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Ahora sí, el gas

Con 1.000 millones de dolares, el plan nacional de gas se convierte en una de las mayores inversiones en la historia del país.

20 de septiembre de 1993

SI BIEN ES ClERTO QUE EL descubrimiento de los yacimientos petrolíferos de Cusiana y Cupiagua han causado lo que se podría llamar el revolcón petrolero colombiano, existe otro frente donde se van a presentar cambios de similar dimensión: el del gas.
La gasificación del país se viene discutiendo desde hace 10 años. Incluso a principios de la administración Barco, el ministro de Minas y Energía, Guillermo Perry, planteó la posibilidad de construir un gasoducto que atravesara todo el país, lo que desde entonces se conoció como el gasoducto central. Pero el proyecto nunca se realizó por las dudas que había sobre el nivel de las reservas, el monto de la inversión y los excesos regionalistas que temían que el interior terminara quedándose con el gas de la Costa.
En 1991, sin embargo, el Conpes revivió la idea y fijó los primeros lineamientos para el desarrollo del actual plan nacional mediante un documento que buscaba resolver el problema del transporte del gas de las zonas productoras a los centros de consumo mediante una red nacional. En el documento se plantea la necesidad de consolidar un sistema nacional de gasoductos (ver cuadro) y se esboza por primera vez la posibilidad de que sean inversionistas privados quienes se ocupen de construir esa infraestructura.
Así las cosas, en el transcurso de 1992, un consorcio compuesto por las Empresas Públicas de Medellín -EPM-, Promigas y otros inversionistas presentaron una propuesta para construir el ramal de Sebastopol a Medellín. Algo similar sucedió con el ramal a Bucaramanga. La razón para ello era que esas dos ciudades tenían garantizado el suministro de sus necesidades de gas con la producción de la zona del centro del país cercana a Barrancabermeja. De otra parte, eran las dos ciudades donde el problema de distribución estaba relativamente resuelto. En Medellín, porque EPM tiene el monopolio de los servicios públicos y solicitó la concesión para distribución de gas natural en esa ciudad. Y en el caso de Bucaramanga porque ya tiene un consumo importante y una red instalada que atiende el 95 por ciento de la demanda.
A principios de 1993, el Gobierno se encontró con que de todo lo que se planteaba en el documento del 91, lo anterior era lo único concreto. Es decir, que el plan original había fallado en la medida en que no se había construido la red. A raiz de eso, se produjo en marzo de este año otro documento del Conpes donde se introdujo la posibilidad de promover proyectos bajo la modalidad de contratación conocida como BOMT, que consiste en entregarle a inversionistas privados un desarrollo que deben construir, operar, mantener y transferir al Estado al cabo de un período de 10 a 15 años. En ese esquema, Ecopetrol actuaría en últimas como promotor y garante financiero, en la medida en que le paga al inversionista una tarifa fija mensual que le asegura la rentabilidad de la inversión y los costos de mantenimiento y garantiza el derecho al uso permanente del gasoducto para el transporte de los volúmenes propios.

MANOS A LA OBRA
El proceso ya se inició. Ecopetrol dividió el gasoducto central en segmentos y espera contratar en lo que queda del presente año tres de las principales troncales de lo que será el sistema nacional de gasoductos. Para tal efecto ya invitó a 21 firmas extranjeras para que presenten propuestas para la construcción y operación del primer tramo que es el que va desde Ballenas, en La Guajira, hasta Barrancabermeja y tiene 575 kilómetros de longitud. Las propuestas deben ser entregadas al fin de este mes y la adjudicación se deberá decidir dentro de los 60 días siguientes. El costo será del orden de los 400 millones de dólares. Ese trayecto del gasoducto será el eje central del sistema, pues por ahí vendrá al interior del país el gas de La Guajira y en el futuro servirá para transportar el gas de Cusiana a la Costa Atlántica.
La segunda troncal que se piensa construir este año es la que va de Mariquita a Cali, pasando por Manizales, Pereira y Cartago y con una ramificación para Armenia. Esa línea tiene una longitud de 310 kilómetros y permitirá atender 30 municipios. La tercera troncal es la que va a traer el gas a Bogotá. Sale de un punto llamado La Belleza, en Boyacá, y tendrá una longitud de 144 kilómetros. Estos dos proyectos se deberán definir también antes de que termine el presente año. Para unir a Barrancabermeja con Mariquita y La Belleza se van a habilitar tramos de oleoductos de Ecopetrol que no se están utilizando.
Los anteriores proyectos, que deberán estar terminados a fines de 1994, van a implicar una inversión del orden de los 560 millones de dólares. A eso habrá que sumarle 300 millones de dólares más que se requieren para montar las redes de distribución y que sumados a otros costos podrían llevar la inversión final a 1.000 millones de dólares. Eso equivale a la tercera parte de lo que va a invertir el Estado en Cusiana y a una de las inversiones más grandes que se hayan realizado en la historia de Colombia.

RESERVAS SUFICIENTES
Una de las principales dudas que había existido para acometer el proyecto había sido el nivel de reservas. A diciembre de 1992 las reservas probadas eran de 3.700 gigapies -un giga equivale a mil millones- cúbicos de gas natural. Eso sin incluir a Cusiana. Pero en marzo de 1993 salieron las cifras oficiales de Cusiana que indican reservas probadas de 3.000 gigapies cúbicos adicionales. De otra parte, en Sucre, la compañía Lasmo Oil encontró 300 gigapies cúbicos en el campo de Guepajé. Eso arrojaría un total de 7.000 gigapies cúbicos, aunque hoy en día ya se está hablando de cifras del orden de 8.300 gigapies de reservas probadas. A las tasas de consumo actuales -que son de 400 millones de pies cúbicos diarios, que equivalen a 146 gigapies cúbicos al año esas reservas alcanzarían para 57 años de consumo. Esa cifra disminuye, por supuesto, en la medida en que aumente el consumo. Pero aún doblándolo como estima Ecopetrol que va a suceder en el año 2000, existen reservas para muchos años.
La otra gran duda que quedaba para acometer el plan era el consumo. Para que el plan fuera viable tenía que ser rentable, tanto en términos económicos como financieros. La rentabilidad económica está asegurada pues se ha establecido que la sustitución de energía electrica y otoros combustibles por gas en el consumo doméstico e industrial significa un ahorro para el Estado colombiano dcl orden de los 3.000 millones de dólares entre 1995 y 2015.
La rentabilidad financiera -que implica que Ecopetrol recupere los recursos invertidos en infraestructura- no está totalmente asegurada pues el tubo central se construirá con una capacidad de transporte inicial de 100 millones de pies cúbicos diarios, ampliables a 170, y como el consumo final es inferior, no garantiza un retorno adecuado. Por eso se ha diseñado un plan para convertir plantas termoeléctricas a gas. Hasta ahora solo está definida una de 150 MW financiada por la CVC en el Valle del Cauca. Está por definir otra de similar capacidad de generación en la zona central -cerca de Bogotá o en el Magdalena Medio. Pero este no parece ser un obstáculo para frenar uno de los planes de infraestructura más ambiciosos que se conozcan en el pais.