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Rooney Mara interpreta a una joven que cae en la depresión y debe ser medicada por los especialistas representados por Jude Law y Catherine Zeta-Jones.

CINE

Efectos secundarios

La película con la que el director Steven Soderbergh se despide del cine es un ‘thriller’ inteligente, aunque no memorable, sobre las drogas psiquiátricas. ***

Manuel Kalmanovitz G.
6 de abril de 2013

Título original: Side Effects
País: Estados Unidos
Año: 2013
Director: Steven Soderbergh
Guión: Scott Z. Burns
Actores: Rooney Mara, Channing Tatum, Jude Law y Catherine Zeta-Jones
Duración: 106 min. 

Esta es la última película de Steven Soderbergh, si cumple su promesa de abandonar el cine antes de cumplir 50 años (en una entrevista habló de hacer teatro o series de televisión, entonces no es un retiro total). Es un punto final extraño, más neutro de lo que merece una carrera tan brillante como la suya, que abrió con Sexo, mentiras y video la revolución del cine independiente en los noventa, que transformó a Hollywood. Fue también Soderbergh quien encontró la fórmula para combinar el peso de las grandes estrellas con una soltura formal que las hacía más fescas y livianas (en Erin Brokovich o en Ocean’s Eleven). 

Al parecer había planeado despedirse con una versión de la serie de espías de los sesenta, The Man from U.N.C.L.E, pero el proyecto se enredó, así que el final terminó siendo este thriller bien hecho aunque no excesivamente memorable, con las fortalezas y debilidades de la etapa tardía de la carrera de Soderbergh.

En el centro de Efectos secundarios hay una muchacha de pelo largo y ojos brillantes (Rooney Mara) que parece sacada de infinidad de películas: es la chica indefensa y atormentada que en el cine de terror vemos huyendo de toda clase de asesinos armados con hachas herrumbrosas o machetes a medio afilar. Es una especie de animalito indefenso y desprotegido que ni siquiera tiene tiempo de arreglarse el pelo (para mayor simpatía).

En este caso, el monstruo que la persigue no tiene balas o machetes, y ahí está el asunto. Su esposo, un corredor de bolsa, está en la cárcel condenado por usar información privilegiada y cuando por fin sale, su esposa de ojos brillantes y pelo desordenado parece abrumada por una tristeza inexplicable.
La pobre chica parece sufrir de una depresión profunda así que llega donde un psicólogo comprensivo y preocupado (Jude Law) que le receta una droga psiquiátrica tras otra, para atenuar los efectos secundarios de unas y otras. Pero el monstruo que la acecha es persistente y la muchacha se ve tan indefensa: con esos ojos y esas pestañas y ese pelo enmarañado.

Es una película muy inteligente, que aprovecha la solidaridad que despierta ese aire desvalido de su protagonista y el hecho de que nos sea tan familiar para darle un giro radical. Sin abandonar la crítica a la sobremedicación psiquiátrica, a la creencia de que cualquier padecimiento mental se cura químicamente, en su tercer acto la película recorre caminos más oscuros y hasta crueles. 

A nivel formal, Efectos secundarios tiene la soltura de las producciones recientes de Soderbergh (está escrita por el guionista de Contagio) aunque también sufre por lo que han sufrido algunas de sus películas recientes: estrellas famosas que resultan poco convincentes en papeles clave (unos anteojos no bastan para que Catherine Zeta-Jones sea una psicóloga creíble).

En un mundo ideal, Soderbergh se habría despedido con algo más brillante. Aunque siendo tan joven, siempre podría cancelar su jubilación para despedirse mejor.

CARTELERA

**** Excelente     ***1/2 Muy buena      *** Buena      **1/2 Aceptable     **Regular      *Mala   
Anna Karenina ***
La adaptación de la novela de León Tolstoi es exuberante y lujosa, lo que resalta la agitación interna de la protagonista.

El chef ** 1/2
Esta ligera película francesa, con Jean Reno y Michaël Youn, le echa un vistazo humorístico y amable al mundo de la alta cocina parisina.

Oz el poderoso **
Sam Raimi relata el pasado del famoso Mago de OZ, en esta exitosa e imaginativa  cinta de Disney.

G.I. Joe: el contraataque * 1/2
La segunda película basada en unos muñecos de plástico es inexpresiva, bullosa y elemental.