Para los creyentes en la religión católica, la figura de la Virgen María es muy importante, pues se considera una mediadora entre los seres humanos y Dios. Además, con su amor de madre es capaz de entender a las personas que tienen una gran cantidad de problemas e interceder por un cambio positivo en sus vidas.

Cabe señalar que, dentro de las creencias de esta religión, María es una mujer con gran relevancia, pues gracias a su santidad fue escogida por el Espíritu Santo para llevar en su vientre a Jesús, quien cambió la historia de la humanidad.

En la religión católica, la Virgen María es intercesora para que las súplicas sean escuchadas por Dios. | Foto: Getty Images / AlKane

Bendita sea tu pureza

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Y dame tu santa bendición, que la recibo.

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.

(Acompañada del Avemaría y Jaculatoria)

Jaculatoria a la Virgen María

Ave María Purísima, sin pecado concebida. Dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía. María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran señora. Santa María de Guadalupe. Ruega por nosotros Santa María de Guadalupe, salva a nuestra patria y conserva nuestra fe.

Las oraciones a la virgen son poderosas para pedir por diferentes favores. | Foto: Getty Images

Santa María del buen camino, haz que lleguemos sanos y salvos a nuestro destino. Por tu limpia concepción, ¡oh Soberana Princesa! Una muy grande pureza te pedimos de corazón. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Inmaculada reina de la paz, ruega por nosotros. Madre de amor, de dolor y misericordia, ruega por nosotros. Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti. Virgen, Madre de Dios, María, rogad a Jesús por mí.

Corazón dulcísimo de María, prepáranos un camino seguro. Dulce Corazón de María, sed la salvación mía. Purísimo Corazón de María, virgen santísima, alcánzanos de Jesús la pureza y la humildad de corazón.

Acordaos Virgen María

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado.

Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vos.

Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

La Virgen María fue escogida por el Espíritu Santo | Foto: El País

Oración de consagración del glorioso amanecer

Yo, (su nombre) pecador arrepentido, renuevo y ratifico hoy en tus manos, oh Madre Inmaculada, las promesas de mi bautismo. Renuncio a Satanás y decido seguir a Jesucristo aún más de cerca que nunca.

María te doy mi corazón. Enciéndelo, por favor, con el amor por Jesús. Hazlo siempre atento a su ardiente sed de amor y de almas. Guarda mi corazón en tu Corazón Purísimo para que yo pueda amar a Jesús y a los miembros de su Cuerpo con tu mismo amor perfecto.

María, me entrego totalmente a ti: mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores e incluso el valor de todas mis buenas acciones. Haz de mí, por favor, de todo lo que soy y tengo, lo que más te agrade.

Permíteme ser un instrumento digno en tus manos inmaculadas y misericordiosas para rendirle el mayor homenaje posible a Dios. Si me caigo, por favor dirígeme nuevamente a Jesús. Lávame en la sangre y el agua que brotan de su costado traspasado y ayúdame a no perder nunca la confianza en esta fuente de amor y misericordia.

Contigo, oh Madre Inmaculada – tú que siempre haces la voluntad de Dios – me uno a la consagración perfecta de Jesús mientras se ofrece en el Espíritu al Padre por la vida del mundo. Amén.