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Carlos Serrano Zarate ha sido uno de los protagonistas en la competencia. | Foto: AFP

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Paralimpismo en Colombia, una oportunidad más allá de Río-2016

La mejor participación del país en estas justas muestra que este espacio de competencia podría ser una herramienta en el posconflicto.

14 de septiembre de 2016

Los límites de la discapacidad están en la mente del ser humano, y los Juegos Paralímpicos de Río-2016 son una muestra clara. En Colombia de hecho se convierten en una oportunidad dorada para mejorar el gran crecimiento que ha disfrutado la delegación nacional en su mejor presentación histórica.

Detrás de la participación de los atletas cada cuatro años están los esfuerzos del día a día, desde las dificultades cotidianas para transportarse hasta situaciones que superan en medio de su preparación. Por eso, sus logros en unos Paralímpicos tienen un sabor más dorado que nunca, pues detrás existe la convicción de unos ganadores.

“Los deportistas paralímpicos son personas con una gran determinación, con gran voluntad y muy aterrizados en cuanto a su situación en condición de discapacidad”, aseguró José Tapias, quien dirigió al único equipo nacional de baloncesto en silla de ruedas que ha estado en unos Juegos, en los Paralímpicos de Londres-2012.

El directivo del baloncesto local conoce la situación del deporte nacional y por eso exalta a los deportistas paralímpicos: “Quien lo hace en Colombia es una persona de templanza y voluntad de hierro porque todo está hecho para la práctica convencional, por eso el atleta paralímpico empieza a arañar espacios y recursos. Por eso sería importante que haya una especie de alfabetización sobre los paralímpicos”.

Agregó que además sería un punto importante en las familias de los potenciales atletas “para que noten que no es una carga sino que es un deportista con todas las de la ley”.

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Tapias tuvo a su cargo a Rodney Hawkins, un basquetbolista colombiano que luego de perder una pierna en un accidente se convirtió en uno de los mejores jugadores de baloncesto en silla de ruedas del mundo, campeón tres veces en Estados Unidos, campeón de Europa y jugador en uno de los grandes clubes de ese continente. A este jugador lo puso como ejemplo de compromiso y consciencia del potencial de superar todos los obstáculos. “Es un hombre de mucho valor y una entereza a prueba de bala”, afirmó. “Siento gran admiración por el deportista en condición de discapacidad, pues siempre me llama la atención su determinación y voluntad férrea”.

Deporte en el posconflicto

Geni Tunney Cañón, entrenador de la Selección Colombia de Voleibol sentado, también sabe que el deportista paralímpico tiene cualidades especiales como la resiliencia. Prueba de ello, es que muchos de los que practican esta disciplina en Colombia fueron personas afectadas por las minas antipersonales que decidieron encauzar su vida a la práctica atlética.

"El voleibol sentado se ha convertido en insignia en el Departamento de Sanidad en el Ejército pues es una herramienta fundamental en consolidar un proceso de vida a través del deporte”, aseguró Cañón, que explica que la rehabilitación de muchos de los que han sido afectados se evidencia con la motivación que muestran al saber que la competencia puede representar una nueva oportunidad de llevar en el pecho la bandera de Colombia.

Esas expectativas personales abren la posibilidad de transformar las discapacidades en nuevas oportunidades. “La competencia es incluyente. Masificar la actividad física a través de las disciplinas, entre ellas las de conjunto, hace parte del proceso hacia el progreso”, reconoce el entrenador.

Cañón advierte que el país busca ser potencia a nivel suramericano y continental, para lo que se tendrá que superar las carencias de falta desarrollo técnico. La práctica paralímpica abre grandes posibilidades en los potenciales atletas. “La discapacidad nos despierta habilidades que tenemos escondidas”, afirma el entrenador, que entiende que el conflicto armado ha dejado una “reserva deportiva” que sumada a las personas con discapacidades por enfermedad amplían el capital humano por trabajar.

Sin embargo, a pesar de los éxitos obtenidos en Río-2016, Cañón y Tapias creen que se debe repensar el deporte paralímpico en el país para no verlo con compasión sino con las mismas posibilidades del convencional, algo que se debe tener en cuenta desde los directivos de Coldeportes, Comité Paralímpico Colombiano y demás instituciones relacionadas con esa posibilidad de crecimiento. “Estamos a punto de cerrar un capítulo de violencia, es un punto de inflexión para que desde los directivos miremos a todas las personas en discapacidad y hagamos un proceso”, afirmó Tapias, que propone empezar a detectar y seleccionar talentos en condición de discapacidad, de igual manera de cómo se hace en la práctica convencional.

El paralimpismo en Colombia puede una bandera de más largo alcance que los Juegos de Río-2016.