Las Fuerzas Armadas tuvieron un papel clave en La Habana y fueron claves para pactar los protocolos de desescalamiento del conflicto. | Foto: Oliver Ehmig

OPINIÓN

El aporte de las Fuerzas Armadas a la paz del país

La firma del acuerdo se consiguió con el apoyo de las Fuerzas Militares ¿Qué papel desempeñaron ellas en este logro? ¿Cómo fueron minando la resistencia de las Farc? Nuestro columnista lo explica.

Gustavo Duncan*
14 de julio de 2018

Los años de gobierno de Juan Manuel Santos estuvieron marcados por la ambición de negociar la paz con las Farc. Las Fuerzas Armadas no fueron ajenas a este propósito. Aunque podría pensarse que su desempeño debería evaluarse en términos de la contribución a un ambiente de confianza para el cese del fuego y a la protección de los guerrilleros desmovilizados, el papel que asumieron fue mucho más intenso debido a la dinámica de la política y de la confrontación.

En 2010, cuando comenzó el primer periodo presidencial de Santos, las Fuerzas Armadas habían logrado un avance estratégico sorprendente. Las guerrillas se replegaban en zonas remotas de la geografía o en territorios escasamente poblados y de difícil acceso. Atrás quedaban las épocas de zozobra por las ‘pescas milagrosas’, la toma de pueblos, la detención masiva de soldados y demás reveses de seguridad.

La prioridad de las guerrillas era sobrevivir. Por eso los francotiradores, las minas antipersona y la dispersión de las unidades se convirtieron en prácticas habituales de una estrategia básicamente defensiva. Sin embargo, esta situación también significaba un estancamiento para el Estado. Era necesario dar un nuevo paso para destrabar el conflicto.

La eliminación de los principales mandos de la guerrilla se convirtió entonces en un nuevo punto de quiebre en la estrategia. No solo se trataba de descabezar la organización. Conseguir que los jefes sintieran el riesgo real de ser eliminados era un persuasivo poderoso para obligarlos a negociar. Finalmente, los resultados llegaron. Reyes y Ríos, ambos miembros del Secretariado de las Farc, fueron dados de baja, y al inicio del gobierno Santos cayeron los peces más gordos: el Mono Jojoy, el cabecilla que simbolizaba el poderío y los logros militares de esta guerrilla murió en un bombardeo. Poco después le sucedería lo mismo al máximo líder de esa organización, Alfonso Cano.

En realidad, la iniciativa de las Fuerzas Armadas obligaba a las Farc a aceptar un acuerdo de paz. En retrospectiva podría incluso argumentarse que la muerte de Cano fue innecesaria, pues él mismo había logrado comprometer a los distintos bloques para adelantar un posible acuerdo. Pero, hasta que no se hicieran públicas las negociaciones, el presidente Santos no podía pedirles a las Fuerzas Armadas que suspendieran la ofensiva contra la guerrilla. Habría sido un golpe duro a la moral de la tropa.

La situación cambió, de manera radical, cuando se iniciaron formalmente las negociaciones de paz. Desde ese momento nuestras fuerzas se comprometieron para ayudar a que el proceso llegara a buen término. Su participación fue clave en al menos dos aspectos. Por un lado, los militares tuvieron un papel activo en las negociaciones de La Habana, de tal forma que sus posiciones sobre la justicia transicional estuvieron representadas en los acuerdos. Era impensable un cierre del conflicto en que se impusiera un castigo judicial y una asignación de responsabilidades desproporcionada a los miembros de las Fuerzas Armadas. Adicionalmente, fueron claves para pactar los protocolos sobre el desescalamiento del conflicto, la manera en que se llevó a cabo el cese bilateral y el desplazamiento a las zonas de dejación de armas que resultó impecable. Los accidentes, en una situación tan riesgosa, fueron mínimos.

Al próximo gobierno le quedan muchas tareas por finalizar y recomponer. El reto actual de las Fuerzas Armadas pasa por la recuperación del control territorial en zonas periféricas, particularmente en aquellos lugares donde previamente las Farc ejercían una fuerte presencia y otras organizaciones explotaban rentas criminales como el narcotráfico y la minería ilegal. Los síntomas de la tarea que falta se expresan en el excesivo incremento de las hectáreas sembradas de coca y el asesinato de líderes sociales.

*Politólogo.