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Detrás de la Mesa de Conversaciones de La Habana, donde están sentados gobierno y guerrilla, hay especialistas de España, Suiza, Canadá, Noruega y Colombia tirándole línea a las partes. | Foto: Omar Nieto Remolina

PAZ

Sabios en La Habana

¿Quién le habla al oído a las delegaciones del gobierno y las FARC en Cuba?

21 de marzo de 2015

Cualquier español bien informado sabe quién es Enrique Santiago. Este abogado y político, de 50 años, es conocido en su país por ser un ferviente militante de la Izquierda Unida, activista de la causa de los refugiados, que actuó como abogado acusador de la causa popular en el caso Bárcenas, uno de los mayores escándalos de corrupción en los que se ha visto involucrado el Partido Popular. Es de la línea más dura en cuanto a aplicación de justicia por crímenes de lesa humanidad, prueba de ello es que hace una década llevó, junto al juez Baltazar Garzón, la acusación popular contra el militar argentino Adolfo Scilingo, que terminó en su condena por 640 años en España. Ahora, Santiago es el asesor de las Farc en La Habana, y está sentado a la Mesa para encontrar fórmulas de justicia, verdad y reparación, que permitan culminar el punto de las víctimas, que ya lleva más de diez meses en discusión.

A su lado hay otro experto en derechos humanos, el abogado colombiano Carlos Alberto Ruiz, quien salió exiliado hacia España a finales de los noventa. De las posiciones jurídicas de ambos se sabe, por su trayectoria y escritos, que son defensores del “derecho a la rebelión”, y la noción de delito político que fue arrasada a principios de la década pasada bajo las premisas de la guerra antiterrorista.

Al otro lado de la Mesa, por parte del gobierno, están pesos pesados de los derechos humanos: el canadiense Mark Freeman, fundador del Instituto de Justicia Transicional, y el colombiano Iván Orozco, reconocido académico, vinculado a la Universidad de los Andes, quien también ha sido un defensor del delito político, especialmente en un libro que es ya un clásico, Combatientes, rebeldes y terroristas. Orozco, sin embargo, reconoce los límites de este en un mundo en el que las guerras han creado una conciencia humanitaria que impide que haya impunidad total en los procesos de paz.

Es la primera vez, desde que se iniciaron los diálogos de La Habana, que la guerrilla cuenta, abiertamente, con un grupo de asesores, conformado a instancias del gobierno de Noruega, garante de todo el proceso de paz.

Ahora que la negociación ha entrado en su etapa más difícil, el papel de los expertos se ha vuelto crucial, pues en temas como justicia y cese de hostilidades no solo se necesita voluntad política sino conocer muy bien los detalles técnicos de cómo funcionarían los acuerdos, y qué impacto pueden tener en la comunidad internacional. Esta es la parte más pragmática de la negociación y también la que más implicaciones tiene para los combatientes.

En materia de cese de hostilidades y dejación de armas, los noruegos también están trayendo expertos de varios países. Uno de ellos es Julian Thomas Hottinger, un académico suizo, experto en mediación de conflictos, que trabaja para el Ministerio de Exteriores de su país y tiene amplia experiencia en conflictos como el de Sudán, Camboya, Afganistán, Sri Lanka, Nicaragua, Burundi, Indonesia, Uganda, entre otros. También actuó como mediador en encuentros confidenciales entre el gobierno de José María Aznar y la ETA en 1999, con miras a un cese del fuego.

Además, han pasado por La Habana protagonistas de procesos de paz como Rodrigo Sandino Asturias, hijo del fundador de la URNG de Guatemala; el comandante Gaspar Ilom, ya fallecido, y nieto del premio nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias; y el general Julio Arnoldo Balconi, quien era ministro de Defensa cuando se firmaron los acuerdos de paz en ese país, para hablar de los escollos que tuvieron que superar hasta lograr un armisticio.

El segundo anillo

En realidad, la Mesa de La Habana tiene tres anillos de asesores. En el primero están quienes les hablan al oído a las partes, en temas de fondo, y que afectan el rumbo global de la negociación. Del grupo de gurús que se reunió en Cartagena en enero pasado, se destaca Shlomo ben Ami, excanciller israelí, amigo personal de Juan Manuel Santos, quien se ha convertido en una especie de vocero en la sombra de las movidas del gobierno en relación con la paz. Ben Ami había anunciado, por ejemplo, desde enero, que se suspenderían los bombardeos y aunque en su momento salió regañado, en realidad estaba bien informado.

