Vancouver, Canadá. | Foto: Istock

Economía

Un país que encontró su ritmo

La economía ha sorteado con éxito los vaivenes internacionales y lo que sucede ahora es una muestra más de su capacidad para lidiar con dificultades.

Peter Hall*
2 de julio de 2017

Para Canadá, el nuevo milenio fue como voltear la página. Los noventa fueron épocas difíciles y complicadas debido a sus reformas, pero produjeron unos dividendos generosos en la siguiente década. Eso sí, hasta que el desastre regresó a finales de 2008. Siendo una economía tan dependiente del comercio, el colapso global financiero y económico significó la ruina. A medida que la recesión más grande desde la Gran Depresión se desenvolvió, vimos cómo el comercio global caía desde sus picos más altos.

Los pesimistas no se desilusionaron: el caos global acabó con un cuarto de la actividad comercial internacional de Canadá. Normalmente esto habría sido más que suficiente para hundirnos en un profundo declive general, y en ese momento todos nos preparamos para lo peor. Sin embargo, contrario a lo que siempre habíamos experimentado, la economía doméstica vino al rescate. Los bancos de Canadá no estaban expuestos a derivados de bienes como el resto del mundo, entonces no temimos un congelamiento de liquidez. También habíamos aguantado una década de reformas tributarias que nos colocó como el ejemplo por mostrar para la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en cuanto al manejo prudente de los recursos públicos.

Hubo algo más: los temores de escasez junto a las abundantes montañas de liquidez reactivaron los precios de las materias primas desde los puntos de caída que habían tenido en mitad de la recesión. Esas materias primas se convirtieron realmente en uno de los puntos más jugosos de la inversión, mostrando no solo liquidez en la cartera, sino también injerencia directa en la recuperación del petróleo y en los emprendimientos mineros de metales. Todos estos aspectos positivos le dieron a Canadá un mercado interno envidiable para el resto del mundo.

¿Será que todo se está deshaciendo? Después de tantos años de un desempeño relativamente bueno, Canadá se ve más débil. Los consumidores están supremamente endeudados, nuestra proporción de deuda-ingreso está cerca del 170 por ciento, no muy lejos del nivel de Estados Unidos antes de la recesión. Esto se relaciona con el alza en los precios de vivienda. La mayoría de los analistas están de acuerdo en que este mercado en Canadá está englobado. Los más conservadores han sugerido que podría tener una corrección entre el 10 y el 30 por ciento. Y está la caída del precio de los commodities, que empezó a mediados de 2014, llegó a su punto más bajo el año pasado y está a una fracción de los niveles inmediatamente después de la recesión. ¿Qué está sucediendo?

En resumen, Canadá está sufriendo de éxito posrecesión. El estímulo que tuvo después de la caída global fue muy efectivo para el país. Le pegó a un mercado que, a diferencia del de Estados Unidos, estaba fundamentalmente balanceado. Los consumidores todavía estaban dispuestos a invertir, el mercado inmobiliario rebotó rápidamente, y con mucha actividad dentro de la economía, los negocios locales dirigieron sus inversiones hacia las actividades domésticas. Confiados en nuestro éxito, nos excedimos.

Entonces, ¿estamos en una burbuja lista para estallar? No, no lo estamos, y no es solo pensando con el deseo. La economía global –empezando por nuestro mejor cliente internacional– está volviendo. La economía está llegando a un punto donde los límites laborales y la capacidad industrial se apretan. Por primera vez desde la recesión, esto está volviendo a traer trabajadores que por falta de crecimiento se habían quedado a un lado. También generando actividad en las inversiones. Y no es solo en Estados Unidos; Europa occidental muestra algunas de las señales de crecimiento más alentadoras en años, y la evidencia de esta demanda significativa sugiere que el crecimiento actual tiene poder de permanencia.

Para los exportadores de Canadá la noticia mejora. Nuestro dólar ahora está más bajo que hace tres años y la nivelación de precios de los commodities sugiere que el loonie se mantendrá estable en los niveles actuales por un tiempo. Y esta vez los precios más bajos de los commodities significan una fortaleza global.

¿Existe evidencia de un aumento en las exportaciones? Así lo muestran las cifras. Desde el pasado junio, los envíos internacionales de Canadá se encuentran en una curva de crecimiento del 18 por ciento, y vienen más el próximo año. Por lo pronto, esto es impresionante.

¿Será que el último debate de la política de comercio en Estados Unidos está poniendo en riesgo este punto de vista tan positivo? Pues está creando mucha incertidumbre, pero por lo general eso es todo los que se espera que haga. Desenhebrar las relaciones comerciales le podría costar a Estados Unidos muy caro pues pondría en riesgo 2 millones de empleos, subiría los costos de los consumidores, afectaría la competitividad de los estadounidenses de varias maneras, crearía dudas en las inversiones y pondría en riesgo el rápido crecimiento. Los estadounidenses mismos serán el mayor apoyo de sus relaciones comerciales vigentes.

¿En síntesis? Canadá está bien posicionado para capitalizar en el nuevo crecimiento global a mediano plazo. A medida que la economía mundial crece, habrá más demanda para las partes de automóviles de Canadá, bienes de espacio aéreo, maquinaria, y sí, de nuestro petróleo, gas y minerales. Mirando hacia adelante, la industria agrícola es una ganadora. Todo ha sido un cambio producto de eventos positivos: cuando el comercio se cayó en 2009, la economía doméstica vino al rescate. Ahora es el turno del comercio para rescatar la debilidad interior. Parece que tenemos un mecanismo natural interno para lidiar con las dificultades. John Maynard Keynes quedaría impresionado.

*Vicepresidente de Export Developmet Canada.