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EN OLOR DE SANTIDAD

La herencia medieval de las cantigas de Santa María al alcance de los melómanos colombianos.

6 de agosto de 1984

La liturgia hispánica, catalogada con frecuencia como rito oriental a raíz de sus elementos siriacos y bizantinos, es evidentemente occidental. Desarrollada entre los años 500 y 700 de nuestra era principalmente en Toledo, centro del reino visigótico, se conoció gracias a una veintena de manuscritos antiguos de los cuales se destaca el antifonario de la catedral de León. Fiel al ordenamiento de la misa latina, recibió la feraz influencia de los ritos milanés (los himnos ambrosianos) y romano (plegarias entonadas entre la lectura del evangelio y del prefacio). A pesar de su temprana abolición después de concilios y reyertas locales, la liturgia hispánica irradió su mágica simbiosis de melopea árabe con oraciones latinas sobre el rito galo, las cantigas de Sta. María y la polifonía española.
Buena parte de la monodia profana medieval fue recopilada en tres códices españoles que datan del siglo XIII: el codex princeps, el "codex del Escorial" y el "codex de Toledo". De este rico legado musical cortés, iluminado con espléndidas miniaturas y recorrido por una notación elaborada pero funcional, el codex princeps alberga todo el admirable repertorio de las cantigas de Santa María, más de 400 canciones recogidas por Alfonso X El Sabio, rey de Castilla y de León. Soberano culto y sensible, también conocido en la historia como Alfonso El Astrónomo, nació en Toledo a orillas del denso transcurrir del Tajo (no es vana la alegoría de Heráclito de que el destino fluye como un río) y murió en el año 1284, hace hoy 7 siglos. Rodeado de trovadores y científicos, servido por traductores y juglares, acompañado de médicos y botánicos, su corte castellana fue el epicentro de un renacimiento cultural y político que irradió la Iberia medieval al resto de Europa, allende el muro natural de Los Pirineos. Pues en la doble meseta del condado de Castilla, mientras las otras naciones hacían la guerra, bajo los pórticos mudéjares que conducen a jardines arrullados por laúdes y acequias, se jugaba al ajedrez y al álgebra del espíritu. Es la época del poeta Gonzalo de Berceo y de las canciones profanas de Martin Codax, cuando el rey Alfonso hizo traducir al español el Antiguo Testamento, corrigió algunos mapas ptolomeicos, recopiló un conjunto importante de normas legales y favoreció el florecimiento de la música y la poesía con un renovado séquito de artistas cristianos, judíos y árabes.
Las célebres cantigas de Santa María fueron escritas y son cantadas en gallego, lengua vecina y forma precoz del portugués, de especial predilección en el arte poético practicado en el reino de Castilla. Su gran mayoría narra y describe la fuerza bienhechora de la Virgen María, madre de Dios. Acudiendo a la fantasía de las leyendas o al asombro de los milagros, estas canciones recrean las historias entretejidas a lo largo de una antigua tradición popular rayana en los cuentos de hadas o en los salmos que entonara con su cítara el rey David. Escudo supremo contra el mal y el pecado, María simboliza simultáneamente la dulce madre y la presencia femenina que guía y reconforta. Manifestación musical de la relación un tanto ingenua que el hombre del medioevo construyó entre lo tangible y lo intangible. De espíritu amable y con ciertas tonalidades tributarias de la letanía y el himno, llevan impresas también las huellas de los ritos litúrgicos y de las danzas populares de la época. Sus melodías y ritmos están estrechamente emparentados con la música de los trovadores. La reiterada introducción de refranes y estribillos, las técnicas de interpretación y la sonoridad monódica que se explaya en una recurrente languidez, delatan una definitiva influencia berberisca. Ceñidos a las descripciones literarias del Arcipreste de Hita o a las miniaturas iconográficas de los códices, flautas, cornamusas, panderetas, salterios, laúdes largos, sonajas y trompetas rectas acompañaban las voces que alaban en gallego las virtudes y gracias de la Virgen María, dando lugar a la colección de cantigas medievales que exhiben la mayor unidad temática y formal de la música europea.

DISCOGRAFIA RECOMENDADA:
"Las Cantigas de Santa María". Clemencic Consort, René Clemencic (director). 3 discos Harmonia Mundi HM 97779, Saint-Michel de Provence, 1983.
"Cinco Cantigas de Santa María". Schola Cantorum Brasiliensis, Thomas Binkley (director). Disco Harmonia Mundi 1C 065-99898, Colonia, 1980.
"Siete cantigas de amigo" de Martín CODAX. Grupo "Euterpe" de Música Antigua de París. Disco Harmonia Mundi HM 1060, Saint-Michel de Provence, 1981.