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LA PUESTA EN ESCENA

La Biblioteca Luis Angel Arango, de Bogotá, presenta hasta fin de mes, algunos de los más importantes artistas europeos de la actualidad.

28 de agosto de 1995

UNA EXPOSIción de arte contemporáneo necesariamente cobijará propuestas muy diversas, difícilmente explicables bajo parámetros determinados o definiciones establecidas. Arte contemporáneo es una expresión que acoge un amplísimo espectro de posibilidades artísticas que encuentran su explicación en un desarrollo ecléctico de las propuestas que dejó planteadas el arte moderno.
Por esta razón, sin que su intención sea la interpretación o la explicación, la exposición 'Ensayo general', que recientemente se inauguró en la antigua hemeroteca Luis López de Mesa, establece puntos de referencia de acuerdo con los cuales guiar la lectura de las obras allí seleccionadas. Y estos no son otros que los principales preceptos que exploró el arte moderno: ensamblaje, construcción, semántica, desplazamiento, memoria y serialidad, temas acerca de los cuales la Biblioteca organizó una serie de conferencias que apoyan la muestra.
Cada capítulo de estos está representado por artistas que en las últimas dos décadas han trabajado en forma destacada en torno de ese concepto, sin que ese hecho excluya otras características propias del arte de este período, como pueden ser su fuerte basamento conceptual o sus intenciones de teatralidad, de ahí el nombre de 'Ensayo general'.
Es claro en el caso de artistas como Richard Long, uno de los más influyentes nombres del arte inglés en la segunda mitad del siglo. El ha trabajado, bajo la forma de ensamblajes, transformaciones al paisaje o proposiciones a partir de presencias suyas, sin que que se le pueda bautizar como ensamblajista. Este no sería más que un punto de partida para reconocer sus métodos, pues Long más allá de cualquier límite es un poeta del paisaje o un defensor de la naturaleza. A partir suyo cuestiona no sólo la relación que tienen con ella el hombre y el arte, sino que inicia una reflexión acerca de otras formas de arte, entre ellas, el de la tierra, categoría bajo la cual la historia ha consagrado su nombre.
Así mismo se encuentran en el espacio dedicado a los artistas que trabajan con la semántica el italiano Mario Merz, uno de los iniciadores del 'Arte Pobre' en su país, y el norteamericano Joseph Kosuth. Dos figuras significativas en el desempeño artístico de fin de siglo, principalmente por la insistencia que han hecho hacia una no rotulación única y exclusiva de las cosas y de los hechos. Pero también porque son exploradores e investigadores de los métodos y materiales con que trabaja el arte, y porque constantemente aluden, con poder de convicción y desde proyecciones diversas, a problemas en los que la sociedad se pierde o cierra sus fronteras, como son, el deterioro del medio ambiente, los excesos del consumo y del materialismo, o la violencia que encierran las que se han establecido como las metas del éxito. Se encuentra también entre las presencias destacadas de la muestra, la artista polaca Magdalena Abakanowicks, tejedora que desvió su rumbo hacia la escultura, campo en el cual ha expresado críticas severas hacia el realismo social impuesto por el régimen soviético o hacia la condición de la mujer y el aprecio que se le ha dado a través de la historia. Generalmente enfatiza los problemas a que se refiere mediante la repetición insistente de una imagen, y de allí su ubicación junto a otros artistas que trabajan la serialidad, como uno de los conceptos de que se ha valido el arte del siglo XX con la manifiesta intención de subrayar una idea.
Como los artistas señalados, los otros 30 que integran la muestra comparten la circunstancia de ser autores de propuestas que nacen dentro de un discurso no acabado. Por lo cual, la obras, pertenecientes a la colección Fondo Regional de Arte Contemporáneo Rhone-Alpes de Francia, se presentan dentro del espacio museístico como un ensayo general, a partir del cual se convoca a la producción de nuevos contenidos, que validen la función del museo contemporáneo que debe, no atesorar o consagrar, si no proponer y ofrecer la posibilidad a debates de los que puedan surgir nuevos parámetros para la creación y la sociedad.