"Es lógico que el Grupo de la Cueva naciera ahí y que se produjera el milagro de lo real maravilloso, que merecería un premio Nobel". | Foto: Esteban Vega

OPINIÓN

“Muchas cosas debieron leerse primero en Barranquilla antes que en cualquier otra parte del país”

Nuestro columnista describe a la Puerta de Oro de Colombia como una ciudad migrante, donde la cultura y el arte son asunto de todos.

Gonzalo Mallarino*
9 de octubre de 2019

Hace unos años, al terminar una presentación del Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla, en el Teatro Amira de la Rosa, dijeron lo siguiente por los parlantes: “Por favor salgan ordenadamente todos, para que puedan entrar los que están esperando afuera para la siguiente presentación”.

Centenares de personas van al carnaval. Los barranquilleros lo adoran, como a su carnaval. Son rasgos en el rostro de la gente y de la ciudad, que ya nadie podrá borrar. No hubo un tropiezo, un desacuerdo, una querella, nada, todos salimos y los demás entraron. Yo pensé en ese minuto si en Bogotá podríamos hacer algo parecido. Umm….

Pensé que de repente la cosa se debía a que Barranquilla ha sido muy abierta al mundo, a las migraciones del mundo entero, sobre todo en los últimos 100 o 150 años. Una ciudad internacional. Y eso tal vez modulaba las maneras de la gente, su comportamiento.

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Esa mirada al mundo, ese rechazo a lo provinciano, produjo tipos como Germán Vargas Cantillo, Alfonso Fuenmayor y el Nene Cepeda. Además de los escritores que serían: lectores de la literatura de todo el mundo. Cada cual con sus acentos y predilecciones, claro, pero siempre con el oído atento a lo que pasaba afuera. Centenares de cosas debieron de leerse primero en Barranquilla antes que en cualquier otra parte del país, incluyendo Bogotá. Y fue gracias a lectores como ellos. Siempre con los ojos iluminados de entusiasmo y al mismo tiempo con un gusto y un criterio a toda prueba.

Era de bola-bola que Ramón Vinyes –el sabio catalán– y García Márquez recalaran allí. Es lógico que el Grupo de la Cueva naciera ahí y que se produjera el milagro de lo real maravilloso, que merecería un premio Nobel. Sin sus amigos del Grupo de Barranquilla, probablemente Gabo se hubiera malogrado. Es una hipótesis.

Barranquilla no tiene el baluarte y la ciudad colonial de Cartagena. No tiene las playas y la belleza natural de Santa Marta. Pero tiene cierto carácter, cierto estilo, cierto ademán que las otras no tienen. Y que la siguen haciendo irresistible. 

*Escritor.