CON RITMO DE BLUES
500 páginas de una epopeya negra concebidas como una gran coral
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"Changó el gran putas", Manuel Zapata Olivella, Oveja Negra, 1983, 528 páginas.
Manuel Zapata Olivella ha logrado en su libro "Changó el Gran Putas" una de las novelas más originales de la última literatura colombiana, especie de Ilíada y al mismo tiempo, de Odisea de la gran aventura del negro en América a través de la epopeya histórica comprendida entre la nativa Africa, la esclavitud, hasta cuando la raza se identifica con América, ya es América, y comienza a expresarse y producir una determinada cultura también dominada por el espíritu original, Changó, presente en todas las contingencias de la epopeya, Changó, solemne y burlón al mismo tiempo; estímulo para el sufrimiento y la creación, en la diversión y liberación.
Y todo esto escrito en tensa prosa que se sostiene al mismo nivel "electrizante" en las 500 páginas y pico del libro, prosa iluminada, mágica, que parece la transcripción actual de un viejo manuscrito, de una antigua crónica sobre la epopeya negra a través del tiempo, de espacios diferentes contemplados con amor comunicante al lector que, admirado, debe reajustar la simple lectura a este inmenso poema, experiencia nueva que también exige superar ciertos límites más o menos propios de la novelística colombiana, quizás esfuerzo más que compensado en el conocimiento de un libro que no se vacila en calificarlo de sensacional.
Y en la gran epopeya del negro en América naturalmente figura el jazz, mencionado a través de estilos, blues; de populares temas tradicionales, "West and blues", "St. James Infirmary"; de grandes artistas, Louis Armstrong "Satchmo", Bessie Smith, Duke Ellington; de sitios especiales, Cotton Club; de grandes cantantes de spirituals, Paul Robenson, Roland Hayes. Pero no se trata de simple información final sobre el aporte negro a la cultura occidental, sino que el jazz está integrado, forma cuerpo en la gran epopeya de la negritud. Manuel Zapata Olivella sabe muy bien hasta dónde y en el auténtico jazz, en el de los músicos y temas que menciona, también se manifiesta el espíritu de Changó presente en las cálidas noches del New Orleans de fines y principios de siglo, cuando se comienza a oír este nuevo pregón seudoafricano y artístico llamado jazz, nueva música que no es planta espontánea, sino que hunde sus raíces a través de los blues, spirituals, "cantos de trabajo" y demás materiales folklóricos, en melodías y ritmos africanos, se insiste, en el espíritu de Changó que anima a los músicos al desenfreno, a la "orgía" musical representada en la improvisación colectiva de las viejas bandas d e jazz.
Es posible que el mismo libro de Manuel Zapata Olivella esté concebido y para el lector comprometido en su significado, como un gran "coral" formado a base precisamente de spirituals y blues de los mismos que sirvieron para la elaboración del jazz. Cuando a lo largo de la novela se cita varias veces a "Satchmo" (Louis Armstrong), forzando musicalmente el concepto, se sienten similitudes entre el vibrante y tenso sonido de la trompeta del maestro del jazz, con esa prosa que no es difícil compararla en sus inflexiones, a la robusta sonoridad, a la magia personal, de un tema tratado por Louis. Además, en los diferentes capítulos del libro, el poema de "La Tierra de los Ancestros", en el "Libro de Bitácora" (parte llena de auténtico mar), en la "¡Cruz de Elegba, la tortura camina!", "El culto a los Ancestros", "¡Oye: los orichas están furiosos!", pueden representar en la constante presencia, en las sucesivas reencarnaciones de Changó, los relatos musicales con sus "rompimientos" (breaks), con las infinitas variaciones presentes en el mismo tema, impuestos sólo por los grandes músicos de jazz de increíble imaginación hasta lograr que cada variación suene mejor que la anterior, culminándolos en un "tutti" admirable.
Resultaría demasiado personal y quizás equívoco, insinuar fondos musicales muy especiales para lecturas también muy especiales como la novela de Manuel Zapata Olivella. Sin embargo y con el temor de la insinuación, se insiste, muy personal, en viejas grabaciones de Satchmo, blues 1920 de Bessie Smith y algo moderno de la gran Ella Fitzgerald, el Duke Ellington por los lados de "Liberian Suite", obvio que "St. James Infirmary" para los "momentos Iliada" y "West end blues" para los "momentos Odisea" de la novela, más algo de la Ethel Waters de los 1930; todo ello formaría un ambiente para su lectura.
Pero ante la libertad espacio-temporal literaria, el lector ya beatificado por el espíritu de Changó, piensa las posibilidades de su múltiple lectura en el ambiente colonial de la Cartagena de San Pedro Claver, contemplándolo a través de las ventanas de una noble casona, en su constante apostolado a favor de los esclavos negros; o en un burdel de New Orleans a principios de siglo, rodeado de lindas cuarteronas, oyendo la corneta del legendario Buddy Bolden; en el Harlem 1920, una tarde melancólica de domingo cuando no se sabe de dónde, surge también algo tan ambiental como "Tin Roof Blues". A todo esto obliga el conocimiento de un libro tan estimulante, tan verdaderamente original: "Changó el Gran Putas" de Manuel ZaPata Olivella.
Hernando Salcedo Silva