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Hush, otro Cocktail

El disco de McFerrin y Yo-Yo Ma se agotó en las tiendas neoyorquinas en cuestión de horas.

21 de diciembre de 1992

LA INTEGRACION de las grandes estrellas del pop con los divos de la música clásica se ha convertido en un filón importante de la industria discográfica, que reporta popularidad y sobre todo mucho dinero: Freddy Mercury y Montserrat Caballé. Plácido Domingo y John Denver.
Los resultados del lanzamiento de Hush, en Nueva York, desbordaron todos los cálculos. La grabación reúne los talentos descomunales de YoYo Ma y Bobby McFerrin.
El primero, francés con ancestro oriental, está considerado como el mejor chelista clásico de su generación. El segundo, norteamericano, ha convertido Los infinitos sonidos que puede producir su garganta en un instrumento inagotable y sorprendente.
La historia se remonta a la fiesta de celebración de los 70 años del director orquestal Leonard Bernstein, en Tanglewood en 1988. A pesar de los centenares de asistentes, entre músicos y estrellas de cine, Bernstein tenía interés en que estas dos figuras se conocieran. Después de este primer contacto, Ma fue invitado a San Francisco a la fiesta de los 40 años de McFerrin, que ya era estrella internacional gracias al éxito de la banda sonora de la película Cocktail, que también llevó al estrellato al actor Tom Cruisse. Esa misma noche improvisaron para los invitados, algo que el chelista confiesa haber hecho poquisimas veces a lo largo de su carrera. Asi nació la idea de trabajar juntos un nuevo repertorio en la mitad del camino entre el pop y lo clásico.
Se trata de una hora de música que reúne composiciones de McFerrin y arreglos de obras clásicas, como el Ave Maria de Gounod Bach, y Vuelo del moscardón de Rimski-Korsakov, que se ha convertido en el hit del disco, el cual desapareció de las tiendas neoyorquinas en cuestión de horas el día del lanzamiento.