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POLITICA Y ESTETICA

Los polos creativos de Gustavo Zalamea

25 de octubre de 1999

Como una estimulante experiencia puede calificarse la visita a la exposición de Gustavo Zalamea, la cual tiene lugar en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.

La muestra incluye trabajos de épocas anteriores que sirven como introducción a los actuales argumentos de su obra. Pero la exposición se halla unificada por la constante imagen de su protagonista, la Plaza de Bolívar de Bogotá, la que es vista desde distintos ángulos pero siempre enfocada como símbolo de poder, como lugar donde se toman decisiones trascendentales para la vida del país.

Sus obras continúan patentizando una preocupación política, pero expresada ahora a través de una simbología que incorpora numerosas imágenes de la historia del arte, así como dramáticas escenas en las cuales el Capitolio Nacional naufraga, como un Titanic neoclásico, víctima de la imprevisión de sus conductores.

En otras ocasiones San Jorge y el dragón _el bien y el mal a la manera de Carpaccio_ combaten a muerte frente a la Catedral de Bogotá. Y dado este contexto político de su trabajo los coletazos de una ballena en la plaza mayor no pueden menos que traer a la memoria a Moby Dick, la ballena blanca, símbolo del mal en la novela de Melville. A pesar de estas asiduas alusiones al desastre y la zozobra su trabajo es ahora más optimista, menos apocalíptico.

El romanticismo le ha suministrado luces de esperanza: es clara la intención incitadora del artista al ubicar La Mariana de Delacroix "guiando al pueblo hacia la libertad" a través de la Plaza de Bolívar; como es evidente que La balsa de Medusa de Gericault le proporciona una manera de referirse, no sólo al sufrimiento, sino también al ímpetu de quien vislumbra la salvación.

Esta nueva actitud hacia la política y el arte se refleja así mismo en otros aspectos de su obra, por ejemplo, en su soporte conceptual en el cual son reconocibles ciertas coincidencias con Marcel Duchamp. Para ambos la originalidad no está en las formas sino en los contenidos, y por esta razón las ‘citas‘ que hace Zalamea del trabajo de otros artistas pueden considerarse como ready-mades pictóricos, como elementos que al ser involucrados en un nuevo contexto adquieren otro sentido y cumplen cometidos distintos a los que tuvieron originalmente. Además sus razonamientos son ahora prioritariamente
visuales.

El negro predominante en sus trabajos anteriores ha cedido lugar a los colores primarios y alegres de Matisse y las figuras se han convertido en atractivas siluetas delineadas con los trazos largos y seguros del maestro francés. Agudas reflexiones sobre asuntos exclusivamente plásticos, como la línea, la mancha, la combinación de distintas técnicas, e inclusive los alcances de la abstracción, son ahora habituales en su obra. Pero no implica lo anterior que Zalamea se halle empeñado en favorecer el polo estético sobre el político dentro de los parámetros en que se mueve su creatividad.

El arte abstracto se ha identificado siempre con una política de libertad y democracia y, por lo tanto, aunque algunos de los lienzos de la muestra sean prácticamente manchas sin ánimo de representación, no quiere decir esto que su pintura haya empezado a perder el carácter de pronunciamiento ante los más decisivos aspectos sociales de la vida contemporánea.n Museos y donaciones ientras en Estados Unidos y Europa las grandes donaciones a los museos han sido realizadas por personas adineradas que han querido ver sus nombres vinculados
con el altruismo y el refinamiento en Colombia, ante el desinterés por la plástica de los magnates, han sido los propios artistas quienes han tenido que desprenderse de sus obras para enriquecer los acervos de estas instituciones y lograr dar fe de la sensibilidad de la sociedad colombiana. Bien conocido es el generoso gesto de Fernando Botero, quien donó a Bogotá una colección de arte del siglo XX digna de los más
prestigiosos museos del mundo, la cual será expuesta en el Banco de la República.

La selección no sólo revela el logro de sus famosos autores sino el ejemplar juicio del maestro a la hora de escoger las obras de los otros artistas. Botero también donó a Medellín, al Museo de Antioquia, un buen número de sus trabajos, convirtiendo a su ciudad natal en una visita obligada para alcanzar una visión relativamente completa de su trayectoria. Así mismo, el maestro Edgar Negret ha donado a Cali, al Museo La Tertulia, 12 de sus últimas piezas, inspiradas en el mundo precolombino.

Estas obras, unidas a las piezas que ya poseía el Museo y que ilustran acerca del simultáneo interés del maestro por la espiritualidad y la realidad tecnológica, permitirán a La Tertulia testimoniar, con recursos propios, la evolución de uno de los más prestigiosos escultores latinoamericanos. Ojalá los demás artistas _y sobre todo los magnates_ siguieran el ejemplo de Botero y Negret de manera que nuestros famélicos museos pudieran ilustrar algún día, con trabajos verdaderamente significativos, la historia y los alcances de la expresión plástica en el país.