Similar papel cumple del otro lado de la Mesa Álvaro Leyva. Este político conservador siempre ha sido muy escuchado por las Farc y actualmente ha sido defensor de uno de los puntos estratégicos que busca la guerrilla: una asamblea constituyente.

Un segundo anillo son los asesores que van a la Mesa, por solicitud de cada una de las partes. Las Farc no habían usado hasta ahora la figura que tienen a su lado, a Enrique Santiago. Esto se debe a que aunque muchas personas quieren ayudar con sus conocimientos y experiencia, pocos se le miden a figurar en un contrato como asesores de la guerrilla. El gobierno en cambio sí tiene a su lado un fuerte segundo anillo donde están además de Orozco, Álvaro Valcarcel, quien tuvo sobre sus hombros el Plan de Consolidación; Alejandro Reyes, experto en el tema agrario y Juan Fernando Londoño, quien fue viceministro del Interior. Lo que se ha hecho para subsanar la falta de asesores es crear un tercer anillo, y llevar a La Habana a expertos en cada tema.

El tercer anillo

En tierras, por ejemplo, fue clave la participación de los profesores Francisco Gutiérrez, director del Observatorio de Restitución de Tierras, y Darío Fajardo, profesor de la Universidad Nacional y destacado investigador en el tema agrario. Alrededor de este tema no hubo mayores diferencias, pues hay un consenso básico sobre la urgente necesidad de transformar el modelo agrario y de una mayor equidad en el campo. Fajardo cuenta que su exposición giró en torno a cómo el problema de la tierra se ha mantenido vigente y sin resolución desde los años treinta y el impacto fiscal que tiene el hecho de que se mantenga el latifundio improductivo.

Sobre participación política, las Farc propusieron como expertos a cuatro académicos: Víctor Manuel Moncayo, exrector de la Universidad Nacional; Sergio de Zubiría, profesor de la Universidad de los Andes; Carlos Medina Gallego, profesor e investigador de la Universidad Nacional, y Marco Romero, director de Codhes.

Medina Gallego destaca que allí se propuso una fuerza política de paz, que es lo que hoy se concreta en la Comisión Asesora de Paz. Medina cuenta que intentó demostrar ante la Mesa que una constituyente no necesariamente va a blindar los acuerdos, pues cualquier presidente en el futuro puede modificarla. Y que en cambio hacer un gran pacto político, y tener un amplio respaldo popular, los puede hacer más sólidos y duraderos.

El gobierno también llevó a sus sabios, entre ellos Alberto Rojas Puyo, quien aceptó con la condición de ser invitado por las dos partes. La participación de Rojas Puyo tuvo un gran significado simbólico, pues como se sabe este fue un destacado comunista, y ha jugado un papel de facilitador y puente desde el proceso de paz de Belisario Betancur.

Este veterano dirigente declinó hablar sobre su participación en La Habana, para mantener la confidencialidad. Sin embargo, asegura que ninguna de las partes quedó unánimemente feliz. Otras fuentes consultadas destacaron el peso que tuvo la intervención de Rojas Puyo ante las dos delegaciones, pues su crítica y reflexión se basó en las perversas consecuencias que tuvo en Colombia la combinación de armas y política, que practicaron tanto el gobierno como las guerrillas.

En el tema de drogas hubo expertos cuyas visiones más que contrarias resultaron complementarias. Ricardo Vargas, de la ONG Acción Andina y Rodrigo Uprimny, director de Dejusticia y miembro de la Comisión Asesora de la Política de Drogas. Para todos quedó claro que se requiere un cambio de política y que al tratarse de un problema global hay que impulsar un debate con otros países.

El punto de las víctimas fue el único en el que se consideró que los únicos expertos eran quienes han vivido el conflicto en carne propia y por eso viajaron 60 personas. Y se creó la Comisión de Historia del Conflicto y sus Víctimas, con 12 académicos, muchos de los cuales ya habían pasado por La Habana.

Así pues, aunque en la foto de la paz solo salen los que están en la primera línea de fuego, hay otros que, aunque no se llevan el protagonismo, son los que tejen el contenido de la negociación, para que los acuerdos sean cuerdos.