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Alonso Sánchez Baute ha escrito 'Al diablo la maldita primavera' y 'Líbranos del bien'. Esta es su tercera publicación. | Foto: Cortesía.

LITERATURA

“Los temas que toco irritan porque están escondidos”

Un hijo de una prostituta, una mujer que odia a su madre y un deportista que cayó en las drogas son los protagonistas del nuevo libro de Alonso Sánchez Baute, ‘¿De dónde flores, si no hay jardín?’.

Miguel Reyes, periodista de Semana.com
16 de octubre de 2015

Alonso Sánchez Baute sabe lo dura que es la calle, esa es su especialidad. Si hay algo a lo que se opone este escritor es a vivir en una ‘torre de marfil’. Por eso escribió una columna para El Espectador sobre la vida nocturna en Bogotá durante cuatro años llamada De rumba con Loncho.

Sánchez Baute nació en una familia tradicional de Valledupar hace 51 años. Allí conoció de cerca al jefe paramilitar ‘Jorge 40’ y al guerrillero ‘Simón Trinidad’, quienes pertenecían a su mismo círculo social. Basándose en estos personajes escribió Líbranos del bien (2008), la historia de Ricardo Palmera y Rodrigo Tovar Pupo, quienes después abandonaron esos nombres para convertirse en los símbolos de la guerrilla y el paramilitarismo que conocemos. También escribió Al diablo la maldita primavera, novela con la que obtuvo el Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá en 2002.

Alfaguara acaba de publicar su tercer libro, ¿De dónde flores, si no hay jardín?, tres relatos que se pueden leer de manera independiente o conjunta, pero que coinciden en tocar las fibras sensibles de la sociedad y en que los protagonistas son seres marginales y socialmente rechazados: un jíbaro hijo de una prostituta, una mujer acomplejada por su madre y un drogadicto de clase media.

‘Loncho’ (“ese es mi nombre. El otro –Alonso– sólo aparece en mi cédula”), hace lo mismo al comenzar o al terminar el día: ver una película. Haneke, Sorrentino, Giordano y Gaspar Noé son sus directores predilectos “por la forma como construyen a sus personajes y por la contradicción entre personajes derrotados y débiles, con la crueldad del entorno y la sordidez de la soledad”.

Para esta conversación porta en el anular de la mano derecha un anillo con una calavera dorada, “igual a la que usa Keith Richards”, un detalle más de su personalidad.

Semana.com: ¿Cómo se podría catalogar este libro? ¿Es una novela, son relatos o perfiles?

Alonso Sánchez Baute:
Aunque el género no ha sido nunca mi preocupación, esta no es propiamente una novela. La contratapa dice que son relatos, pero prefiero llamarlos “perfiles ficticios”, que es lo que son. Me gusta sumar géneros literarios con géneros periodísticos. Así hice en Al diablo la maldita primavera y en Líbranos del bien. Más que contar una historia, literariamente me interesa la construcción de personajes: son historias de personajes. En este caso esos personajes, que son ficticios, están mezclados con crónicas de la calle. Ahora bien, al inicio de este libro hay una frase de Monsiváis: “¿De qué manera conserva su salud mental un marginado?”. Esta pregunta me motivó a tratar de ponerme en los zapatos de estos tres personajes derrotados, de estos tres “fracasados”.

Semana.com: ¿Cuál es la razón de ser del título?

A. S. B.:
El título, y no el primer párrafo del libro, es lo primero que lee el lector. Por eso debe ser muy atractivo. Siempre busco que refleje o que resuma lo que dice el libro: ¿De dónde flores, si no hay jardín?. En este caso tiene un componente adicional: lo fácil es juzgar a los demás sin interesarnos por la historia que cada quien arrastra. Pero resulta que ese que cayó tiene un pasado y que esa historia fue construida por otros. Como dijo Sartre: “El hombre es lo que hace con lo que otros hicieron con él”. Por eso el título de este libro es también un llamado a la tolerancia, a no juzgar, a respetar.

Semana.com: ¿Hay algún tema que atraviese las tres historias?

A. S. B.:
Mi preocupación literaria siempre apunta a la condición humana: cómo, cada quien, construye su identidad. Esta pregunta me lleva a intentar respuestas en la literatura. Cada una de las tres historias de este libro es una búsqueda de sus protagonistas por entender su propia identidad y por tratar de entender qué diablos vino a hacer a este mundo.

Semana.com: ¿Cómo describiría entonces la condición humana de los tres personajes protagonistas?

A. S. B.:
El de la primera historia es Jackson Sobrado, un jíbaro y un sobreviviente de la vida, aunque eso no dice nada, porque todos somos sobrevivientes. Lo que realmente le ocurre a él es que nunca logró superar la vergüenza de ser hijo de una puta, y siempre buscó en sus mujeres imitar ese modelo. Jackson es un hombre muy machista pero es también una víctima del machismo.

Gema Almendrales, la protagonista de la segunda historia, es una mujer que odia a su madre, quien la convenció desde niña de que era fea y que intenta enfrentar la vida con enseñanzas que lee en libros de autoayuda.

Y el tercer personaje, cuyo nombre aparece, es un muchacho que iba camino del éxito deportivo pero que nunca logró superar la violación sexual de la que fue objeto y llega a tocar fondo con las drogas. Es una historia muy dura pero a la vez muy tierna que habla también de la obsesión por el éxito y del valor de la autoestima. Así los podría resumir rápidamente, para no contar más de lo que debo. Todas las historias son crudas, eso sí, como me gustan.

Son más que crudas. Algunas tocan fibras muy sensibles y pueden escandalizar a más de uno. ¿Qué reacción espera del público? 

A. S. B.:
Yo no escribo para generar polémica ni para provocar, pero entiendo que los temas que toco irritan porque están escondidos. Yo escribo por el placer de contar una historia, no de provocar. Pero lo cierto es que a la gente le encanta escandalizarse porque alguien más dice lo que ellos no son capaces de decir. Les encanta levantar el ceño y afirmar entre gritos “¡Jamás se me hubiera ocurrido pensar algo así!”.

Semana.com: ¿A qué público le apuntó cuando escribió este libro?

A. S. B.:
Creo que, sin perder calidad literaria, el libro tiene que volverse lectura y que la lectura debe llegar a mucha más gente, como sucedía hace unos siglos e incluso hace unas décadas. Hoy en día la competencia de los escritores no son los otros escritores sino la industria del entretenimiento: el cine, las series televisivas, los videojuegos. Son a esos consumidores de entretenimiento a los que hay que atraer a los libros hablándoles de temas de interés para ellos. No se trata de vender más sino de que nos lean más; que lean hasta la última línea de la última página y que luego, al cerrar el libro, queden con ganas de seguir leyendo. Como el resto del mundo que vive de su trabajo, yo quisiera algún día vivir de la literatura.

Semana.com: ¿Cómo se distingue este libro de los anteriores?

A. S. B.: Lo fácil para mi hubiera sido haber seguido escribiendo historias y personajes gais (con Al diablo la maldita primavera). Ya tenía un nicho ganado, una voz que hubiera podido seguir explorando y explotando, y una manera de narrar. Sin embargo, primero me fui por el lado de la violencia política (con Líbranos del bien) y ahora por el de la violencia doméstica y psicológica. Nadie puede decir que no estoy intentando hacer cosas diferentes a las que hice cuando me gané el Premio de Novela. Tengo claro que intentarlo no es suficiente, por eso me meto hasta los cojones bajo la piel de cada personaje. 


Twitter: @miguelreyesg23