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| Foto: Archivo particular

LITERATURA

“Hay una curiosidad innata por saber de dónde venimos”: Santiago Posteguillo

SEMANA habló con el escritor español, toda una autoridad en el tema de las novelas históricas por sus sagas sobre el imperio Romano, quien presentó este año un nuevo libro sobre los escritores perseguidos a lo largo de la historia.

3 de enero de 2018

SEMANA: Su libro más reciente, ‘El séptimo círculo del infierno’, reúne historias de escritores perseguidos por el poder.          Pero esta no es la primera vez que usted escribe sobre el tema, ¿en qué se diferencia de los libros anteriores?

Santiago Posteguillo: Es una especie de continuación. Los otros dos libros que he escrito con las historias detrás de los escritores y sus obras cumbres (‘La noche en que Frankenstein conoció a El Quijote’ y ‘La sangre de los libros’), no me permitieron vaciar la lista de los autores que me gustan y quiero compartir con los lectores. Sin embargo, como uno trata de que las historias de cada libro estén unidas de cierta forma, sí hay una diferencia enorme. ‘La sangre de los libros’ era más sobre sufrimientos propios. Aquí, aunque también hay historias así, estoy más centrado en la persecución de la literatura por parte de los poderes. Un tema que, lamentablemente, me parece de enorme actualidad, pero que, como muestro en el libro, viene desde el siglo VII antes de Cristo.

SEMANA: A pesar de esa persecución, todas las historias que aparecen en el libro son éxitos literarios, ¿dónde está el poder de la literatura para sobrevivir a esas persecuciones?

S.P.: Es cierto, pero debo hacer una salvedad: las historias de fracaso no las conocemos. Esas quedaron perdidas. Sabemos de algunas, como la de Cornificia, una gran poeta en la época de Julio Cesar, durante el Imperio Romano, de la que no quedó nada. Lo desaparecieron todas sus obras. Pero sí es cierto que muchos de esos escritores triunfaron, literariamente hablando. Y en gran medida es porque se agarraron a su arte para sobrevivir. Es el caso de Buchi Emecheta, una escritora nigeriana que sufrió malos tratos por parte de su marido, hasta que una vez decidió escribir una novela para refugiarse. Cuando él la descubrió, se la quemó toda. Pero ella se sobrepuso a eso y terminó siendo una de las escritoras africanas más importantes. 

SEMANA: La magia del arte…

S.P.: Y el arte no solo salva a los artistas. También a los que lo disfrutan. La literatura, por ejemplo, es tan potente que puede ayudar a muchos lectores a salir de sus propios infiernos. De hecho, cuando los sicólogos hacen terapias, algunas veces les recomienden a sus pacientes ver una película o leer una novela en concreto. La ficción puede explicar mejor la realidad y tiene un poder catártico. Las comedias de Plauto, por ejemplo, tenían mucho éxito cuando Roma estaba rodeada por Aníbal (en el marco de las Guerras Púnicas). Aunque las personas tenían mucho miedo, durante dos horas se olvidaban de todo y reían. El poder del relato para entretener, relajar y emocionar es muy poderoso.

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SEMANA: El libro tiene un especial énfasis en las mujeres escritoras. Casi todas invisibilizadas. En algunos casos incluso escribieron libros que salieron a nombre de hombres. ¿Las mujeres han sido menospreciadas en la literatura?  

S.P.: Sí. Como en tantos otros campos. ¿Por qué va a ser la literatura diferente? Por eso el subtítulo de este libro es “escritores malditos y escritoras olvidadas”. Porque ni siquiera las maldicen, las olvidan directamente. Es una injusticia enorme. Por eso el énfasis en querer recuperar a muchas de ellas. Por ejemplo, que una poetisa tan buena como Julia de Burgos sea desconocida en el mundo de las letras hispanas, es increíble. O Dolores Prida, la exiliada cubana que es una institución en Nueva York y no es tan conocida en el resto de América Latina. Este libro está pensado también para que gente a la que le gustan los libros lea sobre escritores (y escritoras) que nunca oyó nombrar. Y espero que eso despierte el interés de buscar algunos libros y de leer algunos poemas.

SEMANA: ¿Eso es lo que usted busca con estos libros sobre la historia de la literatura?

S.P.: Claro. Desde el punto de vista comercial, a mí me favorecen más las novelas históricas. Pero, quizá por la vocación docente que llevo dentro, pienso que si he adquirido una cierta popularidad como novelista histórico, puedo intentar aprovecharla para que la gente descubra grandes clásicos o autores de tradiciones literarias que parecen lejanas, y que son muy interesantes. Empezando por la gente joven, que a mí me interesa mucho.

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SEMANA: Usted, de hecho, es más reconocido por dos trilogías sobre el Imperio Romano. ¿Por qué le interesa tanto esa época en particular?

S.P.: Si la Unión Europea –con todos los enormes conflictos que tiene ahora– realmente ha sido posible y se pudo crear en unos pocos decenios es porque ya había un sustrato. Y es que el territorio que va desde Caledonia (como solía llamarse lo que hoy es Escocia) hasta Turquía ya ha estado unido. ¡Y estuvo unido durante muchos siglos gracias al Imperio Romano! Así que explicar esa época es una forma de entender mejor el mundo Europeo, y por extensión, todo el mundo occidental. Además, desde la parte de novelística, hay elementos y recursos dramáticos inacabables como los gladiadores, las legiones romanas, asedios, magnicidios, traiciones, dinastías y luchas fratricidas por el poder.

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SEMANA: Aunque sus libros tienen más de 1.000 páginas, se venden mucho, ¿es un mito eso de que la gente no está interesada en la historia?

S.P.: Si hay algo que no han conseguido los gobiernos de muchos países, pese a cargarse sistemáticamente las humanidades en secundaria –algo que creo que compartimos Colombia y España–, es acabar con la curiosidad de la gente. La gente tiene una curiosidad innata por saber de dónde venimos. Pero de Roma sí que tenemos la respuesta: sabemos de dónde venimos como civilización de origen grecolatino. Lo que pasa es que la gente no lo conoce con detalles, y esos detalles son muy interesantes. Y si se lo cuentas con una narrativa actual y cinematográfica, la gente entra de lleno. Así tenga 1.000 páginas.