, dice Paul, “hace que los protagonistas sean quienes, por admirar y reconocer el trabajo de alguien más, armen el casting”. Entre ellos “entretejieron una linda red orgánica y natural”, comenta Mona.

Esa espontaneidad es fruto de una decisión difícil que Paul y Mona tuvieron que tomar. Ellos optaron por auto-financiarse. “Hay una sobreexplotación de la marca desde el punto de vista de la publicidad. Cuando nos embarcamos en el desarrollo de este proyecto, sabíamos que lo teníamos que construir solos. Esto nos permite hacer las próximas temporadas desde el interés colectivo frente a una mirada sin la publicidad y sin las marcas", dice Paul. Mona agrega: "Estuve 17 años fuera de Colombia, yo traía mis ahorros y quería hacer un trabajo propio. Yo soy artista visual y Paul es músico y documentalista. Ambos decidimos reunir nuestros ahorros para crear Encrudo”.

El proceso de publicidad que llevaron a cabo se apoya mucho en el hecho de que el formato del documental es transmedia, que incluye diferentes formas de difundir el contenido. Hicieron en la Alianza Francesa, por ejemplo, una exposición con fotos y texturas de la casa. En las calles pegaron carteleras con las caras de los personajes que iban a salir en el documental: “así se esparcía el chisme, le preguntaban a Almendrales que por qué su cara estaba en las paredes, qué había hecho”. Por medio de estas técnicas, entre otras, lograron divulgar la palabra sobre Encrudo.


Miguel Durán, futbolista. Archivo particular.  

Pero hay un tema de fondo: están buscando las ciudades más antiguas de América Latina. Como manifiesta Paul, estas ciudades “son hermanas la una de la otra, y las casas antiguas hablan de eso. Los espacios viejos son el motor de los recuerdos del pasado que sirve como plataforma maravillosa para ventar sobre lo que viene”. Santa Marta, por ejemplo, es una de las ciudades más viejas del continente. “La intención con el retrato de cada ciudad es poder saber: ¿para dónde vamos?”, argumenta Mona. Y, a pesar de que la ciudad costeña es conocida por su alegría, por el mar, la playa y el atardecer, Mona dice: “Santa Marta tiene problemáticas serias que queremos retratar de forma poética. No queremos hacer porno miseria, queremos contarlo de una manera más soslayada”. Santa Marta, demuestra Encrudo, es mucho más que Carlos Vives y sus problemáticas. El próximo paradero de Encrudo, dice Mona, puede estar entre Arequipa, Perú o Chiapas, México.