Colombia ocupa el lugar 109 entre 137 países en calidad de infraestructura. | Foto: Cortesía Concesión Costera Cartagena Barranquilla

COMPETITIVIDAD

¿Cómo estamos en calidad de infraestructura?

Según el Índice Global de Competitividad, hay mucho por mejorar. Pero si se revisa el trabajo de los últimos años en el país, es evidente que se está haciendo la tarea.

Rosario Córdoba Garcés*
10 de abril de 2018

Para que Colombia consiga el objetivo de ser uno de los tres países más competitivos de América Latina en 2032, primero debe superar los grandes retos que enfrenta en materia de infraestructura. Si bien la inversión del gobierno Santos en este sector ha aumentado considerablemente, al país no le va bien en los índices internacionales de competitividad. Si revisamos el Índice Global de Competitividad veremos que Colombia ocupa el lugar 109 entre 137 países en calidad de infraestructura. Esto significa que la tarea debe continuar.

El programa de las vías de cuarta generación (4G), que ha sido la estrategia de infraestructura del gobierno, presenta varios desafíos por superar para culminarlas en su totalidad, entre ellos, su financiamiento. Los proyectos de la primera ola cuentan con los cierres financieros definitivos. No obstante, han sido en particular los bancos nacionales los que han asumido más del 70 por ciento de esa financiación y el gobierno espera que también sea la banca colombiana la que respalde cerca del 50 por ciento del presupuesto programado de las otras dos olas. Esta meta es exigente y puede conllevar riesgos. Según la Anif, financiar cerca de la mitad de lo que queda de las 4G con los bancos nacionales incrementaría la exposición crediticia del sector de infraestructura, la cual pasaría de 6,6 por ciento a entre 16 y 18 por ciento, superando el techo tolerable que se ubica entre 10 y 15 por ciento.

El respaldo de los bancos colombianos no debe superar el 30 o 40 por ciento de la necesidad de financiación, lo que obliga a encontrar recursos en otras fuentes. Es necesario profundizar los llamados fondos de deuda, aumentar el financiamiento a través del mercado de capitales y adoptar mecanismos novedosos como los Real Estate Investment Trust (REITS), que hacen referencia a fondos inmobiliarios que gerencian proyectos de infraestructura.

Así mismo, se debería continuar con el reciclaje de capital bancario mediante esquemas de titularización, con vehículos estandarizados como el collateralized infrastructure debt obligation, el cual viene trabajando la CAF. Frente a esto, ya se han evidenciado los primeros avances como la emisión de bonos para los proyectos de Pacífico 3 y Cartagena-Barranquilla, y se ha comenzado a estructurar el fondo equity por parte de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) y el fondo de pensiones canadiense CDPQ.

Dejar la ‘dependencia‘

De otra parte, en la medida que han avanzado las obras de las 4G, se han hecho evidentes riesgos no previstos en las Asociaciones Público Privadas (APP), como aquellos derivados del caso Odebrecht con la Ruta del Sol, o de las fallas en las obras, como la reciente caída del puente del Chirajara. La nueva Ley de Infraestructura solucionó el vacío jurídico que existía en la norma frente a los imprevistos por irregularidades en una APP, fortaleció además la contratación pública y dio mayor seguridad jurídica a los proyectos. Pero queda pendiente el aseguramiento de la calidad de las obras.

Ahí no para la tarea. El país está en mora de desarrollar otros modos de transporte, diferentes al carretero, en los que presentan rezagos aún más grandes frente a los competidores. La alta dependencia de este modelo hace que el país sea más vulnerable, ineficiente y costoso. Sin contar el carbón, 99 por ciento de la carga es transportada por carretera. Por supuesto, lo anterior no quiere decir que se abandone lo que se está logrando con las 4G, sino que se debe trabajar en una política que articule todos los modos de transporte.

Implementar dicha política implica definir las responsabilidades institucionales, poner en marcha la Unidad de Planeación de Infraestructura y profundizar el fortalecimiento de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) y el Invías.

Igualmente, no se debe perder de vista que Colombia está en mora de diseñar una regulación moderna del transporte de carga, que fomente la eficiencia y la reducción de los costos logísticos.

Una infraestructura de calidad mejora la competitividad y conecta al país con el mundo. También comunica a las regiones entre sí y con los otros mercados, esto es crucial para el éxito del posconflicto.

*Presidenta del Consejo Privado de Competitividad.