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CONTRA-GOLPE DE COLOMBIA

La selección juvenil saca la cara por el fútbol colombiano en el Torneo Juventudes de América

25 de febrero de 1985

La improvisación, falta de preparación, desconfianza, temor y casi total carencia de apoyo que han sido las características primordiales de todos y cada uno de los seleccionados de fútbol que han representado al país en su deslucida historia deportiva, habían conspirado exitosamente para acostumbrar a los colombianos a no esperar más que derrotas y fracasos en sus incursiones internacionales. Y hasta qué punto todo esto ha influído en la mentalidad misma de los deportistas, es algo dificil de determinar y tal vez imposible de probar. Pero como sucede con las brujas, se puede no creer en ellas, pero que las hay... las hay.
La selección juvenil que representa al país en el Torneo Juventudes de América en Asunción, Paraguay, ha hecho algo mucho más importante que lograr la clasificación a las finales del mundo que se celebrarán en canchas soviéticas en lugar de los estadios chilenos. Le ha devuelto al país deportivo una dosis vital de confianza y fé en sus deportistas. Ha demostrado que con mística, garra y útiles dosis de patriotismo puede recuperarse un poco del terreno perdido por la improvisación y desidia de algunos altos dirigentes. Porque esta selección no es una excepción a la regla. Empezó a prepararse con un poco más de tiempo del normal en nuestro medio, pero no el suficiente; faltando pocas semanas para el viaje a Paraguay, el técnico Jaime Silva fue contratado por el cuadro profesional de Manizales y reemplazado por el de la selección antioqueña, Alfonso Marroquín. Y sus rivales en el Grupo B del torneo guaraní eran nada más ni nada menos que Brasil, Argentina y Chile.
Como quien dice, todo se conjugaba para esperar lo de siempre: empate o victoria frente a Bolivia, en el mejor de los casos otro empate ante Chile, y rezar para que Brasil y Argentina no los golearan. Y qué mayor muestra de pesimismo que la de la delegación antioqueña en los Juegos Nacionales, que incluyó en su nómina de fútbol a todos los paisas de la selección juvenil (porque si los eliminaban el domingo 20 de enero podían presentarse en Villavicencio el 22 o 23).
Pero la sorpresa se empezó a fraguar el día mismo del debut en el Es tadio Defensores del Chaco. Victoria 2-1 frente a Bolivia con goles de Trellez y Pérez. Siguió dándose lo inesperado cuando Argentina, con un hombre mas, apenas logró sacarle el empate a una Colombia arrolladora; 1-1 con soberbio golazo de la estrella del torneo, John Edison Castaño. Y Brasil, con todas sus luminarias y su fútbol a ritmo de samba, tampoco pudo vencer al palo del campeonato: empate sin anotaciones.
Colombia ha clasificado; le pasó por encima a Chile, al que sólo le hizo tres goles jugando a media marcha (Rodríguez, Trellez y Núñez), y los dos favoritos del grupo, Brasil y Argentina, se batieron a muerte para definir el contendor colombiano: Brasil.
Ahora viene el cuadrangular que incluye a uruguayos y paraguayos, vencedores del Grupo A, para definir campeón y subcampeón suramericano de fútbol juvenil (mientras se imprime la revista, Colombia ya habrá disputado dos partidos). Y Colombia está entre esos cuatro titanes.
Independientemente de los resultados finales, esta experiencia cumplió con un compromiso fundamental: hacer justicia a todos esos valores jóvenes que están surgiendo y a técnicos como el profesor Marroquín. Y sirvió de lección para todos, deportistas y aficionados, al demostrar que Colombia tiene la materia prima, los operarios y los jefes de producción para fabricar grandes logros en el deporte internacional. Y si ésto está empezando a lograrse (se espera que la Selección de Mayores haga lo propio), la responsabilidad de anteriores fracasos no se le podrá achacar a los deportistas, sino fundamentalmente a la ineficacia y falta de interés de los directivos nacionales. Porque si ésto se ha podido hacer con todo y los tradicionales problemas, seguramente se logrará mucho más con planificación y preparación oportuna en futuras oportunidades.
La afición deportiva colombiana sabrá agradecer al profesor Marroquín y a sus pupilos el esfuerzo realizado y la imagen proyectada. Y seguramente muchos de estos muchachos, como John Edison Castaño, Pepe Romeiro Hurtado, René Higuita, Alvaro Núñez, Jairo Ampudia y Nilton Bernal, por nombrar sólo unos pocos, serán figuras en el campeonato profesional de fútbol de este año y los siguientes.
Sin embargo, vale la pena ir con calma, para no caer en triunfalismos baratos que lo único que causan son mayúsculas decepciones. Es cierto, se ha dado un gran paso, pero todavía falta mucho en infraestructura, porque la materia prima se da por montones, para que Colombia pase a ocupar el lugar que merece en el ámbito futbolístico latinoamericano.
Resta sólo exigirle a la dirección deportiva, que no escatime esfuerzos ni voluntad para proporcionarle a los deportistas colombianos toda la atención y el cuidado que merecenéstos y la afición deportiva sabrán recompensarlos. Los primeros con triunfos y brillantes actuaciones, y la afición con el respaldo y apoyo que el deporte necesita para sobrevivir en condiciones que le permitan progresar aún más cada día. -