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León Valencia, escritor y analista político.

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'La sombra del presidente', la novela en clave de León Valencia

Los hechos y los protagonistas del paramilitarismo y el poder político en Colombia, contados desde la ficción.

22 de agosto de 2020

Por Luis Fernando Afanador León Valencia

La sombra del presidente

Planeta, 2020

263 páginas

La novela en clave o roman à clef es un género realista con nombres inventados. Los hechos y personajes son fácilmente reconocibles, pero, por alguna razón, el autor no quiere revelarlo o quiere jugar a que sea el lector el que lo adivine. Nació en Francia en el siglo XVII con Madeleine de Scudéry, quien buscaba, precisamente, representar figuras políticas evitando la censura y los procesos judiciales. Tuvo discípulos más notables que su creadora, como Víctor Hugo, y ya entrado el siglo XX, Somerset Maugham y su novela La luna y seis peniques –sobre Paul Gauguin–, y Simone de Beauvoir y su novela Los mandarines: aunque sean otros los nombres, todos sabemos que está hablando de Sartre, de Camus, de Arthur Koestler, de Nelson Algren –su amante norteamericano–, y que el periódico L’Espoir es en realidad el periódico Combat.

La sombra del presidente, de León Valencia, es en gran parte una novela en clave sobre el paramilitarismo en Colombia y el poder presidencial, con nombres ficticios que corresponden a personas reales que adivinamos sin dificultad: por sus hechos los reconoceréis. Aunque hay hechos conocidos, menos conocidos y otros que son una verdadera revelación. Hay, también, escenas imaginadas que no se refieren al pasado, sino al futuro, un futuro no muy lejano, posible. Muy posible: aparece por ahí un auto de detención domiciliario que ha resultado premonitorio.

Voy a las revelaciones, en el orden en que me impresionaron. Pero, antes, presento a algunos de los personajes. Carlo Ferraro: hijo de un napolitano que se casó en Colombia con una cordobesa y se estableció como comerciante en Coveñas y en Cartagena. Tras la muerte temprana de su padre –asesinado y vengado–, se hace cargo de sus negocios y los amplía con una flotilla de lanchas que sirven para el contrabando y el narcotráfico. Fue traicionado y extraditado a una cárcel del Distrito de Columbia por su amigo y vecino de la finca de sus abuelos en Córdoba. Gregorio Echeverri: finquero, político, apasionado por los caballos de paso, quien llega a ser gobernador de Antioquia y después presidente de Colombia durante ocho años, con el decidido apoyo del grupo paramilitar Defensa Campesina. Comandante Londoño: fundador de Defensa Campesina, obsesionado con que el presidente Echeverri firme la entrega de los grupos paramilitares directamente con él. Utiliza a Carlo Ferraro (Carlos Rojano en el mundo ilegal y en el territorio cordobés) como intermediario con el presidente Echeverri, y socio para el uso de sus lanchas y el contrabando de armas. Juan Pablo Monsalve: consigliere del presidente Echeverri, estratega y conspirador; implacable con los que osan delatar a su jefe. Ana María: esposa de Gregorio Echeverri. Adriana Ferraro: nieta de Carlo Ferraro. Daniel Echeverri: nieto de Gregorio Echeverri. Juliana Arias: periodista que maneja las relaciones internacionales del presidente Echeverri. Camilo Villalba: edecán de Echeverri y esposo de Juliana Arias. Juan Echeverri: hermano de Gregorio.

Las revelaciones: Carlos Rojano asesina al comandante Londoño en su campamento del Alto Sinú; Juan Echeverri participa en una operación de compra de armas para Defensa Campesina y dice: “Mi hermano tiene información vaga de esta misión, ya saben cómo es él, aprueba las cosas, pero no quiere aparecer relacionado con esto”. La muerte de un gobernador y de un exministro, secuestrados por la guerrilla, fue el resultado del pésimo plan de Monsalve, que encubrió el presidente diciendo que se trató de una ejecución a sangre fría por parte de los guerrilleros; el edecán le confiesa a Ana María que su esposo abusó sexualmente de su esposa.

Impresionan esas y otras revelaciones. Sin embargo, el objetivo no es denunciar, ni condenar, ni hacer periodismo investigativo, de eso no se trata la literatura. Más bien de contar los hechos, minuciosamente, para entenderlos y aceptarlos, por dolorosos y ocultos que estén. Para que la realidad y la historia, al fin, dejen de ser un fantasma mal enterrado y mal contado. Como dice Ana Blandiana, “Mientras la justicia no logre ser una forma de memoria, la memoria en sí misma puede ser una forma de justicia”.

La novela termina con el esperado encuentro entre Carlo Ferraro y Gregorio Echeverri, propiciado por sus nietos. ¿Venganza? ¿Perdón? ¿Nuevos negocios? Me parece que esta novela le apuesta más a la verdad que a otra cosa.