Cuestionario para el encuestador
Los hogares con teléfono son el 53,7 por ciento. ¿Puede una encuesta telefónica representar a los que no lo tienen, que son la otra mitad del país?
Repetía Álvaro Gómez Hurtado que las encuestas son como las morcillas: muy sabrosas hasta que uno sabe cómo las hacen. Esta semana lo recordé, a raíz de la publicación de la encuesta de Gallup, cuyos resultados tanto han agradado a los partidarios del gobierno. Celebran que después de la captura de nueve congresistas uribistas, de la renuncia de la Ministra de Relaciones Exteriores y de la detención del ex director del DAS, la aprobación del gobierno haya subido dos puntos.
Semejante prodigio amerita la revisión de la encuesta para establecer cuál es la representatividad real de este estudio. Después de hacerlo, me han surgido algunas preguntas que respetuosamente quisiera formularle al encuestador.
1. Según el Dane, los hogares colombianos con teléfono son el 53,7 por ciento. ¿Puede una encuesta telefónica representar a los colombianos sin teléfono, que son prácticamente la otra mitad del país?
2. El gobierno, a través del Departamento Nacional de Planeación, ha reconocido que por lo menos el 14,7 por ciento de los colombianos vive en la indigencia, y el 49,2 por ciento, en la pobreza absoluta. Esto suma el 63,9 por ciento de la población. ¿Por qué el encuestador considera que la clase baja está suficientemente representada con el 49,7 por ciento de la muestra?
3. Aun más llamativo resulta el peso que la encuesta le asigna a la clase alta. Según la ficha técnica de Gallup, el 19,1 por ciento de los colombianos encuestados pertenece a la clase alta. La cifra suena exagerada, sobre todo cuando se compara con el tamaño de la clase alta en países desarrollados. Las estadísticas españolas, por ejemplo, dicen que sólo el 14,9 por ciento de los habitantes es miembro de la clase alta. Europa en su conjunto sitúa en el estrato alto al 18,5 por ciento de la población. ¿De dónde concluye el encuestador que el 19,1 por ciento de los colombianos pertenece a la clase alta?
4. La eventual desproporción de la muestra se ve corroborada por un estudio anterior de la misma empresa Invamer Gallup. Entre el 3 y el 5 de julio de 2003, Gallup realizó esta encuesta de favorabilidad a otro grupo de 1.000 personas, pero entonces los encuestados de clase alta eran 85 personas, el 8,5 por ciento de la muestra. Ahora son 191. ¿Debemos entender que en los últimos cuatro años, la población de clase alta en Colombia ha crecido el 124,7 por ciento?
5. Una de las reglas de la estadística establece que la población -el universo estudiado- debe tener el mismo tamaño, independientemente del criterio usado para agruparla. En la metodología de esta encuesta de Gallup la población suma 13.089.789, cuando el criterio es ciudades; sin embargo, cuando la variable es edades, suma 5.989.793. ¿A qué se debe esta diferencia?
6. Como consecuencia de lo preguntado anteriormente, cuando los encuestados hablan de acuerdo con el criterio de su edad, la opinión de cada uno de ellos representa en promedio a 5.989 colombianos. Pero cuando hablan como habitantes de las ciudades, su opinión individual refleja en promedio la posición de 13.089 personas. ¿Si esta diferencia está justificada estadísticamente, por qué no tienen márgenes de error y confiabilidades distintas para cada caso, para el total nacional y para los resultados por ciudades?
Conozco hace años a Jorge Londoño, el director de Gallup, y lo he tenido en muy buen concepto. Por eso me atrevo a plantearle comedidamente estas dudas. Por eso, y porque lo he oído muy uribista en sus últimas declaraciones. Desde luego, como ciudadano él tiene derecho a respaldar al Presidente, pero no como encuestador.
Me ha llamado la atención, entre otras cosas, que hace unas semanas escribiera en El Tiempo, esta explicación sobre las crecientes cifras de desempleo: "Si uno mira detenidamente las tendencias que reporta el Dane desde 2002 hasta hoy, se concluye que la población que no está interesada en trabajar ha venido creciendo lentamente... El aumento del desempleo no está significando que los hogares se estén empobreciendo o que les esté yendo peor".
Buena tesis para un columnista del gobierno, pero inquietante para un investigador social. Al final de cuentas, los encuestadores están para registrar las tendencias de la opinión pública, y no para crearlas.