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EN LA ONDA DE REGINA 11

Paga 50 mil pesos mensuales a Radio Juventud por un espacio de media hora donde improvisa sobre lo divino y lo humano

26 de septiembre de 1983

Es la una de la tarde. El dial del radio está sintonizando Radio Juventud. Las notas de esa canción que hizo famosa Roberto Carlos -"Quisiera tener un millón de amigos"-, comienzan a escucharse. Una vez más, sale al aire la "Radiorevista de Regina 11", un programa sin cuñas, sin libretos, sin cartas o llamadas teléfonicas del público, que Regina Betancur de Liska, Regina 11, improvisa durante 30 minutos. Hechicera, bruja, mentalista, hipnotizadora de masas son apenas algunos de los calificativos que indiscriminadamente se le aplican a esta mujer paisa que ya ha hecho sus incursiones en la política y que, desde 1971, ha estado vinculada a la radio, a pesar de la protesta de muchos colombianos que la consideran una charlatana de tiempo completo. Todavía muchos recuerdan ese programa de radio que se transmitía por Todelar entre 9 y 9 y 30 de la mañana, "El campo magnético de Regina 11 ", que alcanzó a registrar más de 10 millones de oyentes y en el cual ella entabla diálogo con los que ella llama sus hijos. Se interrumpió durante el gobierno de López Michelsen cuando, según ella, se le impidió presentar el examen para obtener la licencia de locución, necesaria para la realización del espacio. Sin embargo, al parecer, se debió a una acusación de fondo, ejercer ilegalmente la medicina, lo cual no solamente violaba normas del estatuto de radiodifusión, sino que se convertía en una práctica contra la ética profesional. Pero Regina 11 volvió a la radio cuando la administración de Turbay Ayala, según ella "en señal de agradecimiento por los 140 mil votos que puso en 1978 para detener al candidato de la Iglesia Católica, Belisario Betancur". Lo dice momentos antes de iniciar su "Radiorevista", ese programa en el que, en una catarata de palabras marcadas por eses sibilantes, agravia sin compasión a la clase política. El símbolo de su movimiento, la escoba, aunque fácilmente asociable con la brujería, para ella no es otra cosa que lo que identifica su propósito de "barrer la porquería y la inmundicia de esos estafadores del pueblo". Y ya en el aire, sin agua en la boca, haciendo alusión al debate que sobre "dineros calientes" se adelanta en la Cámara, afirma: "Los dineros calientes" son "tibios", frente a los que "hierven", los dineros que los políticos han obtenido engañando al pueblo". Danny Liska, Liskita, como cariñosamente se refiere a su marido, también tercia en el programa. Interviene de cuando en cuando y en su mal castellano le hace las veces de abogado del diablo. Así, en uno de los programas, mientras ella defendía el traslado del aeropuerto de Medellín y la conversión del nuevo en parque, él lo atacaba con el argumento romántico de que no podía desaparecer el escenario donde él la conoció. No faltan en sus peroratas para "preparar a sus hijos para las elecciones de mitaca", arremetidas de corte feminista por medio de las cuales les aconseja a las mujeres "no dejarse mangonear ni fustigar por sus maridos". Caóticamente, sin ton ni son, va intercalando temas para llenar esa media hora diaria de emisión por la cual paga a la emisora 50 mil pesos mensuales. Pero Regina 11 no se contenta con la radio. Imprime en offset revistas de costoso papel y folletos en los cuales difunde sus ideas y prácticas rituales, así como también dos periódicos mensuales, "El Terrícola" y "Regina 11", en los cuales cuenta sus correrías por los barrios y hace proselitismo e invita a la carnetización para ingresar al movimiento reginista que, según ella, ya alcanza un millón de adeptos. Para muchos, Regina no es más que una "charlatana,, y encaja perfectamente dentro de ese estilo que recientemente el ministro de Comunicaciones calificó como de "moler basura", pero para un sector nada despreciable de los sectores populares es "mamá Regina", un personaje carismático que los guía. Después de la 1 y 30 de la tarde, sin las restricciones que impone la emisión radial, los reginistas son invitados a la sede del movimiento. Allí pueden practicar los ritos paganos que tanto aprecian. Giran once veces en torno a las tres estatuas de Regina desnuda; por sólo 111 pesos, quienes cumplen años pueden celebrarlos bebiendo una copa de vino servida en un cáliz blanco; comen uvas mientras que los enfermos son atendidos por los alumnos más avanzados, quienes elevan sus brazos al cielo y murmuran palabras mágicas. El programa puede ser juzgado por cada persona como le parezca, pero cabe al ministerio de Comunicaciones decir la última palabra y determinar si el espacio se ajusta o no a las elementales normas de un estatuto de radiodifusión que impunemente violan diariamente cientos de emisoras radiales.